Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

“Antes de salir a filmar no tengo la mínima idea de qué voy a encontrar”. Entrevista a Frederick Wiseman

“Antes de salir a filmar no tengo la mínima idea de qué voy a encontrar”

Entrevista a Frederick Wiseman

Por Mauro Lukasievicz

Traducción: Rocío Molina Biasone

Todo comenzó allá por 1967 con Titicut Follies. ¿En qué aspectos cree que cambió su manera de filmar a lo largo de las décadas?

Mi estilo no cambió, ¡pero espero que sí haya mejorado! (Risas) El equipo técnico sigue estando compuesto tan solo por dos otras personas, además de mí. Y por eso, también sigo tardando entre diez y doce meses en terminar de editar una película. Me gusta pensar que aprendí bastante sobre cómo reconstruir el material a través de secuencias, y cómo lograr que esas secuencias se conecten en la edición final. Espero que todo eso que fui aprendiendo se refleje en mis obras.

Titicut Follies hoy sigue siendo la única película censurada por la justicia estadounidense por motivos fuera de la obscenidad o vulneración de la seguridad nacional. Su segunda película, High School (1968), mostraba abusos de poder en las escuelas secundarias de su país y su exhibición también sufrió obstáculos. ¿Fue nuevamente objeto de censura?

En realidad, High School nunca fue censurada. Lo que pasó es que, durante varios años, yo mismo decidí que la película no se pudiera mostrar al público en la ciudad de Philadelphia —donde la filmé— o en el radio de 80 metros que la circunda. Fue todo para evitar la posibilidad de que me denunciaran, pero por suerte, eso no terminó pasando.

Siguiendo con las denuncias, tengo grabada en la memoria una escena de Law and Order (1969), una de las primeras películas suyas que vi, en la que un policía blanco se queda asfixiando a una mujer negra por más de treinta segundos, todo frente a cámara y en tiempo real, desde ese momento siempre me hice la misma pregunta ¿Cómo logra que las personas se sigan comportando como probablemente lo hagan día a día mientras están siendo filmadas?

No tengo un método en particular, ni nada por el estilo. Siempre le explico a los potenciales participantes lo que estoy haciendo, cómo lo estoy haciendo, cuánto voy a tardar en terminar la edición, y que la película va a llegar a los cines y canales de televisión de todo el mundo. En el caso de la escena a la que te referís, la de Law and Order, yo ya había estado unas cuantas horas en el patrullero, junto con la brigada encargada de perseguir delitos relacionados con drogas y prostitución, cuando les llegó la orden de dirigirse al hotel. Los policías que aparecen en la escena estaban completamente al tanto de lo que yo estaba haciendo ahí. La mujer no tenía idea alguna de que nosotros íbamos a ir a filmar. Y no tuvimos que sacar ningún permiso para hacerlo, porque la Primera Enmienda en la Constitución Estadounidense contempla el derecho de los ciudadanos a documentar el accionar policial.

¿En ningún momento lo obligaron a retirarse del lugar o apagar la cámara, o le pusieron un límite a lo que podía filmar?

Empecé a rodar Law and Order en Los Ángeles, y una semana después me dijeron que ya no podía seguir subiéndome a los patrulleros, pero que del resto podía filmar lo que quisiera. En ese entonces no la policía no patrullaba a pie, lo cual quería decir que yo no tenía prácticamente nada para filmar en la calle. Más adelante conseguí un permiso para poder filmar en Kansas City, Missouri, y me fui para allá.

En casi todas sus obras vemos un conflicto entre lo que las personas nos cuentan sobre sí mismas—sus ocupaciones o trabajos— y aquello que nos termina mostrando la cámara. ¿Por qué decide retratarlas de esta forma?

No creo que sea algo tan diferente de lo que se puede ver en el día a día, en los encuentros cotidianos de las personas. Todo el tiempo tenemos reacciones ante las actitudes de otras personas que pueden llegar a contrastar muchísimo con lo que ellas piensan de sí mismas, o creen creer sobre ellas mismas (risas)

Ha obtenido reconocimiento mundial y le ha marcado el camino a muchos jóvenes directores, a lo largo de los años. En su opinión, ¿qué es lo más importante que le ha dejado al cine y a futuras generaciones de cineastas? 

Bueno, creo que simplemente las películas que hice, y la esperanza que tengo de que la gente siga queriendo verlas, que sigan generando interés. 

Si no le molesta contarnos, ¿cuál fue la situación más traumática que le tocó filmar hasta el momento?

He tenido que filmar en situaciones límite, y tuve que presenciar la muerte de algunas personas.

¿Y cuál fue la decisión más difícil que tuvo que tomar al rodar?

