Por Rolando Gallego
Disponible en Vimeo on demand, la nueva y potente propuesta del realizador Affonso Uchoa, Siete años en mayo, propone un doloroso fresco sobre la situación actual que se vive en Brasil y en muchos otros países de la región, donde la derecha avanza cercenando derechos y abusando de los más débiles y desprotegidos.
Dividida en dos partes, la oralidad de la primera, en donde el protagonista cuenta sucesos acontecidos hace tiempo, que dan título al film, contrasta con la acción y nerviosismo de la segunda, un diabólico juego de sumisión y posesión de cuerpos. Revista Caligari dialogó con Uchoa para saber más detalles de esta necesaria película.
¿Cómo surge la historia de Siete años en Mayo?
La historia de Siete Años en Mayo surge de la violencia policial que ha sufrido Rafael dos Santos Rocha. La película surge de la necesidad de que no se olvide esa historia. La forma surge de las ganas que tenía en no hacer de la película solamente un registro confesional de la violencia sino un ensayo de reflexión de la violencia tras el lenguaje del cine. La policía y el mundo capitalista que ellas representan escribieron el sórdido guion del acontecimiento. Lo que hice, como cineasta, fue cambiarlo hasta crear una película de resistencia.
¿Cómo seleccionaste el reparto?
La película está dedicada a ofrecer a Rafael la oportunidad de algo que la ley, la prensa y la sociedad brasileña en general habían negado: contar su historia. Y solo Rafael puede contar su historia de aquella manera. Los otros actores cumplen funciones de reparto y los elegí por motivaciones distintas: Wederson Neguinho (que hace el interlocutor de Rafael) lo invité por conocerle de mis películas anteriores y saberle un actor con talento para el personaje. Los otros chicos son amigos de Rafael que aceptaron ser parte de la película.
¿Se trabajó con guion de hierro o dejaste espacio para la improvisación?
Como en mis películas anteriores, el guion, de hecho, solo se terminó en el montaje. Así que el momento de rodaje siempre es más que poner en imagen algo previamente escrito. La improvisación es el método de crear la película y ese método es adoptado por todo el equipo, no solo para los actores, y no es solo el reflejo del guion. Las condiciones materiales generan y cambian las ideas. El proceso es la búsqueda por el encanto que es una imagen que refleja el encaje entre los dos.
A la hora de todo lo que acontece en la región, y en Estados Unidos desde hace unos días, ¿cómo ves el diálogo con la actualidad y la agenda que tiene la película?
Desafortunadamente el mundo torna la película cada vez más actual. Lo que se ve en los movimientos contra el racismo en los Estados Unidos y en el mundo desde el asesinato de George Floyd es la estafa de la gente contra una injusticia secular. El racismo viene de lejos: es una de las bases de la injusticia capitalista que vivimos. Lo mismo con la violencia policial, que además de todo, es una forma de poner el racismo en actuación. Eso pasa en los Estados Unidos, pero también en Brasil y en toda Latinoamérica y hasta en lo que llaman el mundo desarrollado. Las protestas dicen que el pasado no cabe más en el ahora. Pienso que eso también mueve la película.
¿Cuáles son los temas que te interesan seguir explorando en el cine?
No me toca pensar las películas por los temas. Me importa más como hacerlas. De ninguna manera estoy disminuyendo la importancia del contenido: tengo desconfianza del puro formalismo. Pero es que para mí el tema solo llega a una forma justa mediante una reflexión sobre el proceso de construcción de la forma. Y en ese sentido me gustaría hacer mis películas como las hago pero con mejores condiciones de producción y trabajo.
¿Qué fue lo más difícil del rodaje?
No hacer de la película un panfleto simple, no hacer de ella solamente un catalizador de emociones y hacerla de manera distinta de una mera exposición de un cuento trágico: hacer que fuera al mismo tiempo respetuosa de la historia de Rafael y las potencialidades del lenguaje del cine. Bien, eso lo intenté. Intentarlo fue y siempre es lo más difícil.
¿Cómo vivís el momento de la cultura en Brasil y el no apoyo estatal?
Solo hay tres maneras de vivir en Brasil en este momento: como un maníaco, como un loco o melancólicamente. Bolsonaro, su gobierno y gran parte de la gente que lo apoya son los maníacos, la gente que tiene la sangre y la muerte como alimento. Algunos otros de sus seguidores son locos, lunáticos, gente que no habla más idioma reconocible, con el cerebro dañado por la comunicación digital. Quien no sucumbe a la locura o la maldad está triste, además de todo es muy triste con las más de 30.000 muertes que tenemos. El país está al borde de ver su civilidad irse a la ruina y la democracia brasileña está en peligro. La policía que sigue asesinando gente de la periferia, como hace dos semanas atrás con un chico de 14 años. El proyecto de Bolsonaro es de aniquilación. Seguro la cultura está incluida en el paquete, pero en este momento lo más peligroso es que hay mucha gente muriendo. Todas las eliminaciones de Bolsonaro, desde los fondos para el cine hasta la gente que muere por hambre y por COVID, las siento con indignación.
¿Con qué te gustaría que el público conecte del film?
Hay un escritor portugués, Antônio Lobo Antunes, que ofreció una buena respuesta cuando le preguntaron cómo le gustaría que la gente leyese sus libros: “que sufriesen de una enfermedad”. Así me gustaría que viesen la película: que la sintiesen como se siente una enfermedad, que sintiesen en el cuerpo la pólvora de la indignación.
¿Qué sensaciones tenés al estrenarla ONLINE?
Tengo la sensación de que el mundo ha cambiado pero no si puede saber todavía cuál es su nuevo rostro y cuanto del mundo pasado todavía puede sobrevivir. Me gusta el cine como se lo veía antiguamente: en salas públicas, con gente al lado, compartiendo una experiencia. Quizás es la única acción religiosa que mantengo. Pero hay que reconocer que cada día hay menos gente en esa iglesia y que los evangelistas del streaming están por todas partes y que la gente los quiere. Más aún: estamos en medio de una pandemia. La gente está en casa (o al menos debería estar). Así que hay que reconocer el momento que vivimos y aceptar los nuevos aires que trae el futuro. El público cada vez más está online e intentaremos contactarles. Me gustaría que el futuro todavía mantenga los viejos hábitos de cine. Pero esa es una charla que se queda para después que pase todo. Y que, ojalá, sobrevivamos.
¿Estás con algún nuevo proyecto?
En ese momento, en Brasil, el gran proyecto es mantenerse vivo. Además de eso, buscar maneras de sobrevivir teniendo el cine como profesión. Si logro esa suerte, intentaré escribir un guion e imaginar otra película⚫
Titulo: Sete anos em Maio
Año: 2019
País: Brasil
Directora: Affonso Uchoa