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Gasoline Rainbow (2023), de Bill Ross IV y Turner Ross

Jóvenes y aburridos”

Por Andrés Brandariz

Enmascarado como novedad,  gran parte del cine independiente norteamericano parece haberse replegado en la elementalidad descriptiva. El espacio de apreciación adecuado para estas películas pareciera ser ya no la sala, ni siquiera la plataforma de nicho, sino los interminables perfiles de redes sociales dedicadas a rescatar fragmentos e imágenes alineadas con el zeitgeist estético imperante. Es el caso de Gasoline Raibow, la más reciente película de los hermanos Ross (otra dupla de hermanos realizadores más y van…) que pasó por el más reciente Festival de Venecia y aterrizó en MUBI –plataforma, corresponde decirlo, con una notable debilidad por este tipo de cine-. 

Gasoline Rainbow aúna dos matrices narrativas por demás gastadas en el pasado reciente: la del paso a la adultez (coming of age, que le dicen) y el viaje de descubrimiento por autopistas y camino (road movie). Protagonizan cinco adolescentes, cuyos nombres e identidades bien podrían ser intercambiables. Hay entre ellos algunos puntos en común: haber asistido a la misma secundaria, un deseo de encontrar un mundo más allá de los enjutos límites del pueblito de Oregon en donde viven y la sensación de que, por diversas causas (violencia familiar, extranjería, racismo), el entorno en el que viven los expulsa. A lo largo de las casi dos horas de película, no sabremos mucho más de ellos; a los Ross parece resultarles suficiente caracterizarlos a partir de sus carencias y dejan que la fotogenia (indudable) de los jóvenes intérpretes haga el resto. 

Sin dilación, empieza el viaje y se acumulan personajes, situaciones y reflexiones en off dispersas. El montaje combina un registro prolijo, esteticista, más tradicionalmente “cinematográfico” con la cámara en mano e incluso imágenes registradas con el celular de los chicos. El resultado es el establecimiento de una temporalidad altamente subjetiva, más un fresco de impresiones que un relato causal. 

Toda película es un documental de su propio rodaje, y Gasoline Rainbow parece tomarse la premisa muy a pecho. La película está salpicada de momentos de gran espontaneidad, tanto en los intérpretes como en los hallazgos que los Ross realizan por el camino (un plano de una vaca cagando en medio del campo irrumpe de manera tan imprevista como hilarante). El problema es -como en cualquier obra artística que recae fuertemente en la improvisación- que las ocurrencias corren el riesgo de no revestir demasiado interés, más que para aquellos involucrados en la creación de la obra.  

Es esto mismo lo que ocurre cuando la última secuencia –que pretende imbuirnos de cierta emoción apelando a la música y, nuevamente, a la fotogenia de los intérpretes- nos deja con la sensación de que hemos visto poco, poquito, nada. Hay buenas intenciones en Gasoline Rainbow: su elenco de adolescentes, parece, realmente, un grupo de adolescentes; el montaje es un esfuerzo nada desdeñable por aproximarse a la sensibilidad centennial; a la vez, incluye esta sensibilidad dentro de una larga tradición narrativa norteamericana, desde On the Road de Kerouac hasta Easy Rider de Dennis Hopper. 

Lo que uno se pregunta es si la manera de actualizar estas matrices implica necesariamente la dilución de sus aspectos más combativos, su raíz ideológica y vanguardista. Cuando el moderado furor que esta película desate (siempre en un nicho, por supuesto) quede relegado a alguna mención aislada en una cuenta de redes sociales dedicada al cine, probablemente nos preguntemos por qué estos jóvenes se consideraban a sí mismos tan inadaptados, contra qué se rebelaban, qué querían. Es probable que las respuestas no acudan y, rápidamente, nos olvidemos de ellos. 

Titulo: Gasoline Rainbow

Año: 2023

País: Estados Unidos

Director: Bill Ross IV y Turner Ross

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