Hysteria (2025) de Mehmet Akif Büyükatalay

“Entre el fuego y la paranoia”

Por Pablo Gross

En Hysteria, su segundo largometraje, el director Mehmet Akif Büyükatalay nos sumerge en un thriller claustrofóbico donde las tensiones culturales y religiosas se entrelazan con la inseguridad cotidiana. Tras explorar los dilemas religiosos en Oray (2019), Büyükatalay da un paso más allá, creando un relato que, aunque enraizado en la Alemania multicultural contemporánea, resuena con problemáticas universales.

La trama gira en torno a un equipo de rodaje que recrea un crimen de odio ocurrido en los años 90, cuando grupos de extrema derecha incendiaron viviendas de inmigrantes musulmanes. Sin embargo, el proyecto cinematográfico se tambalea al descubrirse un Corán quemado accidentalmente en el set. Esta revelación actúa como una chispa que enciende un conflicto más profundo, donde la realidad y la ficción se mezclan peligrosamente.

En el centro del caos está Elif (Devrim Lingnau), una joven asistente de dirección de origen turco-alemán. Su interpretación aporta una autenticidad necesaria para sostener el drama, especialmente cuando pierde las llaves del departamento del director Yigit (Serkan Kaya) y de la productora Lilith (Nicolette Krebitz). Este detalle aparentemente trivial desencadena una paranoia creciente: un extraño afirma tener las llaves, y lo que empieza como una simple pérdida se convierte en una amenaza latente. Büyükatalay emplea este incidente como metáfora de la vulnerabilidad: esa sensación de que alguien, en cualquier momento, puede irrumpir en nuestra vida privada. Y, de hecho, la película nunca abandona esa atmósfera de inseguridad, acentuada por un diseño sonoro inquietante y una cámara que se mueve con nerviosismo en espacios cerrados.

El director no teme abordar las contradicciones de la sociedad alemana actual. El equipo de filmación, compuesto por artistas liberales, se enfrenta al dilema de enfrentarse a los refugiados involucrados o eludir el problema. Optan por lo segundo, delegando la responsabilidad a Elif, un reflejo de cómo a menudo se evita el diálogo real con “los otros”. Sin embargo, Hysteria no es un sermón. Aunque expone las fallas del liberalismo blanco ante el fundamentalismo musulmán, también muestra las complejidades dentro de la propia comunidad inmigrante. Mustafa (Aziz Çapkurt), uno de los extras y exdirector teatral, desafía la narrativa de la “víctima perpetua” tan común en el cine alemán, añadiendo una capa de autocrítica.

La película se transforma en un drama de cámara en su segunda mitad, donde las conversaciones se vuelven más importantes que las acciones. Pero en lugar de resolver los conflictos, Büyükatalay elige la ambigüedad. No hay redención fácil ni respuestas claras. Al final, el fuego se convierte en una imagen recurrente: lo que comenzó con un incendio controlado en un set termina con una combustión simbólica, donde las certezas de los personajes arden junto con el metraje perdido.

Hysteria no es perfecta: a veces sus giros narrativos pueden parecer forzados y ciertas subtramas quedan sin resolver. Sin embargo, su capacidad para capturar la ansiedad contemporánea, su valentía al abordar temas espinosos y la potencia de sus interpretaciones la convierten en una propuesta valiosa. Büyükatalay nos recuerda que, en un mundo donde la comunicación falla, la paranoia puede ser el peor de los incendios. 

Titulo: Hysteria

Año: 2025

País: Alemania

Director: Mehmet Akif Büyükatalay