Apocryphal County (2023), de Geoffrey Lachassagne

“El el mapa y el territorio”

Por Sebastián Francisco Maydana

En cada visita guiada a la Casa Rosada se les dice a los turistas que el edificio es rosa porque en la época de la Colonia se mezclaba la pintura blanca con sangre de cerdo. Y todos lo creen, y lo repiten, y esa anécdota adquirió estatuto de verdad a lo largo de los años precisamente por aquella repetición. Aunque sea falsa. Ahora, falso y ficcional son dos cosas completamente distintas, y este último es el adjetivo que le cabe al condado de Yoknapatawpha, en el estado de Mississippi, donde William Faulkner ambientó todas sus novelas a excepción de tres. El último documental de Geoffrey Lachassagne menciona, al comienzo, que todas sus novelas transcurren allí (y también miente con la fecha del mapa creado por el mismo Faulkner), marcando el tono de todo lo que se verá a continuación.

Es que si el ¿género? ¿estilo? es por definición el “tratamiento creativo de la realidad”, un documental que tiene por objeto una ficción, ¿deja de serlo? Claro está, no es posible registrar imágenes y sonidos de un lugar como el condado apócrifo de Faulkner, pero afirmar sólo por ello que no existió (o que no se puede hacer un documental sobre él) sería, eso sí, falso. De la misma manera, podríamos preguntarnos qué tal reales son los lugares y las personas que registra Lachassagne, pero esa pregunta es fútil ya que siempre es más interesante lo que puede ser que lo que es.

Apocryphal county es una exploración imaginaria, topográfica, visual, auditiva, genealógica, antropológica e histórica de aquello que pudo ser, y lo fue, pero sólo porque alguien lo escribió. Ese alguien fue uno de los novelistas fundamentales del siglo XX. El documentalista se pregunta, mediante imágenes y unos pocos títulos, por la relación entre el mapa y el territorio, entre la historia y la ficción, entre la realidad y lo que se dice de esa realidad. Es una película amable con el espectador, porque le deja tiempo y espacio para la reflexión, para sacar sus propias conclusiones, y para disfrutar de las bellas imágenes acompañadas de un paisaje sonoro hábilmente construido.

El dispositivo documental está tensado aquí de una manera que hace fácil conectar con las imágenes y los sonidos desde el lugar individual de cada uno, no hay una bajada de línea sino una serie de propuestas, que cada espectador podrá seguir a su voluntad y de acuerdo a su experiencia. Y la experiencia de ver Apocryphal county es, desde un punto de vista meramente estético, muy grata.