“El peronismo salvó a la Argentina”. Entrevista a Paula De Luque

Por Rolando Gallego

En un año complicado para la Industria cinematográfica, Paula De Luque pudo sobreponerse a restricciones y trabas burocráticas, estar al frente del FICSUR, cuya segunda edición reunió en Ushuaia lo mejor del cine de los países del sur, avanzar en OCTUBRE TV, la plataforma que exhibe cine y contenidos, y estrenar dos películas. 

Primero fue La forma de las horas, con Julieta Díaz encabezando una producción independiente que durante Diciembre y Enero puede verse en MALBA y Escribir en el Aire, en donde homenajea al célebre coreógrafo y director Oscar Aráiz, uniendo además el mundo de la danza, donde De Luque inició su carrera en el arte. Para conocer más de Escribir en el aire, hablamos con ella, días antes de estrenarla en el San Martín.

¿Cómo fue imaginar a Oscar Araiz desde otro lugar y proponerle la película?

Se lo propuse por teléfono, lo llamé y le dije quiero hacer una película con vos, le gustó la idea y la hicimos. Con respecto a la inversión de roles, estoy agradecida, porque él fue mi director, y es difícil separar la figura del director del maestro, si bien yo me formé en el Teatro Colón y mi experiencia era de danza clásica, cuando se estrenó El exilio de Gardel,  con Núcleo Danza, yo supe que quería hacer eso y en cine, aunque sabía que faltaba tiempo. Al tiempo me sumé a las compañías de danza contemporáneas habidas y por haber en Buenos Aires es ingresé a Núcleo Danza y me quedé con ellos diez años y viajamos por el mundo. Oscar era un referente para los bailarines de nuestra generación, si él estaba en la platea era todo muy tenso, y una vez, después de una función, en donde tenía una serie de solos, me llamó para formar parte de su compañía, que era la del Teatro San Martín. Lo considero mi maestro, y con los años, en mi práctica profesional, que aprendí haciendo cine siendo intérprete en la danza.

Oscar dice algo así en la película…

Sí, e insipirada en el libro de él y de mi propia experiencia, Escribir en el aire, esa estela que dejan los cuerpos en movimiento, tiene que ver con eso. Su inquietud por la danza comienza por el universo de la madre, asociado al dibujo. El guion está basado en algunas frases del libro, no hay división entre ficción y documental para mí, para mí es una película, y toda película es una ficción, un recorte del universo en la cabeza de un autor. “La obra no existe, es todo un constante devenir de algo sin definición”, aunque en el cine hay que hacer un corte, en la danza también, pero lo que tiene al no estar grabada, se puede resignificar, es siempre lo mismo aunque se resignifican, como La consagración de la primavera, que tuvo varias adaptaciones, la suya es de los años sesenta, sobre una partitura, exquisita, imposible de superar. Siento que el cine le tiene que dar un cierre, y la diferencia con la danza, es que uno vuelve sobre el tema en la próxima película. Siento que Las formas de las horas y Escribir… son similares.

Hay algo del círculo y el movimiento…

Un constante devenir de algo sin definición, lo que dice Oscar, tal vez tiene que ver que las dos las hice yo, pero también que las hice en un momento histórico particular, de vaciamiento cultural, una como resistencia, y otra con cuerpos en danza y sobre un espacio pleno de escombros, en donde se vuelve a construir. Por ahí dicen que todo arte es político, mi cine es político, pero ambas las he hecho con una libertad creativa absoluta, y la libertad está ahí, porque no me sentía libre en la vida cotidiana.

La libertad la encontraste en el cine, en estos dos proyectos, haciéndolos…

Claro.   

Crees que estos proyectos te reconectaron con tu esencia…

Claro, sobre Oscar no había otro proyecto, no hay otro coreógrafo como él, y cuando decidimos hacer la película en Avellaneda, en ese galpón, gracias al apoyo de Avellaneda filma, gracias a Oscar Frenkel y particularmente Victoria Onetto, la película estaba ahí.

En Cínicos, de Raúl Perrone, que está Paula Robles, hay también esa resistencia y esa manera de filmar este momento histórico…

No siento que mi cine se parezca al de él, pero seguramente ahora podemos decir “que suerte que se terminó la Edad Media”, y más adelante se puedan hacer paralelismos entre obras como éste que vos hacés.

Oscar dialogando con Renata, es un momento hermoso, con las naranjas en el piso ¿cómo surgió eso?

Oscar me contó la anécdota de las naranjas como al pasar, y me agarré de esas cosas, ni bien me lo contó lo tuve en mi cabeza y Renata fue su pareja artística, hubo cosas que no entendía siendo joven, pero luego comprendí su vigencia e importancia. Lo de las naranjas era una anécdota deliciosa para contar.

¿Fue difícil filmarlos?

Los dejé charlar, con algunas pautas, no fue “hablen”, se planificó todo, con un tiempo limitado por el no fomento de INCAA,  lo que sí sabía era que no quería agregar nada, dejarlos para que se sintieran cómodos y charlen de determinados temas, que sucede también cuando dirigís actores, el director sabe qué hay que hacer, por eso para mí ficción y documental son categorías indisolubles, y Oscar acá se dejó filmar sin ningún pero, eso es de una enorme responsabilidad.

¿El vio la película?

No, no me pidió verla antes.

