“Mientras escribía el guion, estaba muy interesada en la progresión de lo masivo a lo individual, de lo común a lo íntimo y sagrado. Cuando Mary se queda sola para enfrentarse por primera vez a su existencia, se abre el Canal Sobrenatural y, en ese lugar, ningún turista puede ser parte de él.”
¿Cómo surgió la idea de combinar un coming-of-age con uno de los relatos de Las mil y una noches?
Cuando era niña, me fascinaba el mito de la Esfinge de la Antigua Grecia, una criatura mítica con cabeza de mujer, cuerpo de león y alas de águila. En la mitología griega, la Esfinge era una guardiana omnisciente que, frente al castillo de Tebas, desafiaba a los viajeros a resolver el enigma de la humanidad. Ella los mataba y devoraba cuando no lograban resolver el acertijo. El símbolo de la Esfinge también se compartía en la mitología egipcio-mesopotámica, pero en lugar de tener cabeza de mujer, generalmente se representaba con cabeza de hombre. En Las mil y una noches aparece con la forma de un pájaro y protege a la princesa de posibles pretendientes. De esta manera, el mito de una criatura que guarda el enigma del conocimiento viaja a través de los siglos e interconecta civilizaciones contiguas con una forma de pluma diferente. Me intrigó mucho este vínculo mágico y lo fusioné con la historia de la curiosa viajera Mary, quien desea saberlo todo sobre el amor.
Con Mary viene el trasfondo familiar, con conflictos y un padre que lucha contra ser un “turista”, que sirven como elementos muy interesantes para que Mary se convierta en la verdadera turista o “curiosa” como bien decís.
Hay un argumento sobre el conocimiento conocido como “Lo que Mary no sabía” (1986), propuesto por Frank Jackson. Era un experimento filosófico en el que una niña llamada Mary era mantenida en una habitación en blanco y negro hasta cierta edad. Mary creció en esta habitación, que le proporcionaba un acceso extenso al conocimiento del mundo, datos físicos y descripciones de colores. Mary aprende todo lo que puede sobre el color, pero no tiene experiencia real del color en sí. El debate era si Mary adquiriría un nuevo conocimiento cuando saliera de su mundo sin color y viera una manzana roja por primera vez. Experiencia versus Fisicalismo.
¿Sentís que se desarrolla en torno a esa pregunta?
Si, y propone que el conocimiento profundo llega después de sumergirse en una experiencia intensa. Mary emprende un viaje donde el amor y los colores la rodean. Su familia está allí para proporcionarle y explicarle este mundo. Su padre siente que esto probablemente es suficiente para ella. Supongo que los padres se sienten seguros cuando intentan controlar este conocimiento. Pero ella tiene que descubrir por sí misma las respuestas a sus propias preguntas a través de la autoexperiencia. Es muy extraño y divertido algo que leí sobre este experimento después de escribir el guion y después de darle este título a la película. Me quedé bastante sorprendida cuando descubrí que esta cuestión filosófica ya existía con el mismo nombre exacto de mi guion. ¡La sincronicidad existe! (risas)
¿Cómo trabajaste la fotografía? Se adapta muy bien a la idea de relato mitológico.
Me alegró mucho volver a trabajar con mi gran amigo Giorgos Karvelas como director de fotografía, con quien filmé la mayoría de mis películas anteriores, y esto dio un gran impulso para encontrar un lenguaje compartido e inspirador. Mientras transcodificábamos el guion en imágenes, escuchamos mucho las canciones de la película, lo que intuitivamente nos llevó a una estética particular y sinestésicamente a una paleta de colores y atmósfera determinadas. Pero resultó bastante complicado trabajar en un barco, ya que teníamos muchas restricciones en las horas de rodaje y el equipo que podíamos utilizar. El barco real era un simple barco de pasajeros, y luchamos mucho para mejorarlo creativamente y hacer que se pareciera a un crucero. El encuadre se ajustó muchas veces para servir a esta idea y, en esos momentos, las elecciones parecían confusas.
Cuando veo un crucero, inevitablemente pienso en el libro Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer de David Foster Wallace, donde divertirse parece ser una obligación. Mientras que en tu película los momentos de diversión aún parecen programados, el resto de los personajes (no los principales) están pasando un gran momento sin ningún conflicto. ¿Por qué decidiste centrar los conflictos únicamente en Mary y su familia y no en lo que les rodea?
El contexto turístico impone nuevamente la cuestión de la experiencia auténtica y profunda. Los turistas suelen estar dispuestos a vivir su mito durante las vacaciones, pero muchas veces estos mitos parecen prefabricados y, en ocasiones, se sienten satisfechos con su imitación. La lucha por la diversión se convierte en la réplica de la experiencia real, el recuerdo más dulce puede luchar contra el kitsch supremo, la miniatura de un templo antiguo puede reemplazar al templo real. Mientras escribía el guion, estaba muy interesada en la progresión de lo masivo a lo individual, de lo común a lo íntimo y sagrado. Cuando Mary se queda sola para enfrentarse por primera vez a su existencia, se abre el Canal Sobrenatural y, en ese lugar, ningún turista puede ser parte de él.
Hay una sutileza muy importante en la forma en que se retrata el encuentro sexual entre Mary y el camarero, un cuidado significativo en esa representación. También parece servir como el punto de partida para transformar la historia en algo mágico. ¿Cómo trabajaste esta idea?
Hay muchos aspectos en esta película que derivan de momentos personales, ya sea en relación con el primer amor o con la dinámica entre los hermanos y la familia, que fue casi intuitivo para mí extraerlos de mi archivo interno y reconstruirlos en la pantalla. En cuanto a la escena de amor, fue algo que hablamos con gran ternura con los actores para que todos se sintieran seguros y cómodos. Para mí, su encuentro físico también abre un portal, una puerta hacia la magia, donde el mito viaja a través de sus cuerpos y se transforma en una experiencia trascendental.
¿Qué viene después del estreno mundial en un festival tan prestigioso como Locarno?
Estaba extremadamente feliz cuando Locarno nos invitó a la Competencia Internacional. Además de admirar su gusto por el cine, también admiro su libertad para apoyar formatos fuera de lo común. Los filmes de mediana duración son muy difíciles de programar y siempre conllevan un alto riesgo de quedar silenciados en el circuito de festivales. Espero que esto brinde más oportunidades para que la película sea destacada y viaje por todo el mundo. Mientras tanto, estoy en la postproducción de mi primer largometraje y tratando de sumergirme en nuevas ideas.
What Mary Didn’t Know
2024
Francia / Grecia / Suecia
Konstantina Kotzamani