DOK Leipzig 2025: un cierre vibrante para una edición que celebró el debate y la diversidad del cine documental

La edición número 68 del Festival Internacional de Cine Documental y de Animación de Leipzig, más conocido como DOK Leipzig, cerró sus puertas confirmando que, incluso en tiempos inciertos, el documental sigue siendo una herramienta vital de diálogo y reflexión colectiva. Con 53.000 asistentes, el festival rozó el récord histórico del año pasado —cuando convocó a 55.000 espectadores—, reafirmando su posición como uno de los encuentros más relevantes del género a nivel mundial. En un contexto cultural marcado por presupuestos ajustados y una saturación de contenidos digitales, el público volvió a llenar las salas en busca de una experiencia compartida que el consumo doméstico no puede ofrecer.

El director saliente, Christoph Terhechte, quien concluye su ciclo de seis años al frente del festival por motivos personales, destacó ese espíritu de encuentro: “Hay sed de debates cara a cara, de confrontar ideas desde el respeto. Esa cultura de la conversación ha sido uno de los grandes logros de este DOK Leipzig”, señaló al despedirse. A su lado estuvo su sucesora, la gestora cultural polaca Ola Staszel, quien asumirá oficialmente la dirección en enero de 2026. Con experiencia al frente del Neiße Filmfestival, Staszel representa una nueva etapa marcada por la cooperación transnacional y la mirada feminista.

El festival presentó 252 películas de 55 países, una cifra que refleja tanto su ambición curatorial como su compromiso con la diversidad estética y temática. DOK Leipzig no solo ofreció proyecciones, sino también exposiciones, clases magistrales y un programa de industria que reunió a más de 900 profesionales del sector. En apenas dos días se concentraron reuniones entre cineastas, productores, distribuidores y fondos europeos, consolidando al certamen como un punto neurálgico del documental europeo. De esos encuentros surgieron proyectos que pronto circularán por otros festivales, confirmando a Leipzig como una incubadora de nuevas voces.

Entre los premios más destacados, la Paloma de Oro al Mejor Documental Internacional fue para Peacekeeper, del croata Ivan Ramljak. La película reconstruye la historia real de Josip Reihl-Kir, un jefe de policía asesinado en 1991 mientras intentaba evitar la guerra entre Croacia y Serbia. A través de un relato tenso y conmovedor, Ramljak convierte una crónica de violencia en un alegato contra la intolerancia y el nacionalismo. En el mismo espíritu, The Thing to Be Done, del esloveno Srdan Kovacevic, retrató la lucha de un grupo de activistas por los derechos laborales, llevándose uno de los premios paralelos del festival.

El premio a la mejor película animada fue para los canadienses Seth y Peter Scriver por Endless Cookie, una obra que combina humor absurdo, memoria familiar y crítica al colonialismo hacia los pueblos originarios de Canadá. En tanto, el suizo Gregor Brändli obtuvo la Paloma de Plata con Elephants & Squirrels, una ingeniosa reflexión sobre el expolio colonial de artefactos de Sri Lanka conservados en museos europeos. Estas obras, tan distintas entre sí, muestran la amplitud del festival y su idea del compromiso político como ejercicio de imaginación.

Las guerras en Gaza y Ucrania también ocuparon un lugar central. Active Vocabulary, de la directora ruso-alemana Yulia Lokshina, ganó el premio al mejor documental alemán con una propuesta formalmente audaz: una docente rusa en Berlín invita a sus alumnos a recrear la experiencia de ser censurado y exiliado por oponerse a la guerra. El festival mantuvo además su estrecha colaboración con el proyecto Generation Ukraine de ARTE, que apoya a cineastas del país desde 2022. Entre los títulos más comentados figuraron A Simple Soldier, de Artem Ryzhykov, galardonado con el Premio Leipziger Ring, y Queens of Joy, de Olga Gibelinda, centrado en tres drag queens de Kyiv que redefinen la noción de heroísmo en tiempos de guerra.

El cine de mujeres tuvo también una presencia destacada. Cutting Through Rocks, de los iraníes Sara Khaki y Mohammadreza Eyni, ganó el Premio del Público con su retrato de mujeres que desafían las estructuras patriarcales, mientras The Woman Who Poked the Leopard, de la ugandesa Patience Nitumwesiga, recibió dos galardones menores por su mirada íntima y combativa sobre la resistencia femenina en África oriental.

Fuera de las salas principales, el espíritu más libre del festival volvió a sentirse en la tradicional Animation Night, en la Schaubühne Lindenfels, que este año rindió homenaje a la era analógica del “video sintetizador”. Música electrónica, arte experimental y nostalgia tecnológica se mezclaron en una velada que condensó el ADN de DOK Leipzig: cine como exploración, memoria y juego.

Con esta edición, DOK Leipzig reafirmó que el documental, lejos de ser un género marginal, sigue siendo una de las formas más lúcidas y necesarias de mirar el mundo. Entre despedidas, nuevos comienzos y miles de conversaciones compartidas, el festival volvió a demostrar que el cine puede ser un espacio de resistencia, empatía y comunidad.

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