“La inconclusa visión de la muerte y la amistad”
Por Franco Alvés
La primera incursión de Pedro Almodóvar en el cine en inglés, propone una exploración profunda de temas como la muerte, la amistad y la soledad. Adaptada de la novela What Are You Going Through de Sigrid Nunez, la película narra la historia de dos antiguas amigas que se reúnen en un momento crucial de sus vidas, enfrentando temas existenciales en un marco de intimidad y vulnerabilidad que, sin embargo, en su ejecución, carece de la fluidez que caracteriza los mejores trabajos del director manchego.
Situada en un ambiente que evoca el desasosiego de la Europa posguerra y el fervor espiritual de los años 20, La Habitación de al Lado recuerda cómo, tras la Primera Guerra Mundial y la gripe española, muchos encontraron consuelo en el espiritismo, buscando maneras de comunicarse con sus seres queridos fallecidos. En esa época, la idea de trascendencia todavía impregnaba la cultura, y figuras como Sir Arthur Conan Doyle intentaban convencer al mundo de que la comunicación con los muertos era posible. En contraste, la película de Almodóvar transcurre en un mundo moderno despojado de misticismo, en el que el duelo no busca lo sobrenatural, sino lo tangible, lo corporal. La trama gira en torno a Ingrid (interpretada por Julianne Moore), una escritora de carácter introspectivo, y Martha (Tilda Swinton), una exreportera de guerra que padece una enfermedad terminal. Martha, consciente de su destino, invita a Ingrid a pasar sus últimos días con ella, no solo para brindar compañía, sino para ayudarla a llevar a cabo su decisión de poner fin a su vida. Este pedido no solo resulta sorprendente y hasta chocante, sino que cuestiona la naturaleza de la amistad y el acompañamiento en momentos extremos. A lo largo del filme, Ingrid debe confrontar sus propias reservas, dejando de lado la incomodidad inicial y, eventualmente, aceptando ser parte de la decisión final de su amiga.
Uno de los aspectos más sobresalientes de La Habitación de al Lado es la forma en que Almodóvar desentraña la vulnerabilidad de estas dos mujeres. A diferencia de otras películas en las que una relación de dependencia crea desequilibrios de poder entre los personajes, aquí ambas comienzan con identidades sólidas y evolucionan hacia una simbiosis emocional que las enriquece a ambas. En una coreografía emocional sutil y profundamente contenida, ambas actrices logran plasmar una evolución casi imperceptible, pero cargada de matices, que va desde la incomodidad hasta una empatía total. Moore, en una de las interpretaciones más contenidas de su carrera, y Swinton, como una mujer que mantiene su dignidad a pesar de la enfermedad, ofrecen actuaciones de gran profundidad que evocan una conexión genuina entre dos almas.
El espacio físico en el que transcurre la mayor parte de la historia también contribuye a crear una atmósfera de introspección. La moderna villa donde las protagonistas se aíslan es un reflejo del aislamiento emocional y la búsqueda de paz en sus últimos días juntas. Este escenario, con su arquitectura minimalista y sus colores apagados, ayuda a centrar la atención en los diálogos y en la interacción emocional, casi como en una obra de teatro, y refuerza la sensación de que estamos ante un duelo introspectivo, casi filosófico.
A pesar de las interpretaciones de alto calibre y la belleza visual de las escenas, La Habitación de al Lado tropieza en su ritmo y estructura narrativa. La película presenta momentos que, en lugar de fluir de forma natural, se sienten fragmentados y ralentizados, restando intensidad al impacto emocional que intenta transmitir. Almodóvar, conocido por su habilidad para combinar lo grotesco con lo conmovedor, aquí parece contenerse demasiado, sacrificando su característico dinamismo en favor de una solemnidad que en ocasiones se percibe excesiva y calculada. En términos visuales, La Habitación de al Lado también adopta una estética sobria y casi monocromática, reminiscente del estilo de El sudario de Turín. Este enfoque cromático es un reflejo de la mirada de Almodóvar hacia la muerte en esta etapa de su carrera, una exploración más madura y desapasionada de lo que el duelo significa para él. Como Cronenberg en su última película The Shrouds, en la que los dolientes pueden observar la descomposición de sus seres queridos a través de pantallas de alta tecnología, Almodóvar también recurre a la corporalidad para explorar el duelo, pero sin su habitual exuberancia visual.
El director ha mencionado en entrevistas que, al igual que Cronenberg y su fijación por el cuerpo, él también se siente atraído por las formas en que la carne y el alma pueden entrelazarse en situaciones de duelo y pérdida. Sin embargo, aquí su enfoque resulta más introspectivo y comedido, centrándose en la progresión emocional de las protagonistas, en lugar de en manifestaciones físicas o visuales del duelo. Esta contención, aunque aporta una seriedad inédita a su obra, también parece frenar la pasión y el riesgo que tanto lo caracterizan, dejando una sensación de distancia que puede desconcertar a algunos de sus seguidores. La Habitación de al Lado ofrece una mirada íntima y reflexiva sobre la muerte y la soledad en un contexto moderno, aunque su ejecución pierde algo del ímpetu y fluidez característicos de Almodóvar. A través de esta historia pausada, el director busca un acercamiento más personal y meditativo hacia temas universales, logrando una obra que, aunque no alcanza la brillantez de sus mejores títulos, nos invita a contemplar el poder del compañerismo en los momentos más oscuros de la vida.
Titulo: La habitación de al lado
Año: 2024
País: España / Estados Unidos
Director: Pedro Almodovar