“La identidad y el deseo”
Por Belén Paladino
Un pequeño calabozo de unos pocos metros cuadrados, dos camas para cinco personas, el abrigo que nunca es suficiente para afrontar el frío, la escasez de alimento, la humillación y la violencia a la que son sometidos los detenidos son aspectos cotidianos de la vida en la cárcel que persisten aún hoy. Sin perder de vista el agobiante contexto de encierro que condiciona y determina las posibilidades de los detenidos Sebastián Muñiz decide centrarse en las relaciones que nacen entre detenidos, en lo íntimo y cotidiano, en las dificultades, las pequeñas alegrías y las tragedias.
El príncipe transcurre en gran medida en una cárcel chilena en la década del 70. El espacio se convierte en protagonista, la manera en que Jaime- apodado el príncipe- lo transita acompaña su transformación personal. Si el afuera equivale a un espacio donde hay normas rígidas en torno a la sexualidad y el deseo, de algún modo la cárcel será para el príncipe un espacio donde es posible la experimentación, un marco en el que es posible otra clase de vínculos alejados de miradas censoras. La búsqueda de la identidad y del deseo trasciende el encierro y se vuelve el motor del protagonista. Algo se cierra- la libertad se vuelve algo remoto- pero al mismo tiempo se abre una nueva forma de relacionarse y estar en el mundo. Esta ambivalencia también caracteriza los vínculos entre personajes. Las relaciones en El príncipe son complejas, contradictorias, incluso por momentos incómodas: el sometimiento que deviene en amor, la violencia vinculada al deseo. Allí conviven la generosidad, la ternura, con la mezquindad y la humillación.
En un espacio donde el tiempo se vuelve eterno presente y el futuro aparece como algo remoto los objetos parecen adquirir mayor importancia. La guitarra que recibe el príncipe implica un gesto de amor y de algún modo una pequeña salvación. También lo es la esperanza de un grupo de presos políticos que escuchan el discurso de asunción de Salvador Allende. La ilusión de una nueva forma de vida atraviesa los muros.
El príncipe se centra en el pasado pero resuena en el presente, nos obliga a preguntarnos si ha cambiado la situación de las personas que se encuentran privadas de su libertad, si ha cambiado la realidad de las minorías y hasta donde nos hemos alejado de miradas normativas. Algunas de estas preguntas pueden resultar incómodas hasta para sociedades que se piensan progresistas pero sin dudas son necesarias y equivale un posicionamiento político y un gran aporte por parte de su director⚫
Titulo: El príncipe
Año: 2019
País: Chile
Director: Sebastián Muñoz