If I fall don’t pick me up (2024), de Declan Clarke

En If I fall don’t pick me up, Declan Clarke nos lleva a Berlín en 1974, donde el joven director Walter Asmus, de 32 años, asiste a Samuel Beckett, de 68 años, en su primera puesta en escena personal de Esperando a Godot. Lo que comienza como una colaboración profesional rápidamente evoluciona en una profunda amistad que perdura hasta la muerte del célebre escritor. Clarke narra esta relación con su característico estilo: planos fijos, rodaje en 16 mm y una cuidada combinación de descripciones visuales y sonoras, presentación de archivos y una narración objetiva.

Los archivos que utiliza Clarke son una joya para los amantes del teatro y los seguidores de Beckett: postales recibidas de Beckett, guiones anotados de las obras que ambos montaron juntos y más. Los escenarios son los lugares frecuentados por Beckett durante sus estancias en Berlín y Stuttgart: estudios, restaurantes y parques, todos presentados con una sobriedad y factualidad que realzan el realismo de la obra.

Lo que distingue a If I fall don’t pick me up es la habilidad de Clarke para evocar emociones profundas a través de los hechos más simples y directos. La película se convierte así en un conmovedor homenaje no solo a Beckett, sino a la relación y los valores que la sustentaban: lealtad, fidelidad, sobriedad y rigor. Clarke, al adherirse a estos valores, nos ofrece una revelación: el mundo visto desde su perspectiva es inherentemente beckettiano.

La modernidad, o lo que queda de ella, se muestra en lugares vacíos y desiertos, en arquitecturas mínimas que parecen esperar una obra de Beckett, montada por Asmus. La película, que inicia en las montañas de Wicklow y culmina en el escenario del Gate Theater en Dublín, funciona también como un autorretrato indirecto de Clarke.

Con una narrativa llena de pudor y contención, If I fall don’t pick me up es una obra que refleja fielmente la esencia de Beckett. Clarke ha absorbido la lección del gran Sam, ofreciéndonos una pieza cinematográfica que es, al mismo tiempo, un tributo a la amistad y una meditación sobre los valores fundamentales del arte y la vida.