Hater (2020) de Jan Komasa”

La película transcurre en Varsovia. Los personajes son varios, pero todos obedecen a las necesidades del personaje principal. Un muchacho de un poco más de veinte años que acaba de ser expulsado de la Universidad de Derecho por haber plagiado un ensayo. Debido a eso, el muchacho, un auténtico sociópata y manipulador de nombre Tomek, pierde el sustento económico de sus padrinos, por la expulsión que secretamente le confiesa a la hija de ellos. Gaby, de quien secretamente está enamorado desde hace siete años, fue la que lo delató. Debido a eso, Tomek busca un trabajo que le permita pagar el departamento que renta después de dejar su habitación en el campus universitario. Entonces conoce a la directora de una agencia de publicidad. Y en ese momento comienza su carrera de troll.

El primer trabajo, por encargo de misteriosos y secretos clientes que se ocultan bajo un contrato de confidencialidad, le solicitan a la directora que empiecen una campaña para desprestigiar a una dietóloga y promotora de la vida sana que ha ganado muchos seguidores en Instagram por las bebidas que recomienda. Las ideas de Tomek son básicas, al principio. Crear cuentas falsas para difamar los métodos de la dietóloga, opiniones en foros que contradigan sus métodos y fake news de supuestos expertos. Pero eso, dice la directora de la agencia de publicidad, ya se le ocurrió a otro empleado. Entonces, Tomek sube la apuesta. Hashtag #SeMePusoLaPielAmarilla. Tomek saca fotos de su falsa mano amarilla, haciendo culpable de ello a la dietóloga por beber lo que ella recomienda en sus videos. Inmediatamente, la psicosis colectiva o un efecto sugestivo masivo logra que la etiqueta se transforme en tendencia en las redes sociales. No pasa una semana hasta que la dietóloga, llorando, se despida de sus seguidores, a quienes les dice que no soporta tantos mensajes de odio, y que por eso decide cerrar su cuenta. Ese es, entonces, el primer trabajo que realiza Tomek y lo que le permite tener un ascenso. Si bien no económico o social, al menos temático. Ahora se encargará de la política, le dice la directora.

