Croma (2025) de Manuel Abramovich

“La soledad de la pantalla verde”

Por Sebastián Francisco Maydana

En Tokio-Ga (1985), uno de los mejores documentales de Wim Wenders, el director se encuentra “por casualidad” (la magia del cine) con su amigo Werner Herzog en lo alto de una torre que ofrece una vista panorámica de Tokio. Mientras que Wenders está obnubilado por las luces, la urgencia y el ritmo de la capital japonesa, Herzog se queja amargamente de la falta de imágenes auténticas en ese mundo. Todo está envasado, normalizado, convertido en producto. No hay lugar para la vida, para lo trascendental. Y lo metafísicamente trascendental es lo que siempre buscó Herzog.

Y eso mismo es lo que parece buscar Manuel Abramovich en cada una de sus películas. Por eso todo lo que hace tiene el aura de lo momentáneo, de lo transitorio. Es apenas un medio para un fin. Y ese fin es llegar a lo trascendental a fuerza de tensar el dispositivo del documental hasta que no dé más. Y ahí sí, o se termina por romper, o finalmente alcanza la genialidad. En esa función asintótica del documental es que se ubica Croma, su intento más reciente de llegar a una verdad revelada a través del cine de lo real.

En Croma Abramovich se corre, o al menos eso nos muestra, del lugar de director. Con pocas instrucciones y una serie de preguntas abiertas, le da amplia libertad de expresión a un conjunto heterogéneo (pero no tanto) de personajes que convocó para una especie de workshop performático. Ellos conviven durante algunos días, se conocen y se descubren a sí mismos. La clave de esta (auto)exploración es la identidad. El instrumento privilegiado que utiliza acá es el croma, la pantalla verde. Eso que siempre está, pero nunca se ve, es precisamente lo que pone en evidencia. La pantalla verde suele ser provisoria, destinada a ser reemplazada en la edición por un fondo a elección. Acá no, acá se pone en evidencia justamente eso, el hecho de que los participantes están solos, sentados en una silla frente a una pantalla verde. Hay más valentía (y ni hablar de autenticidad) en enfrentarse a la soledad de la pantalla verde que en ponerse un traje de Superman y pretender estar salvando al planeta. Los participantes se ven confrontados por preguntas difíciles, personales, profundas. Esas mismas preguntas que se vienen haciendo, consciente o inconscientemente, desde hace muchos años.

Ese ambiente sumamente libre que crea la producción es propicio para reflexionar acerca de la identidad de las personas, de su vulnerabilidad, y también del dispositivo cinematográfico. En este sentido, Croma es un paso más en esta búsqueda que mencionaba más arriba y que comenzó con La Reina. Aquí, Abramovich le da una cámara a los participantes, como ya hizo en Solar, para que le/nos entreguen las imágenes que deseen, para que dirijan su propia película dentro de la película. En las entrevistas, preguntan los propios entrevistados, o simplemente los vemos reaccionar ante sus propias respuestas (como en Blue Boy). Pero también, y esto es lo democratizador del dispositivo documental, nos fuerza a hacernos aunque sea una pregunta, que es la siguiente: la relación entre espectador y protagonista mediada por la cámara/pantalla, ¿puede decirnos algo sobre nosotros, sobre los otros?

Titulo: Croma

Año: 2025

País: Argentina, Austria, Alemania

Director: Manuel Abramovich