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Fario (2024), de Lucie Prost

Atrapar al pez fluorescente

Por Malena Vain

 

La película de Lucie Prost narra la historia de Léo, un ingeniero experto en pesticidas residente en Alemania, que regresa a su Francia natal. El motivo de su retorno, al menos conscientemente, es ejecutar la venta de las tierras heredadas por su padre. Durante una visita ociosa al río, observa que las truchas de siempre ahora tienen un destello diferente. A partir de ese descubrimiento, Léo inicia una investigación privada sobre los metales pesados provenientes de la mina, que devendrá también en una exploración interior sobre el trauma por la muerte de su progenitor. 

El duelo paterno en la película de Prost se explora a través de una intriga. Léo es presentado como un ser disociado, seco, afligido por problemas de impotencia, y motivado por conseguir dinero. Es el único de su familia que quiere vender las tierras que heredó, y esto es reflejo también de una forma de relacionarse con aquella ausencia. Mientras Léo niega y prefiere deshacerse de aquello que lo une a su padre, otros resignifican, como la madre, que presta parte de sus tierras a un primo para que avance con su granja. En una escena inicial, durante una fiesta, una amiga de Léo lo maquilla con brillos, como una premonición de una historia donde el pasado brilla en las superficies, atravesado metafóricamente por los paisajes y detalles que resuenan en la historia personal del protagonista.

Fario logra mantener el interés del espectador gracias a su enfoque tanto visual como simbólico. Quizás enfrenta el desafío de excederse en esa señalética, o abarcar múltiples tramas que a veces se entrelazan de manera forzada o fortuita para converger en la línea de la investigación. Sin embargo, esto es también síntoma de una película que narra la obsesión por la búsqueda del sentido, la puerta hacia una posible transformación de la disociación a la confrontación, tanto emocional como política.

Es probable que nada sea más diferente de una película de Lynch que la de Prost, pero en algo coinciden: la búsqueda de “atrapar” un pez brillante (dorado o fluorescente), como una forma de sanar la rabia o el limbo, de habilitar el proceso personal, de trascender cierto estado emocional congelado hacia uno más vivo y presente. Los metales pesados que contaminan las aguas del río de su infancia, tanto literal como metafóricamente, siendo purificados por la autora para dar lugar a cierta claridad narrativa.

La historia de Fario no tiene divanes ni divinidades, sino un personaje con una intuición racional que insiste en examinar las profundidades incluso cuando los primeros testeos le digan que allí solo hay peces. ¿Por qué? Para demostrar(se) que aquel río de su infancia ya no es el mismo.

Titulo: Fario

Año: 2024

País: Francia / Alemania

Director: Lucie Prost

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