En Polonia, y principalmente en Varsovia, hay grupos fascistas y de extrema derecha que, poco a poco, se han ido radicalizando. Exigen a las autoridades una Europa blanca y cristiana solo para los europeos. Demandan que no ingresen más refugiados o musulmanes al país. El odio contrasta con un político progresista, homosexual y promotor de la ayuda a refugiados, allegado a la familia que apadrinó al muchacho. Tomek, un sociópata en ascenso, consigue retomar el vínculo con la familia y acercarse a Gaby, de quien sigue enamorado. Es cuando conoce al político en campaña. No tarda en afiliarse al partido de aquel, con el fin de investigarlo y promover escándalos públicos. Lo que logra cuando lo droga y lo convence de entrar a un bar donde lo fotografían con otros hombres. Lo que hasta ese momento era un secreto, la sexualidad del candidato progresista, entonces se hace pública. Eso, el escándalo, que fue un pedido de un cliente secreto, que luego sabemos que es el candidato del partido opositor, promueve a Tomek un respeto y un ascenso en la agencia de publicidad. Allí, entonces, intensifica su tarea de troll. Crea cuentas falsas, promueve la violencia y la marcha, y las contramarchas, la arenga y la exaltación, el vitupero y la masificación de imágenes que muestran, de un lado y del otro de la política, una captación de muchedumbres que fomentan el pensamiento extremo. Por supuesto que, de un lado están las políticas progresivas, y del otro lado el racismo, el odio y la xenofobia. En ese ambiente, Tomek, que quiere conocer mejor a los extremistas, ingresa a un grupo de hombres blancos y anticomunistas que les gustan las armas. Es donde conoce a uno de los que será su herramienta. Un muchacho obeso que pasa todo el día jugando rol y que vive con su abuela. Tomek, que ve en esto una nueva estrategia para su plan en ascenso, y para satisfacer al cliente de la agencia de publicidad y a la directora, se crea un avatar e ingresa al juego. No tarda en contactar al avatar que será su herramienta. El muchacho obeso, muy influenciable, es paulatinamente sugestionado para que cometa un hecho extremo en un acto de campaña del político progresista. Lo tiene que hacer por la causa, le dice Tomek que, en el juego de rol, es una mujer estandarizada como hermosa. Pero el muchacho obeso pide dinero. Tomek le dice que lo tendrá. Es cuando seduce a la directora de la agencia de publicidad. Luego de mantener relaciones con ella, la convence para que le transfiera dinero para hacer el trabajo que ella también sabe hará bien. Tomek, un estratega que va cubriendo sus pasos tan bien como afiliarse al partido del político progresista, o ingresar nuevamente a la familia que lo apadrinaba, o hasta comenzar a tener una relación con Gaby, solo quiere que se cumpla el último de los desenlaces que amerita tan extenuante trabajo de troll y espía, de avatar e hipnotizador. Tomek quiere que el trabajo se complete con la masacre que meticulosamente planeó e implantó en la cabeza de aquel muchacho extremista y radicalizado que no tiene convicciones o pertenencias, y que anhela ser parte de algo importante. El fin secreto es pertenecer. No es lo mismo ser nadie, en un mundo anónimo, que ser un extremista y fomentar ese odio con otros que acaso algún algoritmo les indicó que piensan como él. De alguna forma, para aquel muchacho que juega todo el día rol, la oportunidad de hacer algo por la causa que los aúna a todos, por la causa que tiene como objetivo una Europa libre de la que llaman una invasión planeada y meticulosa de refugiados o musulmanes, le permitirá ser reconocido por el grupo al que anhela representar con sus actos. Y Tomek lo sabe. Lo sabe porque es un estudioso experto de las personalidades influenciables. Por eso, una noche cubre su rostro e ingresa y mata al sereno de una armería. Ya antes había obtenido el dinero que le había pedido aquel que utilizaría como herramienta para perpetrar la masacre. Ahora le consigue la ametralladora con la que irrumpiría en el acto de campaña. Y llega el día, y llega la noche, y un desconocido encapuchado ingresa al acto de campaña y asesina a todo el que se cruza en su camino. Entre ellos, al político progresista que promulgaba la tolerancia y el diálogo.

Por un motivo que no coincide con la personalidad de Tomek, pero que puede tener que ver con salvar a Gaby del asesino sugestionado, en el momento en el que se queda sin municiones, salta sobre él y lo golpea. De parte de aquel que es su herramienta recibe unas cuchilladas en el torso que lo convertirán en un héroe que evitó una masacre mayor. Los informes psiquiátricos terminarán por decir que el atacante era un extremista que creía escuchar voces en juegos de rol que le decían que tenía que matar a todos los que acudieran al acto de campaña. Cuando Tomek vuelve al trabajo, es promovido, consigue que despidan al otro empleado que rivalizaba con él y comienza una relación más seria con Gaby. Y, si bien no está textual en la película, ciertamente es importante saber que Tomek es felicitado y enaltecido en los medios de comunicación por el político opositor que costeaba la campaña de desprestigio del asesinado. Y eso permite saber que el próximo paso del sociópata y manipulador de masas será ingresar, con esas mismas condiciones, como político. Acaso porque la familia que lo apadrinaba, la de su novia, fueron los que promovieron y pagaron por la campaña del progresista asesinado.

¿Por qué partido se postulará? ¿Por la de la familia de su novia, progresistas y tolerantes? ¿O se postulará por la de aquel político que promueve el racismo y la xenofobia, y que fue el que pagó por la campaña sucia? Ciertamente, a Tomek, un sociópata y estratega, no le importan las apologías y los dogmas, los manifiestos y las propuestas de campaña. A Tomek solo le interesa ascender jerárquicamente. No importa quién sea el jefe. Solo desea tener más poder y así conseguir lo que quiera. Y eso puede ser una mujer, como Gaby, la destrucción de un candidato, o la promoción del odio. Porque, claro, un sociópata, es eso. Una persona sin empatía o compasión por el otro.