En un panorama internacional dominado por conflictos, violencias y fracturas políticas, la directora artística del Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam (IDFA), Isabel Arrate Fernández, lanza un mensaje que funciona a la vez como advertencia y declaración de principios: “En estos tiempos inciertos necesitamos las voces de los cineastas y artistas más que nunca”. Sus palabras encapsulan el espíritu de una edición atravesada por miradas críticas sobre el mundo contemporáneo y por controversias que han situado al festival en el centro de un intenso debate público.
La 38ª edición reúne a algunos de los documentalistas más influyentes de nuestro tiempo, como Laura Poitras, Werner Herzog, Gianfranco Rosi, Raoul Peck, Vitaly Mansky, Claire Simon, Tamara Kotevska, Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin. Una parte significativa de la programación se concentra en la guerra en Gaza y sus consecuencias humanas: películas como Gaza’s Twins, Come Back to Me, de Mohammed Sawwaf, y The Clown of Gaza, de Abdulrahman Sabbah, retratan la vida cotidiana en medio de la devastación. Para Arrate Fernández, estos filmes “van mucho más allá de lo que hemos visto en las noticias en los últimos dos años” porque están realizados por personas que han vivido directamente “todas estas atrocidades” y logran construir puentes emocionales basados en historias íntimas, como las de madres, trabajadores y familias que resisten en circunstancias extremas.
Otros títulos, como Coexistence, My Ass! de Amber Fares, abordan el conflicto desde perspectivas inesperadas, incorporando elementos de comedia para mirar los últimos años de Israel y Gaza desde un ángulo diferente. También hay obras que revisitan el pasado, como Return to al-Ma’in del colectivo Forensic Architecture, que indaga en lo ocurrido con una aldea palestina ocupada en 1948. Al mismo tiempo, la guerra en Ucrania es revisada en profundidad mediante películas como 2000 Meters to Andriivka, Time to the Target, Militantropos y Silent Flood, que buscan ampliar la comprensión del conflicto más allá del registro inmediato del combate.
Sin embargo, más allá de los filmes, la atención mediática se ha centrado en la decisión de IDFA de vetar este año a organizaciones financiadas por el Estado de Israel —como el DocAviv Festival, la fundación CoPro y el canal público Kan—, una medida que también se aplica a entidades estatales rusas e iraníes. El festival justificó este bloqueo por el “incumplimiento de valores de derechos humanos” por parte de estos gobiernos. Ante las críticas, Arrate Fernández aclara que “muchas personas piensan que estamos rechazando cineastas o que boicoteamos películas israelíes, y no es así”. Según remarca, IDFA continúa recibiendo y evaluando películas de realizadores independientes de Israel, Rusia, Irán o cualquier otro país, y la decisión únicamente afecta a instituciones estatales. Reconoce, no obstante, que la medida “generó confusión” y admite que quizás era inevitable en el contexto actual.
IDFA ha confirmado además que se sumó al boicot cultural neerlandés y belga contra instituciones financiadas por el gobierno israelí, una postura que no se extiende a cineastas individuales. Aun así, el debate continúa agitándose dentro y fuera del ámbito cultural.
Esta es la primera edición de Arrate Fernández como directora artística, aunque su vínculo con el festival se remonta a más de veinte años al frente del IDFA Bertha Fund y los programas de apoyo a creadores. Su experiencia aporta un trasfondo afectivo a la organización, recordando momentos emblemáticos como el día en que literalmente tuvo que correr a recoger a Victor Kossakovsky para que llegara a tiempo a una proyección improvisada de Tishe!; ahora, el cineasta regresa con Trillion, que compite en la sección Envision junto a obras de Sky Hopinka, Gianluca Matarrese, Mo Tan y Miguel Eek.
La cineasta portuguesa Susana de Sousa Dias, invitada de honor del festival, presenta Fordlândia Panacea, una exploración del fallido intento de Henry Ford de construir una plantación de caucho en la Amazonía. Para Arrate Fernández, la autora ha transformado la relación del documental con los archivos al analizarlos para revelar lo que muestran y, sobre todo, lo que ocultan.
La edición también reúne numerosas producciones con aspiraciones al Oscar, como The Six Billion Dollar Man de Eugene Jarecki, Orwell: 2+2=5 de Raoul Peck, Cover-Up de Laura Poitras y Mark Obenhaus, My Undesirable Friends: Part I – Last Air in Moscow de Julia Loktev y The Tale of Silyan de Tamara Kotevska. La cercanía del festival al inicio de la votación para las listas cortas de los premios de la Academia lo convierte, según Arrate Fernández, en un espacio decisivo donde convergen miembros internacionales del ramo documental, lo que favorece encuentros clave para la industria.
Con más de 250 películas —incluidas experiencias en realidad virtual— y miles de profesionales de todo el mundo reunidos en Á Ámsterdam, la directora artística subraya que gran parte de lo que hace especial a IDFA no ocurre solo en las salas, sino “en los encuentros, en los pasillos, en los intercambios entre bambalinas”. Allí, afirma, nacen alianzas, proyectos y conversaciones que pueden redefinir el rumbo del documental mundial. Y, pese a las tensiones políticas que atraviesan esta edición, Isabel Arrate Fernández insiste en que el cine sigue siendo un espacio indispensable para pensar, sentir y enfrentar un mundo que cada día exige más preguntas que respuestas.
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