Cuando estaba filmando Hospital, un trabajador del subte se electrocutó al tocar las vías, y lo llevaron a la sala de emergencias porque seguía vivo. Estaba muriendo, y su familia estaba junto a la camilla, rodeándolo. Decidí no filmar la escena, y hoy sigo dudando de que haya sido la decisión correcta, porque de hecho sus familiares me habían dicho que no les molestaría si quería hacerlo.

A su cine se lo suele etiquetar de diferentes formas, desde cinéma vérité hasta “de observación”. ¿Siente que definen a su cine de alguna forma?

No me agradan esos términos. El primero no es más que una expresión francesa de suma pomposidad. El segundo da a entender que, en los documentales de ese tipo, el cineasta no es más que un observador pasivo que filma, desde una posición más o menos fija y estática, lo que sucede frente a él. Es un término que sinceramente no logra transmitir el hecho de que, al preparar, rodar y editar una película, uno tiene que tomar decenas de miles de decisiones. Y me gusta creer que yo hago películas.

Y precisamente en  sus películas, siempre ha logrado evitar las bajadas de línea, y respetar lo complejo y diverso de cada ambiente y situación. ¿Es eso producto de una decisión consciente?

Claro, eso siempre fue intencional. ¿Cómo podía no serlo?

Sabemos que debe dedicarle muchas horas a sus rodajes, pero de hecho son muchas más las que le dedica al proceso de edición. ¿Trabaja con algún guión previo?

No, no escribo un guión ni nada por el estilo, porque antes de salir a filmar no tengo la mínima idea de qué voy a encontrar. Voy descubriendo la película en el proceso de edición.

¿Puede contarnos un poco más de ese proceso?

Claro. Lo primero que hago es ver todo el crudo. Esto puede llevarme de seis a ocho semanas. Tomo notas y marco las secuencias que me gustan. Y después de este primer visionado, descarto la mitad del material, o algo así, y empiezo a editar distintas secuencias por separado, sin seguir un orden particular. En esta etapa me concentro en tratar de entender bien qué es lo nuclear en cada secuencia, qué está sucediendo realmente allí, para así poder reducir la duración original a un largo que me sirva. Tengo que encontrar la respuesta a la pregunta “¿Por qué?”, es decir, por qué quedarme con aquellas palabras, o este gesto de la mano, o ese cambio de tema o aquella afirmación contradictoria, y así, una y otra vez. Es una conversación que tengo conmigo mismo mientras edito las secuencias. Cuando termino con todas, comienzo a darle forma la estructura de la película. Por lo general termino la primera versión en tres o cuatro días, porque a esa altura del proceso ya estoy muy familiarizado con el material y puedo hacer los cambios de forma rápida. El primer corte siempre es unos treinta o cuarenta minutos más largo de lo que termina siendo la película. Lo último que hago, una vez que termino con todo el proceso de edición, es volver a mirar todo el crudo, para estar completamente seguro de que no me estoy olvidando de incluir nada que sea importante para la estructura o lo que quiero contar. Al hacer esto, a menudo termino descubriendo secuencias o tomas que en un inicio había descartado, pero luego me doy cuenta de cómo podrían encajar.

¿Qué actividades le permiten distenderse de todas las horas de edición?

Me gusta leer. También voy al teatro o a ver ballet. Y cada tanto voy a esquiar. 

Tengo entendido que filma más de cien horas por cada película. ¿Cómo decide que ya tiene suficiente material? 

Es una decisión que tomo de forma intuitiva, gracias a un profundo conocimiento del material que filmé y a un igualmente profundo deseo de volver a dormir en mi propia cama.

Ha hecho películas en torno muchos lugares, varios de ellos de gran importancia para el mundo actual o para los Estados Unidos ¿Hay algún sitio que sienta que le falta filmar?

Sí, pero lamento decir que nunca revelo el foco o tema de mi siguiente película hasta que la termino, mi idea es que no me queden sitios sin filmar (risas)

¿Qué opinión tiene sobre el cine documental que se está haciendo actualmente en el mundo?

A decir verdad, no veo muchas películas. Trabajo mucho, y cuando no estoy trabajando me gusta ir a esquiar o caminar por el campo. Y como no veo muchos documentales, no puedo decir que tengo una opinión sobre el estado actual del cine documental.

Si llegaste hasta acá…
Es porque entendés que el cine es un arte y no un mero entretenimiento, por eso valorás y apoyás que existan otras miradas. Podés apoyar a Revista Caligari adquiriendo alguna de nuestras suscripciones.
SUSCRIBIRME

25% De descuento en suscripción Anual