La Casa de Argüello (2018), de Valentina Llorens

“Poética y política”

Por Nicolás Noviello.

Las operas primas suelen circundar sobre un terreno común, una zona de confort. Muchxs directores, probablemente la mayoría, inician su filmografía en el núcleo familiar. Se podría decir que esto es una mirada humilde y de revisión personal, pero también puede ser un lugar donde no arriesgarse. Si se recuerdan grandes operas primas son mas bien aquellas que osan ir por un terreno no transitado, ya que en definitiva lo interesante de ir al cine es entregarse a lo desconocido. Pero ¿qué sucede cuando el terreno de lo desconocido esta en nuestra propia historia? Tristemente nuestro país tiene muchos de esos ejemplos.

La casa de Arguello es la opera prima de Valentina Llorens y su realización tomo 17 años. El inicio del documental es una charla entre la directora y su abuela materna y en un principio entendemos que iremos descubriendo la historia de la familia mediante Nelly, pero una ausencia comienza a hacerse notar en el relato, la de su madre Fátima. Quizá ahí se encuentra la inquietud por empezar a filmar, la necesidad que da nacimiento al documental.

Se entiende que vamos recorriendo el camino de filmación con la directora por como se va estilizando la imagen, pero también se observa como va transformándose el relato a medida que la directora parece ir comprendiendo que el lenguaje de las palabras no será suficiente para que la película se exprese. Aquí la estructura narrativa cobra una gran fuerza. El cine puede contener distintas artes al igual que puede contener política, pero no necesariamente por eso ser político o un arte. Es realmente notable el registro de sus cuatro protagonistas, y allí es donde encontramos la verdadera forma poética y política de la obra de Valentina. Nelly es la canción y la poesía; Valentina el dibujo y la pintura; Fátima la militancia y el discurso; Frida la ternura y la inocencia. Estos cuatro posibles capítulos que acá titulo con los nombres de las protagonistas no son fragmentos, son el documental, lo que transmite en todo momento y ellas expresan dando como resultado La casa de Argüello.

La relación que hay entre la directora y su madre, es el lamentable éxito de una dictadura militar, al igual que la relación entre la directora y su hija es, si se quiere, el éxito de 30 años de democracia y este documental viene a dar cuenta de eso. La palabra en la película tiene un papel importante y Valentina se encarga de que algunas puntuales se abrasen al material, por ejemplo: la palabra “clandestino” aparece con Nelly cantando la conocida canción de Manu Chao y la palabra “regodeo” aparece sin imagen, cuando inicia el relato de Fátima aclarando que lo que no le gusta es “el querer saber por querer saber” esa pauta la apropia formidablemente el documental.

De manera amable la película hace traer a la mente a uno de los grandes documentales de este milenio, Santiago, 2007 de Joao Moreira Salles y a la frase que cita de Herzog “La belleza de una toma, a menudo, esta fuera del guion, y sucede de casualidad antes o después de la acción. La espera, el tiempo muerto, los momentos en que casi nada pasa.”. Valentina va trabajando sobre su propio material haciendo aclaraciones con su voz y permitiendo que se filtren momentos que nos acercan mas a sus protagonistas, incluso a ella misma, dejando en claro el punto de vista con gran respeto.

Difícil es no conmoverse con algunos pasajes de la película, una dificultad que de ser superada no tiene ninguna virtud. Por nombrar algunos: el montaje paralelo entre Nelly cociendo y la aparición de los huesos de Sebastián y Diana, o el final cuando Fátima recuerda la canción que le cantaba a su hija en la cárcel.  La casa de Arguello es la gran opera prima de Valentina Llorens, y afirma durante todo el documental que sin dudas lo personal es político⚫

Titulo: La Casa de Argüello 

Año: 2018

País: Argentina

Director: Valentina LLorens