Entrevista a David Moragas, director de A Stormy Night

Por Mauro Lukasievicz

Siempre es impactante cuando una opera prima es tan concisa y determinada con sus ideas, por ejemplo que la sencillez de dos personas encerradas en una casa durante una tormenta sirva de chispa para conversaciones tan profundas. ¿Cómo surgió la idea?

Me interesa la premisa de que las personas vivimos en constante contradicción con nosotras mismas. Es muy difícil tener una idea clara sobre algo sin que esta pueda ser cuestionada. En esta primera película me apetecía poner sobre la mesa algunas de estas contradicciones. Concretamente, me apetecía reflexionar sobre el sentido del amor, una cuestión universal que tantas veces ha sido asociada a una narrativa y que inevitablemente es sujeto de cuestionamiento en tiempo presente, cuando las aplicaciones sociales, la urgente integración de las identidades no normativas, las evoluciones tecnológicas o la globalización sirven como un contexto perfecto para el cambio y la transformación de dichas narrativas.

Más allá de las grandes actuaciones, incluida la tuya, y las tensiones que generan estamos ante un guión muy potente y que parece haber llevado un largo proceso. ¿Podés contarnos un poco como fue el proceso?

Gracias. El proceso de reflexión sobre la historia duró mucho tiempo. Se basa en pequeñas anotaciones que tengo en forma de dietario. Conversaciones en bares, noches de fiesta,  intercambios afectivos. Pero también artículos leídos y libros. Trasladar esas ideas al papel fue un proceso relativamente rápido. El primer borrador estuvo terminado en quince días y de ahí surgieron revisiones.

La elección del blanco y negro muchas veces puede ser arbitraria, pero en este caso sirve como marco perfecto para acompañar las reflexiones sobre el amor y las relaciones. ¿Lo pensaste de esta manera?

La elección del blanco y negro la tomamos antes de escribir el guión. Cuando planteé la idea al director de fotografía, Alfonso Herrera-Salcedo, nos dimos cuenta de que como primera película resultaba interesante partir de un minimalismo y economía de elementos extremo. Alfonso tiene una sensibilidad y sinestesia muy sofisticada. No hay un solo plano en la película que no fuera premeditado. Es capaz de traducir los momentos de acercamiento entre los personajes y los momentos de rechazo en composiciones precisas, prístinas. En una película en la que prima la oscuridad, la luz nunca es gratuita. Hay tantos matices y recursos de foto que juegan a favor de la historia que el blanco y negro nos pareció un campo de juego seguro donde poder experimentar, probar y tomar desiciones arriesgadas. Teníamos muchas ganas de pasarlo bien y conspiramos desde el principio para que la sobresaturación de decisiones no nos jugara en contra.

Resulta curioso que tu personaje también sea un director de cine. ¿Hay algo autobiográfico? 

Como mi personaje, Marcos, intento llegar a fin de mes viviendo una profesión creativa, también he sido Alan, con mis trabajos corporativos, trabajando un viernes por la noche, peleándome con un cliente y, literalmente “recortando los logos y haciéndolos transparentes”. Me apetecía mucho poner en duda estos dos modelos de vida, con el fantasma de la opresión del sistema capitalista en la misma habitación. ¡Y a Žižek en una camiseta! Es uno de los temas sobre los que más reflexiono con amigxs de mi entorno profesional: llegar a fin de mes, y encontrar un trabajo en el que nos sintamos realizadxs. En la película no dejo que ninguno de los personajes tenga toda la razón, o que lleguen a ninguna conclusión, pero los dos se dan cuenta de que viven sujetos a esta preocupación, y de que tienen formas distintas de afrontarla.

Podemos encontrar ciertos aspectos que nos recuerdan a grandes directores. ¿Qué directores te sirven de inspiración?

Muchxs. Richard Linklater con su trilogía del amor. El movimiento mumblecore –especialmente los hermanos Duplass, con películas como Blue Jay– por el discurso de “hacer cine sin esperar a que nadie te de permiso”. Pero también Greta Gerwig en su etapa mumblecore. Hong Sang-Soo por su minimalismo extremo, y su capacidad de partir de lo concreto para acceder a lo universal. Kelly Reichardt con Old Joy –entre muchísimas otras–. Elena Martín y su honestidad, haciendo cine desde su experiencia personal, partiendo de un contexto sociocultural muy parecido al mío.

¿Cómo se financió A Stormy Night

Como muchas primeras películas, la financiación empieza con unas vacaciones de verano que aprovecho para escribir el guión. Luego, lo comparto con amigos íntimos, compañeros de clase con ganas de hacer cine y predisposición a combinar sus trabajos con el rodaje de un largo, a cambio de un sueldo en diferido y la promesa de que será especial, de que no será un rodaje que nos agote en exceso a nivel físico y emocional y de que se comerá de lujo cada día (puedo garantizar con certeza de que la hora de la comida, en un rodaje como este, es sagrada). Luego, inevitablemente, empiezas a invertir de tu propio bolsillo, y a aprovechar los recursos que tienes a tu alrededor, como material escolar (en ese momento yo me encontraba en mi tercer año de master en Estados Unidos), hasta que has creado una bola de nieve lo suficientemente grande como para que empiece a rodar sola. Entonces, entra Oberon Media, una productora catalana que había seguido el proyecto desde muy cerca y que decide ayudarnos y acompañarnos en las siguientes fases: edición, post producción, y toda la gestión logística que hasta el momento habíamos llevado entre nosotrxs. Después entra Aragones Media Consulting, el sello de producción de Antaviana, que firman como co-productores del film. Finalmente, entra Filmin para distribuir la película en España. Ha sido un proceso un poco largo y en el que he tenido que participar como mucho más que director y guionista. Mis tres lecciones aprendidas: 1. No esperes a que nadie te de permiso para hacer algo, empieza a mover el primer vagón y a medida de que vaya avanzando, seguro que más y más partes quieren montarse en el tren. 2. No dejes que tu perfeccionismo se interponga (demasiado) en el proceso, especialmente al principio. Escribe un guión, compártelo, busca aliados; ya habrá tiempo para corregir lo que sea necesario. Y 3. No des nada por hecho: agradece a quien te ayuda, invertir tiempo –por poquito que sea, aunque sea pedir una lectura del guión–, ya es dar algo; celebrar la generosidad y el amor de quienes están a tu alrededor tiene que ser siempre la primera de tus prioridades, por encima de la película que quieres hacer. 

A pesar de que las condiciones no son las ideales, al haberse convertido en un festival online, ¿qué sensaciones te deja el estreno de A Stormy Night en un festival tan importante como lo es el D´A Film festival?  

Estoy ilusionadísimo. El D’A es un festival de referencia, y ha jugado un papel importantísimo dentro de mi formación como cineasta. Jamás habría imaginado estas condiciones cuando pensaba en mostrar esta película al público. Pero la dinámica abierta, flexible y predispuesta a tomar las medidas necesarias para llegar al final del proceso creativo es la misma. Cuando el increíble equipo del D’A nos invitaron a cerrar el festival en Filmin no me lo podía creer.

¿Te encontrás trabajando en otros proyectos?

Siempre. Combino a partes iguales mi carrera como director en España y en Estados Unidos, donde residí durante varios años. Estoy especialmente ilusionado con los proyectos que estoy desarrollando ahora mismo. Esta película ha sido la forma perfecta de ejercer el músculo creativo y seguir el proceso de producción de principio a fin. Un aprendizaje muy necesario para lo que está por venir. Que no será poco

Titulo: A Stormy Night

Año: 2020

País: España

Directora: David Moragas