En Howl, la directora nos sumerge en un verano suburbano donde la adolescencia y la identidad colisionan con la fuerza de una ola. A través de la historia de Daisy y Lila, dos mejores amigas de 16 años que han compartido todo desde siempre, la película captura con sutileza los momentos en los que las grietas comienzan a aparecer en la amistad más sólida.
El relato arranca con una promesa entre Daisy y Lila: permanecer juntas en una fiesta. Sin embargo, el pacto se rompe rápidamente cuando Lila, ansiosa por encajar, deja a Daisy sola por la atención de un chico. Esta traición silenciosa lleva a Daisy a un rincón del jardín, junto a la piscina, donde encuentra a Drew, una presencia magnética y segura de sí misma. Drew encarna todo lo que Daisy desearía ser y, cuando se inclina para besarla, se enciende en ella una chispa de autodescubrimiento.
Howl aborda con honestidad las complejidades de la amistad femenina y la competencia silenciosa que a menudo se teje entre las jóvenes en un mundo patriarcal. La directora, en su declaración, deja claro que esta historia es, en gran medida, un reflejo de sus propias experiencias. Es precisamente esta autenticidad lo que otorga a la película una resonancia tan profunda. Al explorar la identidad queer de Daisy, la cinta ofrece un espacio seguro para aquellas que no encontraron representaciones similares en su juventud, abriendo una conversación necesaria sobre género, sexualidad y consentimiento.
La película también destaca por su mirada crítica hacia las dinámicas de poder y la vulnerabilidad en la adolescencia. Cuando Daisy, embriagada por su conexión con Drew, ignora la llamada de auxilio de Lila, el filme no ofrece respuestas fáciles. Más bien, obliga al espectador a sentarse con la incomodidad de las malas decisiones, con la culpa y con el complejo proceso de perdonarse a uno mismo.
Visualmente, Howl se construye a partir de un lenguaje íntimo, con encuadres cerrados y una fotografía suave que refleja la fragilidad de sus personajes. Las interpretaciones de las jóvenes actrices son destacables, aportando una naturalidad que amplifica la autenticidad de la narrativa. Howl es una carta de amor a las mejores amigas, un homenaje a las conexiones femeninas que, pese a los tropiezos y malentendidos, pueden convertirse en un ancla en medio del caos.
