Andrey Tarkovsky. A Cinema Prayer (2019), de Andrey A. Tarkovskiy

“Padre Nuestro”

Por Ian Quitana.

Andrei A., el hijo de Andrei Tarkovski, se dedica a difundir la obra de su padre a través del instituto creado en su nombre. Mediante sus acciones preserva el universo fílmico de Tarkovski renovando su arte y poética. En esta ocasión, Antrei A., uno de los tres hijos de Tarkovski, se convierte en director realizando un documental sobre la figura de su padre, sobre su cine y su vida. Recorre, en gran parte con material de archivo y fragmentos de películas, cada obra que Tarkovski creó, a su vez que cronológicamente va contando los sucesos de la existencia que le tocó atravesar, por momentos dura en relación al contexto histórico en que tuvo que trabajar y por otros feliz si se piensa en las relaciones familiares y de amistad que lo acompañaron en la lucha por hacer cine. Andrei A., se centra en estos hechos de la vida de su padre, para dialogar con él, para verlo y escucharlo en toda su expresión, a través del arte que renovó con su mirada. 

Así observamos junto a su hijo cómo se fue gestando la poética de Tarkovski y cómo expresó sus ideas por medio del cine. Conocemos la importancia de los años de su infancia, o la influencia que tuvo sobre él Arseni Tarkovski, el gran poeta ruso que Andrei A. tuvo por abuelo. También entendemos las relaciones con su madre o con los amigos que lo ayudaron durante el exilio en Italia. Escuchamos a Tarkosvki hablar sobre la importancia que tuvieron en él autores de la literatura, la pintura o la música. Lo vemos y oímos reflexionar sobre su propio cine, lo que aprendió en cada film o lo que cree que el cine debería llegar a ser. 

Andrei Tarkovski: A Cinema Prayer está dividida en ocho capítulos más un epílogo en los que se combinan imágenes de archivo con fragmentos de las obras de Tarkovski y testimonios en los que reflexiona sobre la creación cinematográfica, su vida y su arte. Por momentos, la película busca reproducir la misma poética que se observa en El Espejo (1975) o en Stalker (1979). Imágenes y sonidos de la naturaleza se mezclan con poesías inéditas leídas por el abuelo de Andrei A., junto con monólogos de Tarkovski casi como si estuviera analizando y criticando su propio material. Como eje principal del relato la narración destaca la experiencia espiritual de Tarkovski en el acto de creación artística, enfatizando la importancia del arte y la religión en su vida y cómo logró, a través de la fe, alcanzar ese estado espiritual absoluto que buscaba. 

El documental se convierte de a poco en una visión personal del hijo hacia el padre. Se hace íntimo, casi como el retrato de una historia familiar, simple y pequeña, pero universal a la vez. Como en el cine de Tarkovski, el diálogo entre padre e hijo se renueva y se expresa en imágenes que buscan entender la esencia humana, la naturaleza y el sentido del arte. Andrei A. nos permite asistir a la visión que tiene él sobre su padre y cómo es posible entender su vida y sus ideas a través de las siete películas que filmó, dando cuenta de la fuerte conexión espiritual que Tarkovski tenía con el cine. 

La vida y obra de Andrei Tarkovski es pura poesía, en el sentido más profundo que puede sugerir tal concepto. Casi como un mártir que entregó su vida al arte cinematográfico, Tarkovski logró plasmar una visión única que aún sigue elaborando nuevos sentidos y preguntas. Los universos que construyó y las ideas que planteó se observan en cada plano realizado o en los textos donde sintetizó sus ideas. Gracias al documental que realiza su hijo podremos encontrar algunas respuestas. En todas ellas se observará la solidez de su mirada y pensamiento, y la incansable búsqueda de esa imagen absoluta, total, que tanto anheló. El homenaje del hijo al padre trasciende la mirada superficial y se transforma en una oración, en una plegaria hecha hacia su cine y su persona