“Los personajes en Ariel son seres atrapados en un espacio intermedio donde el tiempo no avanza de manera lineal, un limbo entre la vigilia y el sueño, entre lo vivo y lo muerto, que me permitió pensar en la libertad, el libre albedrío y en cómo convivimos con la conciencia de estar actuando un destino que quizás no elegimos.”
¿Qué experiencias personales o profesionales vivieron ustedes en otras residencias o espacios creativos que los inspiraron a crear Cina Cina?
En mi caso fueron varias, especialmente con mi ópera prima. Uno se agarra de lo que tiene a mano para ir haciendo camino, y la película, por circunstancias concretas, fue entrando en el tubo de los laboratorios, talleres y mercados. En su momento lo sentí como una forma de legitimar y visibilizar mi primer proyecto, pero también fue una manera de lidiar con la incertidumbre de no saber cómo financiar –ni cómo hacer– una película. Aprendí muchas cosas de esa experiencia; por ejemplo, que uno termina trabajando para las postulaciones, y que a veces es más fácil –y más barato– inventarse un espacio de taller con los amigos. Más allá de eso, uno aprende y agradece cada experiencia, y con elementos de cada una fui construyendo una paciente y secreta residencia de los sueños. Sin embargo, hubo un espacio que me marcó particularmente: el viejo Taller Colón de la Fundación TyPA. Bajo el curioso nombre de “Teoría y Práctica de las Artes” se escondía la typa que Américo tenía en el jardín de su casa en Colón, Entre Ríos. Parte de las actividades del taller se realizaban en ese jardín. No es difícil suponer que el taller nació de la alegría que le generaba a Américo habitar y compartir ese jardín. Durante más de diez años, junto a su amiga Ilse Hughan, convocó a generaciones de cineastas nóveles para que experimentaran algo parecido a lo que ellos habían vivido allí. Al mismo tiempo, el taller tenía una articulación muy precisa entre las instancias formativas, los vínculos personales y el tiempo de ocio. Américo e Ilse estaban presentes en las comidas como padrinos o tíos, y los jóvenes cineastas convivían con los tutores, desarrollando no solo sus películas, sino también un fuerte sentido de pertenencia y comunidad. Cina Cina nace con la intención de recuperar ese espíritu.
Cina Cina pone énfasis en el contacto con la naturaleza y en alejarse de las ciudades: ¿qué papel creen que juega este entorno en los procesos de escritura y desarrollo de un largometraje?
Es lindo poder dejar en suspenso las actividades cotidianas para dedicar toda la atención al proceso de escritura. Lo urgente suele ser enemigo de lo importante, y entrar en el universo de una película exige una disposición que muchas veces no tenemos en la vida diaria. Al elegir la locación, buscábamos no solo una casa que cumpliera ciertas condiciones, sino también un entorno donde fuera posible perderse. Rumiar y vagar son acciones necesarias para la escritura. La casa de la residencia, El Puntazo, da al mar y a la playa, pero también al bosque y a un peñasco por donde se baja a unas grutas. El cambio de contexto modifica nuestra relación con los materiales, y perderse para luego volver a casa es parte necesaria del proceso. Son verdades físicas: la naturaleza nos predispone a ver el mundo con ojos nuevos.
¿Cómo eligieron El Puntazo como sede para la primera edición y qué valor simbólico o práctico aporta este lugar al espíritu de la residencia?
Nos llevó tiempo elegir la locación porque sabíamos que sería el corazón de la residencia. Al principio, pensamos en hacerla en la casa familiar de Virginia Scaro en Punta Ballena, donde nació la idea de la residencia, mientras nosotros mismos trabajábamos en nuestros propios proyectos. Pero con el tiempo entendimos que era importante encontrar un lugar neutral, y entonces empezamos a buscar. Un criterio fundamental fue que la locación tuviera ocho habitaciones similares, espacios comunes y un entorno que invitara a circular y perderse. Además, queríamos que quienes vinieran de lejos sintieran que realmente valía la pena llegar hasta allí. Así apareció El Puntazo, después de haber visitado decenas de lugares. La casa cumplía con todos esos requisitos y, además, le aportaba a la residencia una iconicidad y una identidad muy fuerte. Fue un hallazgo que el lugar haya sido construido por el artista Carlos Páez Vilaró, creador de la emblemática Casa Pueblo, con la que El Puntazo comparte una estética singular que conecta directamente la experiencia de la residencia con la identidad uruguaya. La locación es un verdadero encanto. En ella resuenan por igual La Langosta, de Yorgos Lanthimos, y El Resplandor, de Kubrick. Esperamos resultados no menos inquietantes.
En un contexto iberoamericano tan diverso y desigual, ¿qué desafíos enfrentaron para garantizar la participación equitativa y accesible de cineastas de distintos países?
