Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos (2018), de João Salaviza y Renée Nader Messora

“Una misión ancestral”

Por Ian Quintana.

En Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos nos adentramos en la vida de un pueblo ubicado al norte de Brasil llamado Pedra Branca. Un pueblo ancestral, encerrado en la sabana brasilera, en el que reside una comunidad indígena. La aldea de los Krahô aún mantiene viva la tradición de sus orígenes a pesar del avance del mundo moderno sobre todo el territorio. Sosteniendo firmemente una cultura milenaria y conservando vivo su idioma luchan para cuidar sus ideas y sus tierras. Desde inicios del siglo XIX, momento en que empezaron a hacer contacto con la “civilización”, han mantenido vivos sus ritos y su percepción del universo. El contacto con la naturaleza y el trabajo de la tierra, los mitos y los rituales mágicos, la figura del chamán como ser de curación y adivinación son ideas y prácticas que perduran entres sus gentes. En esta sociedad anclada en un mundo arcaico, de prácticas y creencias primitivas que se contraponen al progreso occidental moderno; en este delimitado micro mundo que absorbe naturaleza y espiritualidad para mantener viva una tradición ancestral en un planeta cada día más escéptico y materialista; en este remoto y pequeño universo, de costumbres desconocidas y gentes anónimas, nos adentramos gracias a la cámara que dirigen en pareja João Salaviza y Renée Nader Messora.

Su película narra la historia de un joven indígena Krahô, llamado Ihjãc, quien hace breve tiempo perdió a su padre. El espíritu de éste se mantiene aún estancado en la tierra, en un eterno limbo del que sólo puede salir si su hijo adquiere la responsabilidad necesaria para encargarse de una fiesta funeraria, un ritual propio de la cultura Krahô. Sólo así, el padre de Ihjãc podrá descansar en paz y su espíritu dejará la tierra. Por este motivo, el joven recibe un llamado en sueños del espíritu de su padre y buscando su voz se acerca a una cascada, en medio de la noche, entre la espesa selva y la luna. Mientras el agua cae con la fuerza de la muerte, Ihjãc habla con su padre, para empezar a comprender su objetivo. Esta misión que se le encarga le traerá una serie de sufrimientos internos, cargados de miedos y angustias que no son más que las inseguridades que nacen ante su crecimiento psicológico y moral. La respuesta emocional de Ihjãc a todo lo que le acontece significa la transformación de su persona, su crecimiento, su paso de la juventud a la adultez.

Luego de este contacto de Ihjãc con su padre en la cascada, seguiremos sus actividades entre la comunidad Krahô. En su compañía conoceremos las prácticas de este pueblo, su forma de vida y sus costumbres. Veremos rituales y prácticas chamánicas, pero también asistiremos a la cotidianeidad de un pueblo que parece haberse quedado estancado en el tiempo. Aturdido por su deber, Ihjãc recibirá ayuda de sus familiares para que le quiten el mal que siente su cuerpo. Pero ante los fallidos intentos y ante la imposibilidad de hacerse cargo de su familia en tal estado, Ihjãc decide trasladarse a la ciudad, para ser atendido por médicos profesionales. Allí intentará, además de curarse, esconderse, olvidarse de su misión ancestral. Buscará su refugio en la ciudad moderna, queriendo adaptarse a la cultura occidental para alejarse de su verdadera misión. Pero en la ciudad todo será peor. El choque cultural, el cambio en la forma de vivir y el rechazo de gran parte de la sociedad para resolver las molestias que aquejan a Ihjãc hacen que su estado empeore. En el intento de curarse en el mundo occidental, en el intento de rechazar su propia cultura, Ihjãc sufrirá aún más y deberá reunir fuerzas para resolver sus angustias. Para que el espíritu de su padre descanse en paz, para mantener viva la tradición de sus tierras, para volver a ver a su familia, deberá tomar una importante decisión, hacerse responsable de su vida, superar sus miedos personales y crecer.

Para rodar Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos los realizadores João Salaviza y Renée Nader Messora se internaron en el pueblo de Pedra Branca durante nueve meses y construyeron junto a los habitantes de la aldea la historia que aquí nos presentan. De un estilo casi documental y con un tratamiento de imagen poético, su película se convierte en un estudio antropológico sobre una cultura única que ha sido olvidada por la era moderna. En este fiel retrato se puede observar cómo esas gentes tan desconocidas y alejadas de uno deben atravesar las mismas angustias y miedos que cualquier otro ser humano cuando se trata de superar los obstáculos personales.

Titulo: Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos

Año: 2018

País: Portugal

Director: João Salaviza y Renée Nader Messora

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