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La caravana (La Grand-Messe, 2018), de Méryl Fortunat-Rossi y Valéry Rosier

“¿Qué hacer mientras la vida pasa? ¿Qué vida vale la pena vivir?”

Por Mateo Matarasso.

Montañas y cerros. Paisajes alpinos en un estrecho camino de altas cumbres que desafía a quien pretende enfrentarlo. La Gloria in exclesis deo de Vivaldi pareciera retumbar por todo el territorio. Con este épico comienzo, cuyo tono solo será repetido en el clímax, este documental decidirá mostrar a un puñado de jubilados que se instauran al filo del asfalto con sus casas rodantes. Allí, esperan la masa de ciclistas del Tour de Francia que pasará dos semanas después. 

La narración gira entorno a la espera. La cadencia dilatada de lo cotidiano está enmarcada tanto en su estructura capitular como en el ritmo in crescendo del Bolero de Ravel. Esta obra musical no solo funciona como punto de reposo en las transiciones entre secuencias, sino que coloca el tono progresivo del documental. Una serie de escenas en donde estas familias mayores comienzan a tejer vínculos. Pasan los días y lo único que tiene para hacer es conocerse los unos a los otros. Con cierto matiz irónico, los directores exponen las parejas y nos adentran a sus vidas. 

La idea de un grupo de personas reunidas durante días aguardando que pasen unos deportistas suena “irreal”. Hay determinados elementos de lenguaje audiovisual que refuerzan esta sensación y desarman la impresión de realidad que los documentales suelen instaurar. La utilización de planos y contraplanos, las tomas en escenas íntimas o el montaje paralelo aportan a dicho efecto. Podemos pensar que la utilización de estos recursos “de la ficción” incentivan al efecto de extrañamiento que se elabora. Más allá de esto, la narración deja que los personajes interactúen y se limita a registrarlos. Nos reímos, nos angustiamos y conmovemos con sus vidas. Quizás, es la espera ajena que resuena en la nuestra al vernos reflejados. La experiencia de aguardar activamente es lo que se deja entrever en la obra. Seres humanos que, como todos, deben “hacer tiempo” hasta que suceda algo. Mientras tanto, festejan y disfrutan. 

¿Qué hacer mientras la vida pasa? ¿Qué vida vale la pena vivir? Estas preguntas son las que los personajes intentan responder con el hecho de jugar a las cartas, contar anécdotas, caminar por la montaña o tocar música. La obra captura la humanidad de estos personajes. Dejar pasar a tu baño a un hombre que pedalea cuesta arriba. La emoción de aparecer en televisión, aunque sea unos segundos. La angustia que genera escuchar una historia terrible que le pasó a la persona que tenemos delante. Y así, poco a poco, vamos siendo parte de esta “caravana” que espera. 

Van pasando los días. La gente inunda el espacio que supo ser tranquilo. Los maratonistas se acercan y la emoción impregna a todos. Los ancianos se acomodan para el gran día que eventualmente sucede. Emoción e intensidad reinan por el angosto camino mientras cientos de personas pasa frente a las casas rodantes. 

Un fugaz instante de conmoción que deja a su paso otro año más. Comienza nuevamente el ciclo. Si algo muestra este documental, es que el tiempo de esperar puede ser un espacio de goce y de encuentro con los demás. Al fin y al cabo, los ciclistas pasarán el año que viene y lo que importa es qué hicimos mientras tanto⚫

Titulo: La Grand-Messe

Año: 2018

País: Bélgica

Director: Méryl Fortunat-Rossi y Valéry Rosier

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