Entrevista a Agustina Claramonte, directora de Un deseo

Por Mauro Lukasievicz ¿Cómo surgió la idea para realizar Un deseo?

Un deseo, que por cierto no se llamaba así originalmente, es un proyecto de tesis que luego fue elegido por la escuela donde estudié para ser realizado. La historia en sí surge como una amalgama de emociones, ideas y distintas experiencias personales que fusioné en una sola cosa. Un hecho fundamental fue el suicidio de alguien muy joven y cercano a mi que me hizo replantearme muchas cosas. Lo viví como una tragedia, no podía encontrarle ninguna explicación y no paraba de pensar en eso. Pero luego de un tiempo, empecé a pensar en porqué no puede ser válida la idea de elegir sobre la propia muerte, como una decisión personal y consciente. Me lo planteaba como un interrogante más que nada. Otro hecho fue el ver a mi abuelo en un geriátrico diciéndome que se quería ir de ahí. Y bueno esa fue la base. Después solo fue cuestión de escribir pensando en ficción.

Laila Maltz, una de las jóvenes promesas del cine nacional, tiene el papel principal ¿Cómo llegaste a ella?

A Laila llegué gracias a Anahí Berneri, quien fue profesora mía durante la pre producción del corto. Había hecho casting buscando a Valentina pero ninguna de las actrices que había visto me convencían. Entonces, charlando con Anahí al respecto ella sugirió a Laila como opción entre un par más. Pero ella era la opción A, podía encajar muy bien con el perfil de la protagonista. Entonces,  Anahí me pasó su número, nos pusimos en contacto, le mandé el guión y le interesó. Y bueno, después nos juntamos para charlar sobre el proyecto y conocernos un poco, y ambas estuvimos de acuerdo en trabajar juntas. Laila es una gran actriz, tiene un registro hermoso y me gusta mucho la interpretación que logró en el corto. Tuve mucha suerte de contar con ella.

¿Qué expectativas tenés para las proyecciones en el BAFICI porteño?

La verdad es que solo el hecho de que haya sido seleccionado fue una alegría. Asistí al BAFICI como espectadora todos los años desde que vivo en la ciudad, por lo que formar parte este año está buenísimo. Tengo muchas ganas de verlo en el cine aunque también sé que voy a estar nerviosa y la voy a pasar un poco mal, porque siempre que mostré algo fue así. De cualquier manera, después de tanto trabajo es muy gratificante que se proyecte en el festival, también teniendo en cuenta el nivel de exposición que conlleva. Es una gran ventana. Y obviamente me gustaría que el corto le llegue a los espectadores, que los haga sentir algo sea lo que sea, que los interpele de alguna forma.

Al ser una tesis, el financiamiento de Un deseo fue completamente a “pulmón”. Si bien el CIC nos prestaba equipos, el corto requería de varias locaciones, actores, días de rodaje y equipos extra, por lo que el presupuesto no era menor. Se organizaron distintos tipos de eventos para recaudar fondos a lo largo de un par de meses y el resto salió de mi bolsillo y del de casi todos los miembros del equipo técnico, es decir, mis compañeros de clase.