Eso habla de la confianza…

Sí, el tráiler lo vio en Instagram, me puso me gusta, dije bien. Siento que él va a estar conforme con lo que hicimos, porque la danza maneja un nivel de abstracción, que él maneja, que más allá que no vio la película, sabe cómo es. Estuvo en todas las jornadas, ofreciéndose de una manera única.

¿Fue complicado el rodaje de la danza en el galpón?

La cámara era un bailarín más, conseguimos unos fierros para que los movimientos sean casi de un camarógrafo en patines, no lo pudimos tener, pero sí el movimiento. Nos divertimos haciéndola, es uno de los rodajes que recuerdo más, en este particularmente, los bailarines dan un plus, predispuestos para la tarea, y eso que la película es una película en capas, de dos artistas, él y yo, en un constante devenir de una obra, y siempre quise hacerlo. Ví una obra de Pina Bausch, alemana, con una política de Estado que la sustentó, y la convirtió en eso, obviamente su talento estaba, pero ella es la figura de la danza alemana. En Bandoneón, ella quita las patas de la Sala Martín Coronado, el telón de boca y el de fondo, y tiene la escena y el detrás de escena, que a los cinco minutos entendés que todo es la obra, yo morí con eso y quería hacerlo en cine.

Hay detalles como el de la naranja, pero otras cosas bellísimas como el pez…

Oscar me contó que era su mascota, en Bahía Blanca, y no quería ser explicita, con cierta influencia de David Lynch, introduje eso.

¿Qué expectativas tenés con el proyecto y su circulación?

Hay cierta incertidumbre, pero linda, tenemos que ver cuáles serán las políticas de distribución y exhibición nuevas, pero es un momento también de cierre.

¿Estás pensando en algún nuevo proyecto?

Estoy con una película sobre Rodolfo Walsh, escrita por Marcelo Figueras sobre una idea mía, se presentó al INCAA y aún aprobada no se pudo filmar, estoy con otro que se llama La Culpa, sobre una familia y cosas que ocultan, y también amor, porque mis películas son historias de amor, también la de Walsh. Con Julieta Díaz estamos con un proyecto para adaptar la última novela de Claudia Piñeiro, he escrito mucho en estos años, me refugié ahí, en el trabajo, en OctubreTV, en FICSUR.

Fue una época de sembrar…

No, no me pidió verla antes.

Eso habla de la confianza…

Sí, aún en la peor, estando en casa, con una actitud activa y expectante.

¿Es difícil multiplicarse tanto?

No, la verdad es que yo soy una obsesiva del trabajo, adicta a él, me gusta, para mí mi trabajo es Disney, es algo constitutivo de mi personalidad, no existen sábados y domingos, lo paso bien, disfruto. A veces estoy exhausta, con la mirada cansada, y me refugio en una ficción o libro que otro haya escrito, pero en general no me pasa eso de “no soporto más trabajar”, al contrario.

¿La lectura es tu refugio?

Cine también, confieso que no miro tantas series y televisión, pero con lo digital estás en contacto con todo. La lectura y salir a caminar me ordena, relaja y tranquiliza, es un momento de reflexión y parar, es raro que me desenchufe de mí, hay épocas, pero también sucede con el trabajo que uno siempre desea lo que no tiene, estos años fueron así, como el cochecito del acorazado Potemkin, escapando del derrumbe, el vértigo, tenés que llegar a fin de mes, corres, quiero poder pensar sin estar en el vilo de la urgencia permanente, en lo social, laboral, siempre en vilo, sin relajar, entonces ahí caminar aparecía como posibilidad.

Se está esperanzado estos días…

Claro, porque el dispositivo más perverso del macrismo, muy doloroso, de acusar al adversario de enemigo y violento con mecanismos violentos. No digo que sean en su personalidad y particularidad perversos, pero viene esto de las primeras técnicas comunicacionales, de El arte de la guerra, las rejas en la plaza es eso, te acusan, generan confusión, son dispositivos.

Eso se replicó en todos lados…

Claro, yo sé que no filmé por mis ideas políticas expresadas públicamente. Te acusan de fanatismo.

El fanatismo nos ha llevado a lugares terribles y oscuros…

Claro, el decir que alguien es fanático es eso, una acusación. El otro día vi en Tierra Arrasada de Tristán Bauer todo esto, condensado en una película, urgente, con el tiempo se podrá analizar y reflexionar, pero sí hubo un dispositivo dispuesto a no generar cine, de no reflejar la época, de sólo concentrar en seis o siete producciones todo.  Y decí que por ejemplo yo puedo tener por trayectoria cosas, pero otros nóveles no, y además se sumó a mecanismos en donde no te dejaban pensar y estabas resolviendo la urgencia. Hay un dispositivo ahí, pensado.

Hubo una atención a la distorsión y a este dispositivo…

Sí, el cine, con su organismo que debe fomentar, lo trabó, escuchando cosas como el Estado no está para solventar tus caprichos, o te mandaban a buscar dinero a “amigos” que eran una mesa de dinero, la usura, con la cultura nacional, pasaron cosas, en eso tiene razón. Pero la lucha y la resistencia tiene que ver con el conocimiento de derechos adquiridos, un período más, nos hubiera quebrado, más viendo el contexto regional. Creo que el peronismo salvó a la Argentina de esto, donde aún hay protección de los trabajadores, no así en otros países, y eso no fue fácil para ellos, tenemos que ser conscientes de lo que pasa en la región y estar atentos, porque estamos rodeados.