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Entrevista a Agustín Carbonere

Director de Historia y Geografía

“Creo que la curandería y la fe son la locación de la película, por así decirlo. No pretendo iluminar sobre ese tema, es el contexto de lo que sucede.”

Por Mauro Lukasievicz

¿Cómo fue el proceso de investigación para desarrollar el universo de El Santo, que plantea innumerables interrogantes para los espectadores no familiarizados con él?

Fue un proceso muy minucioso y nutritivo. Además, era un tema del que ya tenía mucha información porque es de mi interés. Además de visitar consultorios, me preocupé mucho por entender la historia de la curandería, y sobre todo qué cosas son perennes en toda su historia. Un ejemplo es el diagnóstico por frotación del huevo. Esto viene del origen del chamanismo siberiano y llega hasta nuestros días y a esta parte del mundo como la práctica más habitual. También me asesoró Luis Alberto Cárdenas, un antropólogo que tiene un increíble estudio de los chamanes de la colectividad boliviana en Liniers. La clave no era inventar, pero no por abandonar el acto de la creación. No quería que se prestara para la burla. No quería que fuera una película de bizarra o que mirara desde arriba este tipo de prácticas. Al mismo tiempo, creo que la curandería y la fe son la locación de la película, por así decirlo. No pretendo iluminar sobre ese tema, es el contexto de lo que sucede.

¿Qué descubriste filmando El Santo? ¿Hubo alguna especie de revelación, algo que te haya devuelto el proceso de hacer la película que no esperabas?

Fueron muchas revelaciones, pero una muy grande, que para mí siempre fue una teoría de manual, es el poder narrativo de lo velado, lo invisible, lo no mostrado. Parece obvio, pero ese trabajo de elipsis, de fuera de campo, de ausencias, fue muy activo para el espectador y generó una mirada muy interpretativa de la película. Cada persona recrea las cosas que no se ven a su manera, y para mí esos comentarios de ‘¿acá pasó esto, no?’ son gloriosos. Porque siento que se está dando el rol más importante del cine, el trabajo en la cabeza post-función. Luego encontré algo que incorporé a mi estilo y es la divergencia. Es decir, que la narración se distraiga. Por ejemplo, cuando cuentan el sueño. Quizás resultó problemático en algún espectador, pero veo la película y es de las operaciones que más me gustan del film. Pero, sobre todo, es algo que un Script doctor te lo saca de cuajo. Por eso no me gustan las fórmulas y esa dictadura del guión.

¿Cómo fue el trabajo de dirección de actores con Roberto Suarez y Claudio Da Passano? Se nota que hay mucha complicidad y una fuerte simbiosis entre ellos, ¿Cómo fue dirigirlos e ir construyendo junto a ellos las escenas?

Sería delirante hacerme cargo de la simbiosis (que la hubo y fue fuerte) entre estos dos monstruos. Son dos bestias creativas y con una energía de colaboración y entrega total, cualquier persona que haya trabajado con ellos lo puede decir. Quizás mi acierto es elegir actores que tengan afinidad con el proyecto y que tengan una visión similar a la mía del personaje. Parece chato, y seguramente lo es, pero honestamente no sé si hay muchos secretos más en la dirección de actores que esta premisa. Yo busco un actor que se meta en el juego de lleno, sabiendo que es un juego y que cuando está jugando, es lo más importante del mundo. Todo lo demás es espuma para mí. Sin desmerecer los métodos de nadie, ni las fórmulas. Por supuesto, uno, como director, tiene que garantizar un espacio de juego. Eso sí. Pero una vez que están las reglas y cómo es el juego, hay que meterse de lleno.

Considero que un aspecto destacado y fundamental de la película es la forma en que evita abordar los temas de manera caricaturesca y sin emitir juicios. ¿Fue esta una intención deliberada en tu proceso de creación?

Deliberado y vital. Pero no por hacerme el “woke”, el respetuoso. Era importante para mí que la película no fuera una burla. Me deprime que la gente haga películas para explotar o reírse de temas. Por suerte, sucede cada vez menos. Pero sobre todo en las series sigue pasando. Y es aburridísimo. Queda como una ocurrencia y no hay nada peor que las ocurrencias en nuestra labor.

Explorar un tema tan complejo como la fe, que invita a múltiples análisis, ¿cómo ha sido la recepción de El Santo fuera de Argentina?

Para mi sorpresa, fue excelente. Porque la película no habla de la curandería, habla de la autoexplotación y de volverse producto. Y eso es universal. Pero dudé que fuese bien recibida en otros lugares fuera de Latinoamérica. Pero el caso claro fue en China. La película fue muy bien recibida y querida. Lo cual me sorprendió porque no esperaba siquiera que se entendiera. Pero claramente es un tema recurrente, que sucede con deportistas o personas del espectáculo, entonces siento que la película tiene la posibilidad de leerse en lugares donde el chamanismo moderno no existe. En Serbia lo mismo, inesperada totalmente la reacción positiva de la audiencia. Incluso pensé que en Buenos Aires, iba a ser más difícil, ya que la cultura chamánica está muy esparcida por la ciudad. Pero ahí me di cuenta de que en este lado del mundo y luego de la pandemia, atestiguamos la muerte de la ciencia y la medicina. O al menos le vimos las costuras a esa figura que daba todas las respuestas. Por supuesto, uno se puede poner conspiranoico y decir que la misma ciencia creó el virus, para demostrar que si los mercados quieren, se encuentra la cura. Pero el mensaje que llegó es otro. El mensaje fue: la ciencia ya no es una divinidad, busquemos por otro lado. Y ahí hubo un resurgimiento de lo esotérico y lo que yo llamo “espiritual click”.

¿Podrías compartir más detalles sobre tu nuevo proyecto El Prócer? ¿Funciona como una continuación de alguna manera, o era algo que ya tenías en mente al momento de filmar El Santo? Además, ¿cómo se relaciona este nuevo proyecto con tu primer largometraje?

Si tiene mucho que ver, de hecho, es parte de una trilogía de personajes, junto con El Santo y la que si podemos hacerla se llamará La Medium. La llamo off the record, la Trilogía del Sacrificio. Porque son tres películas en donde hay una especie de sacrificio humano, a lo que podemos llamar divinidades contemporáneas. El Procer es una ucronía basada en la vida de Simón Bolívar. También está en episodios y es claramente character-driven, tipo El Santo. Pero el tono es de aventuras. A veces para definirla digo que es una novela de Emilio Salgari en versión editorial Robin Hood, pero que se le cayó un frasco de psilocibina. La película trata de territorios inexplorados y siento que en esta película estoy haciendo eso como autor, metiéndome en un mundo nuevo y me entusiasma mucho.

El Santo

2023

Argentina

Agustín Carbonere