Conseguir el apoyo de IBERMEDIA y ACAU desde Uruguay fue fundamental para concretar el proyecto. Gracias a sus becas, la residencia no tiene costo para los participantes, ya que cubren alojamiento, alimentación, transporte local y las actividades de formación. Los traslados aéreos y otros gastos corren por cuenta de cada participante, salvo casos especiales como el proyecto premiado en BAM y el proyecto brasileño, que cuenta con el apoyo de Projeto Paradiso. Además, mantuvimos reuniones con varios institutos latinoamericanos para presentar la residencia y facilitar su inclusión en las líneas de apoyo que cubren los traslados. Por eso, es muy probable que los gastos que cada proyecto deba afrontar sean mínimos o incluso nulos. Un aspecto que nos importó mucho fue que la inscripción fuera gratuita. Aunque ese dinero nos vendría bien —porque, pese a los apoyos institucionales, el presupuesto siempre es ajustado y termina afectando nuestros salarios—, como cineasta me frustra cuando festivales o espacios de industria cobran por inscribirse. Siento que somos nosotros los clientes, y para mí es una regla no inscribirme en ningún espacio que cobre inscripción, salvo que nos otorguen un waiver. Ahora, estando del otro lado del mostrador me parece fundamental garantizar esa gratuidad.
Cina Cina se define como parte de una red de iniciativas regionales: ¿qué tipo de alianzas o vínculos les interesa fortalecer para expandir el alcance de la residencia?
La vulnerabilidad política y económica de nuestra región, sumada a la frecuente dependencia de espacios europeos para formación, financiación y exhibición, impulsa la necesidad de crear nuevos espacios locales de creación y reflexión cinematográfica, que fortalezcan la producción de representaciones propias de América Latina. En ese sentido, hemos encontrado lazos fraternales con otros espacios regionales de formación, como ALGA, BR Lab, Tres Puertos, entre otros, que nacen del entusiasmo y la vocación por crear redes de apoyo y fortalecimiento para nuestras películas. Para esta primera edición, establecimos alianzas estratégicas con BAM (Colombia) y SANFIC (Chile), y contamos con el apoyo de plataformas como LatAm Cinema, Caligari y Estado de Vigilia. Estas colaboraciones no solo fortalecen la difusión de la convocatoria, sino que también aseguran que los proyectos desarrollados en la residencia puedan continuar su recorrido en espacios de industria reconocidos, ampliando sus posibilidades de desarrollo y financiación. Cina Cina no es un espacio dedicado a la producción, sino un lugar para la experimentación y el ensayo, sin las presiones de la industria. Sin embargo, sí nos interesa potenciar la visibilidad de los proyectos una vez finalizada la residencia. Con el antecedente de la primera edición y la confirmación de la segunda, buscaremos seguir potenciando la visibilidad de los proyectos participantes y estableciendo nuevas colaboraciones, incluyendo festivales europeos de primera categoría y otros espacios clave a nivel internacional. A nivel local, planeamos articular con actores del territorio, como la comunidad de Maldonado y la Escuela de Bellas Artes, mediante exhibiciones de películas de participantes y tutores, e instancias de intercambio con estudiantes, integrando actividades abiertas a la comunidad. También estamos en diálogo con otros referentes del medio nacional, como ESTE Audiovisual y DGU (Directoras, Directores y Guionistas de Uruguay), porque nos interesa que la residencia forme parte activa de la comunidad cinematográfica uruguaya.
¿Qué criterios priorizan al momento de seleccionar proyectos y participantes? ¿Qué buscan en los cineastas que aplican?
La residencia de escritura está dirigida a cineastas de toda Iberoamérica. No hay restricciones de tema ni de género. Valoramos especialmente la calidad artística, la equidad de género y la diversidad geográfica dentro de la región. Pero, sobre todo, buscamos proyectos que nos sorprendan y nos entusiasmen. Sabemos que la selección es muy competitiva y que quedar fuera no está relacionado con la calidad de los proyectos. Por eso alentamos a volver a presentarse en futuras ediciones. Además, estamos desarrollando Comunidad Cina Cina, un espacio en línea que trasciende la residencia presencial y que incluirá también a quienes no hayan sido seleccionados. A través de esta comunidad, compartiremos contenidos audiovisuales, como algunas de las masterclasses realizadas durante la residencia.
¿Cómo imaginan la evolución de Cina Cina en los próximos años? ¿Qué impacto esperan que tenga en las cinematografías de la región?
Cina Cina busca impulsar la creación de obras que enriquezcan el panorama artístico de nuestra región. Dado que Argentina, históricamente referente en este ámbito, atraviesa una situación crítica, creemos que Uruguay tiene la oportunidad de asumir ese rol y consolidarse como un nuevo punto de referencia. En un contexto donde la estandarización de los discursos y de los modelos de producción vuelve cada vez más precario el escenario para un cine que busca construir logicas de sentido propias, es fundamental consolidar espacios que valoren la investigación formal, el riesgo narrativo y los procesos creativos singulares. Confiamos en que el buen desarrollo de esta primera edición nos permita vincularnos nuevos aliados, acceder a mayor financiación y abrir la posibilidad de expandir la residencia en futuras ediciones. Además, proyectamos a corto plazo una segunda residencia dedicada al montaje y, a mediano plazo, una tercera centrada en la distribución.