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Seses (Drowning Dry) (2024), de Laurynas Bareiša

Desarmados

Por Andrés Brandariz

El segundo largometraje del lituano Laurynas Bareiša acaso sea una buena síntesis de sus dos campos de estudios: la matemática aplicada (en la cual se graduó en la Universidad Vilnius) y la fotografía (la carrera que siguió en la Academia Lituana de Música y Teatro). A través de una puesta en escena e inesperados artilugios estructurales, Bareiša (de)construye un melodrama sobre vínculos que se rompen y familias que se resquebrajan.

El arranque es tan inasible como todo lo que vendrá a continuación: en un ring de artes marciales mixtas, el fibroso cuerpo de Lukas (Paulius Markevičius) castiga a su rival, que no parece tener ninguna chance frente a su embate. Acto seguido, su pareja Ernesta (Gelminė Glemžaitė) intenta obligarlo a prometer que dejará la lucha. Mientras tanto, su hijo y la hija de su cuñada Juste (Agnė Kaktaitė), festejan el triunfo. El marido de la cuñada, Tomas (Giedrius Kiela) contempla la escena a distancia prudencial, sin demasiado ánimo de apoyar las demandas de Ernesta.

Asumimos que la tensión entre abandonar un deporte peligroso y abocarse a la vida familiar se convertirá, eventualmente, en uno de los conflictos del relato. Asumimos mal y, a la vez, no: Bareiša es un ilusionista de la estructura, tan elegante para jugar con nuestras expectativas como para despistarnos. Cuando ambas parejas decidan compartir un viaje de descanso con sus respectivos hijos en la casa de veraneo propiedad de los padres de las hermanas, el realizador utilizará la seclusión para construir pequeñas tensiones.

Un poco como esos cuentos de Hemingway en los que se ponen a prueba la hombría y la fidelidad en formas más o menos tácitas, aparecerán algunos elementos que preocupan: la insistencia del cuñado Tomas por medirse físicamente con Lukas, las excursiones al río con los niños, cada vez más despreocupadas; las dificultades de las parejas a la hora de vincularse en la intimidad.

Sin embargo, con un volantazo que despedaza toda posible linealidad, Bareiša nos traslada inesperadamente a un futuro cercano que instala la inminencia de una tragedia. Acto seguido, nos devuelve al presente de la diégesis para repetir, de manera idéntica, una coreografía de baile de las hermanas que acabamos de ver. La salvedad está en el sonido: primero las vemos moverse al ritmo de “I Love You Always Forever” de Donna Lewis; después, con idénticos movimientos, “High”, de Lighthouse Family.

Con este movimiento, Bareiša no sólo instalará la ominosa cercanía de un futuro terrible: también establecerá la ilusión de que las mismas cosas puedan haber ocurrido de maneras ligeramente diferentes. Lo suficiente para salvar una vida, o para evitar un choque, o para salvar una pareja, o para obtener un desenlace diferente. De manera implacablemente lógica -y cruel, para una película que siempre abre la posibilidad a lo inesperado- Drowning Dry termina exactamente como lo esperamos.

Aún con una puesta en escena tan cerebral, que esquiva sentimentalismos y lugares comunes del melodrama, posiblemente el mayor logro de Drowning Dry sea que nos devuelve a sus raíces trágicas: la imposibilidad de cambiar el devenir de los hechos, y la vana ilusión de intentarlo.

Titulo: Seses (Drowning Dry)

Año: 2024

País: Lituania / Letonia

Director: Laurynas Bareiša

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