Anora (2024), de Sean Baker

El análisis de Sean Baker sobre las comunidades marginadas en Estados Unidos, plasmado en sus películas, se arraiga en la humanidad mediante un enfoque realista que va más allá de los espectáculos grandilocuentes para adentrarse en la vida cotidiana de estos grupos. Desde Tangerine (2015), película que explora la vida de una trabajadora sexual transexual afroamericana en las calles de Hollywood, hasta Red Rocket (2021), que sigue a un ex actor porno masculino tratando de recobrar su fama en Texas seduciendo a una mujer más joven, las obras de Baker sobre el trabajo sexual destacan por su profundo conocimiento y comprensión de estos trabajadores.

Su película más reciente y extensa hasta la fecha, Anora, estrenada en el Festival de Cine de Cannes, donde Baker participa en competencia por segunda vez consecutiva, sigue la búsqueda caleidoscópica de Ani, una bailarina erótica, en otro ambito característico de Sean Baker: el Sueño Americano.

La reacción química resultante es burbujeante y volátil, pero no exactamente el cóctel explosivo que podría haber sido. Una duración excesiva, personajes poco desarrollados y algunos titubeos tonales incómodos restan fuerza al humor punzante y la energía impulsora de la película. Una historia marcada por conflictos de clase, género y cultura también desplaza el comentario político a favor de la violencia caricaturesca y la comedia de enredos, que puede ser divertida pero deja un sabor fugaz. Anora es la producción de mayor presupuesto de Baker hasta el momento, aunque sigue siendo modesta según las medidas convencionales, con una trama sencilla al estilo de Cenicienta. Es una explosión mientras dura, pero menos una declaración áspera, llamativa y provocativa que algunas de las obras anteriores del director.

Algunos conflictos familiares al estilo de Succession,  funcionan como momentos de mucha comedia, pero llegan un poco tarde en una narrativa de más de dos horas con un ritmo extraño que galopa en algunas secciones y se arrastra en otras. 

Como paquete estético, Anora tiene un aspecto más pulido que algunas de las películas anteriores de Baker. Aun así, conserva su firma de amor por los colores neón llamativos, escenas de sexo gráficas y potentes canciones de rap. Ingredientes familiares, todos enmarcados esta vez por algunas vistas sorprendentemente poéticas de Brighton Beach y Coney Island.