“Las cenizas de un ritual”
Por Lucas Greco
En muchos aspectos, la convivencia entre urbanidad y naturaleza permite el diálogo de imágenes que suscitan una relación, en el sentido de un montaje armónico que establece analogías y diferencias, pero también una distancia de cómo esas planos pueden generar una ruptura con sensaciones propias de un modernidad que tiene la posibilidad de registrar aquel mismo diálogo establecido y ahí definir una narración, un contraste. De este modo, un síntesis mística y religiosa se interpone para tratar de homologar ambas.
Es el caso del cortometraje Ashes by name is man de Ewelina Rosinska, donde la convivencia entre ruralidad y sus entornos suscita una interrelación y una convivencia donde el ser humano se encuentra dentro. Entonces, se establece una serie de imágenes con cierta reminiscencia melancólica circunscritas a un microcosmos que bien podría simbolizar la comunicación entre una especie y su contexto en términos místicos.
El inicio muestra alguien tocando el piano en un claroscuro pictórico como advirtiendo el tono nostálgico que recorrerá el corto. De ahí en más, la campiña se establece como el punto de partida y de referencia para una sucesión de cuadros que evidencia una armonía entre naturaleza y pueblo, entre lo salvaje y lo urbano. Sin embargo, esta relación también se erige sobre un carácter ritual y espiritual. De esta manera, las escenas que se vinculan con el pueblo son de orden religioso, ya sea rezando en una iglesia o una procesión. Si la naturaleza es y supo ser elemento mítico y religioso, de adoración y de devoción, también se nos muestra esa conversión hacia lo que efectivamente terminó imponiéndose en la cultura occidental. Por ende, imágenes de cristo, de gente arrodillada con las palmas en el gesto de rezo, de cruces, de sacerdotes, se interponen con las del sol, la luna, el bosque y el mar.
La iglesia y el afuera se fundan en esa sinfonía de planos que atraviesa no solo la relación simbiótica sino también tensionada y apesadumbrada. Al calor de un sol de verano o la frescura de la luna, también puede haber desolación y soledad. Así, lo humano se cola en lo natural para habitarlo en términos de espacio y de escena, en una convivencia para consigo mismo y para con su entorno silvestre. Es en estos rituales que se arraiga la pertenencia tanto a un plano terrenal como celestial. Las cenizas y el cementerio entonces encarnan esa conexión astral y ancestral donde la tierra recibe esos cuerpos para luego alimentar las raíces mismas de una civilización.
La cámara, con sus movimientos y sus planos fijos, registra pretendiendo dilucidar una aparente comunión con aquello que filma y observa, desde posiciones variadas siguiendo un ritmo in crescendo que está al orden de un montaje rítmico que sabe cuando tensarse y aflojarse.
Las texturas y los paisajes sugieren contrastes y paralelismos donde lo católico y lo natural se funden en un postura barroca que culmina con el corte de un cuchillo que más que pelar una manzana, está preparando el fruto de su propia cosecha.
Titulo: Ashes By Name is Man
Año: 2023
País: Alemania
Director: Ewelina Rosinska