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El árbol de peras salvaje (Ahlat Agaci, 2019), de Nuri Bilge Ceylan

“Intensidades, capas y líneas de fuga”

Por Sebastián Francisco Maydana.

Sinan regresa a su ciudad natal tras estudiar literatura en otra parte del país. Trae consigo su título universitario, el manuscrito de un libro que pretende publicar y una actitud de pedantería y resentimiento, este último dirigido sobre todo contra su padre (profesor de literatura) adicto al juego. Poco a poco, y tras encontrarse y reencontrarse con diversos personajes con quienes confrontará su nueva visión del mundo, irá cayendo en la cuenta que, contra lo que creyó, no le enseñaron todo en la universidad y si quiere escribir primero necesita humildad para escuchar al mundo.

El ganador de la Palma de Oro Nuri Bilge Ceylan vuelve a trabajar como guionista, productor y director, lo cual como en sus otras producciones le permite desarrollar sin obstáculos su particular mirada, íntima e inquisitiva. En este caso, nos ofrece un retrato crudo y ecuánime de su protagonista, y con guiños dostoievskianos nos abre una ventana a su mundo, al de cada uno de nosotros y el de todos juntos.

Todos estos mundos son enhebrados entre sí mediante un tratamiento en capas de los diversos valores de plano. Por ejemplo, hay frecuentes cortes, en momentos en que los personajes (y en consecuencia los espectadores también) se encuentran enfrascados en profundas y reflexivas conversaciones, de planos detalle a un plano general y de vuelta al detalle. Con eso lo que el director intenta mostrarnos es que no sólo importa lo que pasa entre los personajes, sino que la misma importancia tienen los cambios en el paisaje, lo que sucede en varias escalas. O por el contrario, que justamente las tribulaciones y desasosiegos de las personas son insignificantes al lado del movimiento a escala planetaria del tejido vivo del mundo, que no se inmuta por ningún individuo aislado.

Sinan se encuentra por azar con un escritor renombrado y, tomando coraje, se acerca a hablar con él. Es decir, a monologar sobre sus ideas propias. El escritor, exasperado y sin ganas de perder el tiempo, le pregunta: ¿Cuál es tu pregunta? Sinan no tiene una pregunta, porque cree que no necesita respuestas. Lo que encontró en la universidad es análogo a que el más joven de los hermanos Karamazov, Alyosha, encontró en la Iglesia Ortodoxa, un conocimiento que explica todo aquello que es inexplicable. Y análoga también es la relación con su padre. Primero lo confronta, no está dispuesto a perdonarle que haya dilapidado el dinero de la familia en el juego ni la forma en que trata a su esposa. Una y otra vez, la familia le pide una sola cosa: que trate de entender, de ponerse en el lugar del otro. Finalmente, cuando lo haga, quizás sea demasiado tarde.

Y como Los Hermanos Karamazov, esta obra es monumental, superando las tres horas de duración pero dejándonos con la satisfacción de haber acompañado a Sinan hasta el final de su camino, hacia el entendimiento de una verdad profunda y la calma de sus contradicciones internas, es decir, la madurez. Y pensado desde ese punto de vista, haber metido tantas intensidades, capas y líneas de fuga en tres horas es una hazaña⚫

Titulo: Ahlat Agaci

Año: 2018

País: Turquía

Director: Nuri Bilge Ceylan

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