“Hombres que pintan casas”
Por Ivan Garcia.
De aquel grupo de visionarios directores que patearon el tablero del cine norteamericano en los años setenta, muchos siguen vivos. Pero pocos siguen en actividad, y solo de uno podríamos decir que sigue vigente, produciendo un cine cargado de sentido y pasión. Estoy hablando, claro, de Martin Scorsese, quien en su última película vuelve a visitar antiguos lugares quizás para dar una última ojeada a los grandes momentos, pero sin embargo generando algo nuevo y con fuerza propia.
Robert De Niro interpreta al irlandés, Frank Sheeran. Un camionero que de a poco se hace un lugar entre los puestos altos de la mafia sindical de ese gremio, a través de favores y de hacer el trabajo sucio de los altos mandos. Así se relacionará con los otros dos grandes actores: Al Pacino haciendo un hilarante Jimmy Hoffa (un símil de Hugo Moyano con carisma), presidente del sindicato de camioneros, y Joe Pesci, quien vuelve en un papel emblemático como los que ha brindado en el pasado, aunque esta vez más sutil y contenido. Parte de la magia de esta cinta es la química entre estos tres veteranos, que sigue intacta y parece no haber envejecido un solo día. Interpretan a viejos amigos, y la historia recorre una enorme cantidad de años, por lo que la cantidad de situaciones en que se ven metidos va desde lo más humorístico hasta lo dramático y violento.
Desde ese gran primer plano que abre “The Irishman”, Scorsese parece acompañarnos a entrar a su mundo, a deslizarnos de a poco hasta la conciencia del protagonista y narrador, Frank. Aquí no hay recursos burdos, ni ruptura de la cuarta pared, es el clásico relato enmarcado ejecutado de la mejor manera. Y es que el director plasma su visión en estado puro, pero el paso de los años le ha brindado también cierta relajación. No pesa tanto el drama ni la acción, sino más bien los momentos de distensión. De manera similar a lo que sucede con Tarantino en “Once upon a time…” Scorsese se dedica a seguir a los distinos personajes mientras charlan junto a una comida, o mientras conducen de un lugar a otro, dando lugar a grandes diálogos con un humor fresco y pertinente. Esto desemboca en parte en uno de los aspectos que a priori sorprenden de la película: su duración. Felizmente, y aunque parezca difícil de lograr, The Irishman no se siente para nada pesada o larga, y uno quiere acompañar a Jimmy y Frank un buen rato más.
La idea de reírse de sus protagonistas mafiosos es un tópico recurrente, y más aún si lo llevamos al tipo de “hombre ambicioso americano” que aparece en tantas de sus producciones. Siempre quedará esa disyuntiva de hasta dónde puede llegar la crítica si la representación es tan divertida y nos lleva a querer ser como ellos. Pero en este caso esas cuestiones pasan a un segundo plano, tampoco se le está diciendo al público “vos querés ser este tipo” como hace a modo de crítica “El lobo de Wall Street”. Scorsese gusta también de burlarse de su propio cine y de su pasado, no ignorando los estereotipos que construyen las historias de gangsters. En un momento Pacino se burla de los italianos, diciendo que todos se llaman “Tony”. La risa cómplice entre él y De Niro es tan natural y consciente como la del público.
Parece ser que el paso del tiempo le sienta bien a este tano que muy a nuestra suerte no se decidió por el camino del sacerdocio sino por el del arte, y que sigue dando tanto cine del bueno. Un detalle aparte es haber podido disfrutarla en pantalla grande, y en el mismo día de su cumpleaños. Esperemos que sean muchos más


Titulo: The Irishman
Año: 2019
País: Estados Unidos
Director: Martin Scorsese