Por Mercedes Orden
En Gran Orquesta se cuenta la anécdota de cómo diste de casualidad con un baúl donde estaban las partituras de una big band porteña de la década del ‘40, la de Héctor y su Jazz. ¿Qué recorrido tuvieron que hacer esas partituras?
Las partituras fueron halladas en el año 2000, durante catorce años conservé el baúl intacto. De hecho, hasta que no arrancó la investigación, para lo que posteriormente se transformó en una película, jamás había sacado todas las carpetas con partituras del baúl ya que suelo ser muy cuidadosa con los archivos huérfanos bajo la premisa de que atesoran una información vital de lectura que uno puede llegar a desconocer hasta pasado un tiempo. En 2014 comencé una investigación personal en torno al baúl, la idea inicial era encontrar a alguien vivo de la orquesta y devolverle estos documentos, no hacer una película. A medida que avanzaba sobre la historia de esta formación e iba descubriendo aquel brillo y la magnitud de esta orquesta mi curiosidad aumentaba también. ¡Necesitaba escucharla! Creo que fue con la primera escucha de una grabación de Héctor y su jazz que la investigación cobró un giro real y se transformó en un proyecto formal de investigación.
¿Cómo fueron que las partituras llegaron a un contenedor de residuos?
Esa pregunta y el por qué fueron definitivamente el gran paréntesis en la traza histórica. Recién en 2018, con la película ya en postproducción, la verdad saltó a la luz: tras la muerte de Héctor Lomuto (en 1968, quien increíblemente muere abrazado a un árbol exactamente en el mismo lugar donde hallé las partituras), su viuda, Maria Adela, conserva las pertenecias de su marido hasta su traslado a un geriátrico en el año 1996, aproximadamente. En aquel momento ella llama a Ricardo Risetti para ofrecerle todo el material perteneciente a Héctor y su jazz antes de mudarse (Ricardo por aquellos años había editado Memorias del jazz argentino, libro de cabecera para cualquier investigador de jazz local que se precie). Ricardo recoge fotos y discos y se va. Al tiempo Ricardo llama a un coleccionista amigo, Normando, le avisa que la viuda de Lomuto piensa mudarse y que está donando el material de Héctor. Normando va, se lleva fotos, se lleva discos, ve el baúl, piensa que es ropa vieja y se va. Maria Adela (viuda y sin herederos) fallece dos años más tarde en un geriátrico. El departamento se vende, se inician obras, se vacía, se tira lo que queda a un contenedor de escombros y ahí es donde paso yo caminando.
¿Cómo fue que todo eso se materializó en una película?
Lo primero fue digitalizar las partituras (tarea que me llevó ocho meses de trabajo) para resguardar estos documentos y para evitar manipularlos en su estudio. Obtuve el apoyo del Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias en esta etapa y posteriormente el boceto de proyecto documental tuvo el apoyo del Programa de Mecenazgo y terminó de gestarse con el marco de Ibermedia. El impulso personal había excedido sus fronteras y ya avanzaba en un terreno de trabajo conjunto con otros profesionales. No fue hasta un año más tarde que el INCAA aprobara la financiación de Gran Orquesta (a través de las vías de financiación de documentales digitales) gracias a lo cual se inició el rodaje de la película.
Considero muy bien lograda la investigación y la recolección de materiales, ¿Cómo se llevó a cabo el trabajo con el material de archivo?
La primera enorme labor (invisible en la película) fue la digitalización de las dos mil partituras manuscritas, como te contaba. Luego se segmentó el trabajo en dos grandes grupos: archivos públicos y archivos privados. La conclusión más dolorosa e increíble (o no tanto) fue que el grueso de material surgía del ámbito privado (familiares, coleccionistas, historiadores, melómanos y músicos contemporáneos a Héctor). Se agotaron las instancias en lo que antiguamente había sido Radio El Mundo (la historia del patrimonio Radio El Mundo es muy triste, ¡se perdió casi todo!). No existen casas de altos estudios sobre jazz en Argentina así que se agotaron las instancias de los amigos del Tango (como la casa del Tango o la Academia del tango), se trabajó durante meses en la Biblioteca Nacional, AGN, Museo del Cine, Dirección General de Patrimonio, se extrajeron en proporción solo una tercera parte de los archivos de franja pública. De cualquier forma, considero que el formato audiovisual quizá no es el formato donde pueden lucirse de la mejor manera todos los archivos que fueron recogiéndose (y rescatándose) durante la investigación. Mucho (muchísimo) material fotográfico y archivos sonoros quedaron fuera. En una pieza audiovisual manda la mirada del espectador, la obra tiene sus límites y sus características por tanto forzar a mostrar todo suele resultar abrumador y poco atractivo. Gran Orquesta es la punta del iceberg, aún hay mucho que contar (y que mostrar).
