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Billinghurst (2024), de Vladimir Klink

“Lo mejor de dos mundos”

Por Sebastián Francisco Maydana

Bruno confiesa una infidelidad en el preciso instante en que la primera invitada de la noche toca el timbre del departamento. Desde ese momento no dejan de caer amigos a la inauguración oficial del departamento de la calle Billinghurst donde Jime y Bruno se acaban de mudar. La charla penosa y obligatoria va a tener que esperar. Y lo peor es que ese dato, que enmarca y tiñe todo lo que va a ocurrir esa noche, sólo lo sabemos ellos dos y nosotros. Funciona algo así como el cadáver dentro del baúl en Rope (1948), el cuerpo del muerto está siempre presente pero sólo el público y el asesino lo saben. Y como en la película de Hitchcock, la acción transcurre siempre en el mismo lugar donde está esa presencia incómoda y amenazante.

El cine y el teatro son lenguajes artísticos muy distintos y, sin embargo, emparentados. La inmediatez del teatro, la complicidad con el público, su volatilidad ante lo emergente y las exigencias del texto (no hay posibilidad de hacer varias tomas) lo distinguen como medio de expresión. A la vez, el cine puede hacer cosas que el teatro no. Por ello, generalmente las obras de uno y otro medio se hacen fuertes en la diferencia, en realizar aquello que en la otra no es posible. A veces, sin embargo, se pueden ayudar entre sí. En el caso de Billinghurst, una obra pensada en un principio para teatro, sucedió precisamente esto. No se trata de una adaptación de una obra al cine, sino una obra que tuvo su génesis en la dramaturgia y devino imagen en movimiento. Gracias a ello tiene lo mejor de dos mundos.

Un departamento ubicado en la calle del título es el escenario de la película, pero no es su mundo. El mundo de Billinghurst son sus personajes, a la vez reconocibles y únicos. Maca es la hippie neurótica que anda en bicicleta, pero no es sólo eso. César es el proletario que no llega a encajar del todo y le da un poquito de vergüenza a Mariana, Jime y Bruno los porteños de Almagro… los personajes no se agotan en el estereotipo sino que crecen a partir de él, dejando brotar vidas vividas, intereses, propósitos, puntos de vista y conflictos. La construcción individual y colectiva del grupo de amigos es compleja y profunda, y denota tanto una escritura hábil como el empeño puesto en el trabajo con los actores.

Además, Billinghurst hace otra cosa extraordinaria, recupera un elemento que parecía abandonado para siempre por el cine argentino: el humor. Esta es una película muy graciosa, y tanto más porque es inevitable compenetrarse con los personajes. Contribuye a esto último el hecho de que prácticamente durante toda la película convivimos con los protagonistas dentro del departamento. La construcción del espacio se hace más que con la cámara, que está enamorada de los cuerpos, mediante la luz. Y son los cuerpos y sus sombras las que se mueven, toman posiciones, reclaman territorios, hacen campamento. Y nosotros con ellos.

Titulo: Billinghurst

Año: 2024

País: Argentina

Director: Vladimir Klink

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