Jesús López (2021), de Maximiliano Schonfeld
“Repetición y diferencia”
Por Sebastián Francisco Maydana.
¿Quién es Abel? No lo sabemos. Porque desde que empieza la película que lo tiene por protagonista, un poco por mandato familiar y otro poco por las ganas de cambiar de aire y de identidad, Abel empieza a tomar el lugar de su primo Jesús. Un metalero con campera de cuero, pelo largo y amor por la velocidad, Jesús es todo lo que Abel en un principio no es. Pero esa vida de libertad, de andar en moto y correr carreras en un Fiat 600 modificado, y sobre todo no tener que preocuparse por las tareas del campo y por no poder conseguir trabajo en un pueblo quedado en el tiempo, tiene algo de atractivo para Abel. Y sobre todo, está disponible, ahora que su primo falleció en un accidente de tránsito. Las opciones son impersonar al difunto o emigrar a Buenos Aires.
A partir de ese momento nos introducimos en un mundo rural dominado por un rey silencioso y cruel, el monocultivo de soja, que reclama toda la tierra y toda la riqueza del Litoral para sí mismo. Las demás personas sobreviven apenas haciendo lo que siempre hicieron, ordeñar las vacas, juntar los huevos de las ponedoras e ir a la playita a escapar momentáneamente del calor entrerriano. O al baile cuando baja un poco el sol.
La pampa húmeda es retratada de la mejor manera posible, a la hora mágica a través de planos generales abiertos que subrayan la serenidad de la llanura con su eterna profundidad. Por otro lado, el uso de planos generales para situaciones que reclaman más intimidad terminan por achatar toda emoción, todo dramatismo, e impiden meterse en lo que está pasando. Las puestas de cámara sin inspiración ni propósito terminan arruinando un guión que es bueno, coescrito por una de las autoras que mejor sabe contar la provincia: Selva Almada.
En este sentido, en algunas escenas selectas donde realmente tenemos acceso al mundo interno de los protagonistas, nos vemos inmersos en una red de angustias a incertidumbres sobrecogedora. Algunas propias de la edad, y otras propias de crecer alejado de la ciudad, donde “pasan cosas”. Lo importante es que, a través de su experiencia como Jesús, al pasar por ese rito inicial de repetición y diferencia, Abel termina por responderse lo que seguramente se preguntaba cuando por primera vez usó la ropa de su difunto primo: ¿Era Jesús realmente libre? ¿Era feliz? ¿La suya es una vida que vale la pena ser vivida?
Jesús López cuenta una historia profunda de una forma chata, como si fuera todo el tiempo la hora de la siesta, como si el director fuera a la vez y sobre todo un espectador, cuando en realidad los espectadores son los que deberían sentirse un poco directores.
Titulo: Jesús López
Año: 2021
País: Argentina
Director: Maximiliano Schonfeld