Entrevista a Natalia Imery Almario, directora de Dopamina
Por Belén Ruiz Jelenic
Un autorretrato documental que nos introduce en la historia de la directora y el diálogo que mantiene con su familia, su novia y su amiga. La protagonista nos sumerge en conversaciones íntimas situadas una década después del diagnóstico de Párkinson de su padre y de una crisis familiar tras confesar que le gustaban las mujeres. Una cámara testigo que nos comparte las certezas, las incertidumbres y las contradicciones de sus protagonistas. Natalia contrapone la participación de su padre y su madre en grupos de izquierda, que luchaban por la libertad, con el rechazo que recibió por su orientación sexual. El relato reflexiona sobre los mandatos, la sexualidad y las ideologías. La película está intervenida con material de archivo y filmaciones caseras.
¿Cómo nació la idea de contar tu historia desde una perspectiva autobiográfica?
Dopamina nace de una profunda necesidad de comprensión y comunicación; yo quería entender muchas cosas sobre la vida de mi madre y mi padre, y quería que ellos comprendieran la mía. En este camino de encuentros y desencuentros entre nuestras generaciones, atravesadas por el hecho de ser una familia y construir un camino juntos, fue el nacimiento de esta película. Un espacio vital ficcionado y documentado donde revivimos vivencias y emociones del pasado y las llevamos a materializarse. Filmar da la posibilidad de hacer existir, crear un momento y darle la importancia que quizá de otra manera no hubiese tenido. Narrar tu propia historia es un compromiso con una misma y con nuestro tiempo.
A partir del diálogo de tu sexualidad con tu familia, tu novia y tu amiga, muchas personas pueden sentirse identificadas ¿Cuál es el principal mensaje y propósito de la película?
Es una gran pregunta y creo que tiene múltiples respuestas. Yo te daré la mía, pero espero que cada persona pueda darle la suya. Con Dopamina quería construir una posibilidad, hacer real un diálogo entre diferentes generaciones, cada una con sus dolores y sus alegrías. En el caso puntual de mi sexualidad y homosexualidad, sentía importante poder construir un puente de diálogo con mis padres, y entre mi pareja y mi amiga (ex pareja) donde pudieramos hablar sobre el amor y la sexualidad e intercambiar experiencias, intentando sobre todas las cosas escuchar, algo que durante muchos años en mi adolescencia me faltó. En la medida en que le damos lugar al otrx, y comprendemos también su lugar, aparece la posibilidad del diálogo y de convivir pacíficamente y amorosamente desde la diferencia. La reconciliación con los dolores pasados era también una búsqueda y un proceso de reconciliación. Y así, quizá ese reflejo pueda resonar en la vida de les otres, y de esa manera construir un diálogo colectivo. Eso es algo que necesitamos mucho por estos tiempos sobre todo en Colombia, donde tenemos muchos conflictos, tan antiguos y sin resoluciones que han creado un estado de violencia que pareciera no tener salida.
El largometraje registra tu mirada detrás y delante de cámara ¿Cómo experimentaste el proceso creativo y el doble rol durante la realización?
Inicie el proceso de este documental como una home movie, registrando todo con diversas cámaras caseras y a partir de ahí salió un primer corte, que después de varios años de trabajo, me di cuenta que no era la película en sí misma, sino un material de investigación; del cual salen fragmentos en las partes de los sueños. A través de asesorías, investigación personal y conversaciones con amigues, me di cuenta que yo debía estar ahí como personaje principal, puesto que las preguntas estaban atravesadas por mí y la experiencia de mis dos mundos: el de mi pareja y amigues y el de mi familia. Después en el camino me di cuenta que era un acto también de responsabilidad ponerme frente a la cámara, asumir mi presencia y mis experiencias de la misma manera que les otres asumieron las suyas. Uno de los ejercicios más importantes para poder empezar a escribir y trabajar mi personaje dentro de la película fue escribir el guión en tercera persona, hablar de mi como si fuera alguien más que yo estaba observando y a quien conocía muy bien. Después durante la etapa de montaje fue vital, la participación de la montajista, el productor, de fotografía, mi pareja, mi familia, mis amigues y los asesores que me ayudaban a generar una perspectiva de distanciamiento, al opinar sobre los cortes de montaje que íbamos realizando.
También decidiste intervenir con material de archivo y filmaciones caseras de tu infancia ¿Cómo desarrollaste la selección y la búsqueda del material?
El material de archivo y filmaciones caseras, como te contaba anteriormente, fue lo primero que apareció; lo fui recolectando durante varios años de grabaciones e investigación en mi propia casa, con la necesidad nuevamente de entender mi lugar de enunciación y de comprender mi propia historia. La selección final del material que aparece en la película, la fuimos encontrando a través de las diferentes instancias de escritura, desde el guión literario, el rodaje y el posterior montaje, donde buscamos hilar los eslabones necesarios para que la historia se entendiera.
¿En qué te transformó profundizar en tu historia junto a tus vínculos más íntimos?
Yo creo que esta película me transformó de formas infinitas, algunas de las cuales seguramente aún no soy muy consciente y será a través del paso del tiempo que lo podré ver. Pero las que tengo claras son, la idea de la escucha, trabajar sobre esto fue muy importante para mi, darle valor al lugar del otrx y de la misma forma que le daba el valor a mi lugar a mi posición. La paciencia para desarrollar un proyecto de largo aliento, donde muchas veces no se le ve ni pies ni cabeza. Tener la confianza, creer y fortalecer la intuición para seguir trazando un camino que no existe.