El otro gran punto es el relato oral, ¿De qué modo fuiste dando con los testimonios que aparecen?
Del mismo modo que la difícil misión de llegar a los archivos que atestiguaran la época fue el camino recorrido hacia los testimonios de sus protagonistas. Gracias a otros músicos, a contemporáneos de la orquesta, a melómanos, investigadores, colegas…. a esa gran red que se teje cuando uno pone la cabeza, el corazón y todo su tiempo, pude acercarme a los familiares de los músicos de Héctor y su jazz. Pensemos que muchos de estos músicos no estaban sindicalizados (o no fueron autores y por tanto no estaban inscriptos en SADAIC). Peor aún fue el caso de los crooners y las lady crooners quienes ni siquiera eran considerados intérpretes por lo que en algunos casos (con suerte) se inscribían en el Sindicato de Variedades, pero no todos. Lamentablemente ese sindicato desapareció durante varios años y, comoconclusión, los registros y el paradero de, por ejemplo, Elba de Castro o Lilian Red (ambas cantantes de Héctor) no existían. Fue un camino duro, donde perdí mucho tiempo vital, y no es metáfora, fallecieron varios colaboradores en esos años en que buscaba el paradero de estos artistas, por nombrar algunos: el Negro González, Leopoldo Federico, Mario Abramovich, Luis Caruso. El tiempo no espera a nadie. Es por esto que decidí trabajar sobre la figura de un coro (compuesto por las voces de todos) donde se recompone la historia, siempre imperfecta, siempre subjetiva, siempre una interpretación.
¿Cuándo y por qué pensaste en la participación de Sergio Pángaro?
Lo primero que pensé fue en Sergio, antes incluso de pensar en una película. Es un artista asombroso, con una enorme capacidad de adaptación y a quien admiro muchísimo. Al mismo tiempo, Sergio me recordaba, en el escenario, aquel destino trunco y progresivo olvido de las grandes orquestas argentinas. Todo el equipo que trabajó sobre la música, desde Sergio hasta Cocó Muro, pasando por Valentín Reiners, los dieciocho músicos de la Big Band del Manuel de Falla y por supuesto Abel Corriale (hijo de Pepe Corriale, baterista de Héctor) nos vimos afectados por la exhumación de estas partituras y el jazz blanco de Héctor y su jazz, como en un ejercicio de pasaje, siendo nosotros el canal.
¿Cuánto tiempo te llevó realizar el film y cómo se financió?
Me llevó cinco años aproximadamente. El 60% de este proyecto se financió con fondos personales y desdoblándome en las labores de guionista, directora, productora, editora, diseñadora y agente de prensa ad honorem. Durante la investigación fue fundamental la colaboración del Fondo Metropolitano y el programa de Mecenazgo. Durante el rodaje fue de suma ayuda la participación del INCAA.
¿Cómo ves el estado actual del cine argentino?
Quizá deberíamos empezar a preguntarnos cómo vemos el estado actual de las y los cineastas argentinos. Desde dónde y bajo qué condiciones estamos produciendo. Cómo estamos llegando a financiar nuestros proyectos y cuál es el riesgo de mantener en el tiempo este esquema de trabajo (precario, esclavo, infravalorado) y sobre todo qué pasa después de tremendo sacrificio con las películas nacionales, su destino es limitadísimo, no hay salas de exhibición, no hay difusión (para documentales el INCAA no tiene ayudas a la difusión en vía pública). Llegado a un punto, quizás estamos forjando una producción de cultura bajo estándares hegemónicos que nada tienen que ver con el ímpetu artístico, ni los lenguajes, ni las ideas locales. A la larga: obligando a los cineastas argentinos a dejar de producir para dedicarse a otra cosa (que pague las facturas de luz, gas, agua) es decir a la desaparición del cine nacional.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto que quieras contarnos?
Actualmente estoy abocada a la distribución y estreno de Gran Orquesta y trabajo en forma paralela en la concepción de un libro interactivo que acoja todo el material de investigación reunido en estos cinco años, tanto de Héctor y su jazz como como de otras orquestas contemporáneas a Héctor (desde 1920 a 1960, años de gran transformación del género y de cruces con otros géneros como el tango y el rock en nuestro país). Esta edición (que debería ser gratuita y de edición libre para crecer en el tiempo) incluirá por supuesto el 100% de las partituras manuscritas halladas en la basura, toda la música rescatada y digitalizada de discos de pasta, fotografías inéditas, archivos fílmicos, fragmentos de entrevistas que quedaron fuera de la película y grabaciones en cinta abierta con entrevistas a músicos argentinos que ya no están, links a trabajos de otros colegas y una base de datos sobre el estado y paradero de estos músicos. Un libro que para mí representa un legado para investigaciones futuras, cuando yo tampoco esté en este mundo⚫
Título: Gran orquesta
Año: 2019
País: Argentina
Director: Peri Azar