Holy Cow (2024), de Louise Courvoisier

“Un lugar duro para crecer

Por Mauro Lukasievicz

Un coming of age que busca ser cálido y conmovedor, explorando los dramas personales de Totone, un joven de 18 años que se encuentra en un camino desafiante pero revelador de la juventud a la madurez tras la trágica pérdida de su padre. El director enfatiza la importancia de la madurez al empujar a su protagonista hacia ella, forzándolo a despedirse abruptamente de su juventud. Totone se ve obligado a asumir la responsabilidad de cuidar de su hermana y así abrazar la adultez en el áspero mundo laboral.

La repetida exclamación “¡Holy Cow!” por varios personajes denota sorpresa y asombro, reflejando la propia experiencia vital del protagonista. De ser un miembro insignificante de su comunidad rural, Totone se transforma en un individuo responsable y apreciado en cuestión de días.

Bañada por completo en una cálida luz natural y acompañada de una suave banda sonora durante la mayor parte de la película, Holy Cow está diseñada para evocar compasión por su vulnerable protagonista, aunque a veces pueda resultar algo obvia y predecible en sus metáforas. El debut cinematográfico de Louise Courvoisier logra mantenerse gracias a un encanto particular, fusionando las tradiciones artesanales de la fábrica de quesos y los jóvenes que intentan cambiar su situación en un pueblo que ha perdido parte de su tradicionalismo. La directora crea un universo donde los adultos apenas tienen protagonismo, dejando espacio para la energía, la vulnerabilidad y el espíritu aventurero de sus jóvenes protagonistas. El campo es bastante agradable, pero puede ser un lugar duro para crecer.

Titulo: Holy Cow

Año: 2024

País: Francia

Director: Louise Courvoisier