Entrevista a Martín Rejtman

“En La práctica hay un elemento fantástico, pero es muy efímero, dura casi nada. Y justo coincide con un momento en el que la tierra tiembla y las cosas se mueven. El momento es fantástico pero casi podría no serlo. Me gusta ese límite un poco ambiguo.”

El yoga, como práctica central de la película, tiene una carga simbólica que parece ir más allá de lo físico. ¿Qué te llevó a elegir esta disciplina como marco para explorar la vida de los personajes?

Siempre se dice que el yoga consiste esencialmente en estar presente. Y eso coincide un poco con el estado de los personajes sobre los que escribo, que viven en un presente continuo, como si el pasado y el futuro no tuvieran peso. Esa liviandad de los personajes podría ser también la liviandad que se consigue con la práctica física del yoga: las asanas (posturas) crean espacio en el cuerpo, abren el cuerpo, le quitan peso. Desde que empecé a practicar yoga, hace más de 25 años, pienso en esta especie de coincidencia de “estados”, el del yoga y el de mis personajes,  y me pregunto cómo nadie se da cuenta. Para mi siempre fue muy claro que el estado presente de los personajes y la falta de juicio tienen que ver con este tipo de prácticas, pero como nadie nunca lo señaló, supongo que tuve que hacer una película para ponerlo en evidencia.

En la película también la idea del yoga  aparece como una vía para alcanzar el equilibrio, pero además parece cuestionar su efectividad para todos los personajes. ¿Querías explorar la idea de que hay distintos caminos para llegar a un mismo lugar emocional o espiritual? 

La pregunta me hizo pensar en el final de Pickpocket por esa frase genial que lo que en realidad nos dice es que ese camino extraño es la película que acabamos de ver. Las películas que me gustan por lo general son caminos extraños. Y en las mías siempre busco un equilibrio. Lo que se desequilibra en la trama tiene que volver a equilibrarse. Pero en ese reordenamiento las cosas no quedan exactamente igual, siempre hay algo que se pierde. Por otra parte, cuestionarse la efectividad de algo que sirve para llegar a un lugar emocional o espiritual me parece lo más natural.

Siento que hay algo en la narrativa que es muy observacional, donde los diálogos son escasos, pero significativos. ¿Cuál es el valor de ese silencio y de los espacios vacíos en la construcción de la historia?

Para mí, curiosamente, la película está estructurada alrededor de los diálogos. Hay un par de momentos de silencio, el más particular es la larga caminata de Gustavo por el bosque. Mi percepción es que es una película llena de diálogos, y con la escena larga y silenciosa del bosque quería hacer un contrapunto, un momento en donde no hubiera palabras, un descanso.

¿Y hasta qué punto podemos encontrar elementos autobiográficos? ¿Podríamos decir que Esteban Bigliardi funciona como una suerte de alter ego tuyo en la película?

Quise jugar con cierto parecido físico que tenemos Bigliardi y yo, escribí el guión de la película pensando en él. Practico yoga hace mucho tiempo. Me rompí un menisco. Me caí en una alcantarilla en Santiago de Chile la noche antes de ir a un retiro de yoga (risas). Pero la película no tiene nada que ver conmigo.

Me quede con una idea de que los personajes de La práctica parecen estar atrapados entre la búsqueda del bienestar y una vida urbana alienante. ¿Querías explorar esta tensión entre el deseo de armonía y las dificultades del día a día?

Un poco sí. La idea del retiro como escape de la vida urbana y de la “realidad”, y el bosque como escape de la vida más armoniosa del retiro. Siempre hay una fuga, nunca hay satisfacción plena.

También suelen estar marcados por una suerte de alienación o desconexión, pero siempre dentro de un humor que aligera lo tenso que puede ser eso. ¿Cómo trabajas este equilibrio entre lo existencial y lo cómico en tu cine?

Me intereso por lo cómico, el humor por lo general genera liviandad. Lo existencial, supongo, es lo que no puedo evitar. Siempre las películas terminan corriéndose un poco del registro de la comedia y se cuela algo de melancolía. Supongo que esa melancolía será el costado existencial de las películas. 

Algo que me parece genial en tu cine es el uso de lo fantástico de una manera sutil, muy alejada de la ciencia ficción. ¿Qué es lo que más te interesa de trabajar con ese tipo de elementos?

Me gustan las películas en las que puede pasar cualquier cosa. En las comedias puede pasar cualquier cosa y en la ciencia ficción puede pasar cualquier cosa, pero no me tienta mucho la ciencia ficción como género. En La práctica hay un elemento fantástico, pero es muy efímero, dura casi nada. Y justo coincide con un momento en el que la tierra tiembla y las cosas se mueven. El momento es fantástico pero casi podría no serlo. Me gusta ese límite un poco ambiguo.