Por Mauro Lukasievicz
¿Cómo conociste a Alejandro y qué fue lo que te motivo para documentar su inusual trayecto?
Con Alejandro somos amigos hace unos cuantos años, si bien no nos vemos muy seguido. Él estaba de viaje por Canadá en el 2018 cuando decidió comprarse el monociclo y en seguida se le vino la idea de la travesía. No era la primera vez que hacía algo similar, ya había recorrido el río Uruguay en kayak y todas las capitales de los 19 departamentos en bicicleta. Siempre poniéndose metas en cantidad de días. La diferencia ahora era que nunca había montado un monociclo hasta el momento en que se compró uno. Y dos meses después ya estaba embarcándose en este viaje. En seguida que se le ocurrió la idea de la travesía me llamó y nos juntamos, me contó que quería atravesar el Uruguay a lo largo en este vehículo que todavía estaba aprendiendo a usar y me propuso acompañarlo. La idea de que tantas cosas podían salir mal en todo esto ya me pareció lo suficientemente interesante como para filmarlo.
¿Qué fue lo más complicado para llevar adelante la filmación en términos de logística?
Probablemente el hecho de que éramos solo tres personas que pasábamos casi tanto tiempo en la ruta como Alejandro y que de alguna manera nos subimos al viaje de no saber qué va a pasar junto con él. Ninguno conocía la ruta, improvisábamos los lugares donde parábamos a dormir sobre la marcha y teníamos que encontrar el balance de los tiempos entre comer, filmar, descargar material, dormir y todo de nuevo siguiéndole el ritmo porque la meta eran los 660 km en 10 días.
Decidiste no sólo filmar y mostrar el viaje en sí sino también todos los infortunios que se fueron generando. ¿Por qué lo decidiste de esa forma?
Lo loco de todo esto es que había tantas cosas que podían salir mal que un poco fuimos a por eso. La idea es invitar al espectador a ser uno más en el viaje, como nosotras, que si bien somos equipo de rodaje también somos parte de la película. Involucrar al espectador de manera que sienta las mismas ganas de nosotros de llegar a la meta.
Fueron muchos días de filmación y de cruzarse con gente. ¿Cómo fue la recepción de las personas en el día a día del viaje?
No pudimos tener más suerte. Todo el mundo nos recibió super bien en todos lados. En salto, donde nos retrasamos por el tema de las lesiones, encontramos una familia que nos brindó su casa y nos abrió las puertas de una manera increíble. Compartíamos almuerzo, nos lavaron la ropa, realmente nos adoptaron por tres días.
¿Cómo se financió 660 km?
La travesía salió adelante gracias a la perseverancia y las ganas de Alejandro de hacerlo. Él se movió mucho para conseguir todo lo necesario para hacer el viaje. Los equipos de filmación, cámara, sonido y demás eran nuestros y cosas que conseguimos prestadas, así que fue todo muy a pulmón.
Con tu primer cortometraje A tus ojos habías ganado mejor cortometraje uruguayo en el festival internacional de cine de Uruguay. ¿Sentís que ganar el premio te abrió algunas puertas?
En parte si. Todo reconocimiento que obtengas con tu trabajo siempre va a ser una buena referencia para futuro. Creo que a nivel local y nacional tiene su impacto, pero un premio tampoco te asegura nada, hay que mantenerse activo cosa que a veces cuesta pero es así.
¿Te encontrás trabajando en otros proyectos?
Si. Este mismo proyecto 660 km es un work in progress del que pretendemos hacer un largometraje. Lo que se vio el domingo en el Festival Internacional de Punta del Este es la introducción al viaje al que le queda mucho trayecto y del que tenemos bastante material. Fuera de eso tengo un proyecto de serie de ficción con el cual estoy hace unos años y además empezando a desarrollar mi primer guión de largometraje.
Título: 660KM
Año: 2019
País: Uruguay
Directora: Vanesa Guala