“Una salvación”
Por Nicolás Noviello.
A lo largo de la historia del arte son muchas las obras que abordan la temática del doble, ya sea desde un desdoblamiento psicológico o la directa aparición física de una persona idéntica al protagonista. En cuanto a lo cinematográfico nos encontramos, por ejemplo, algunos casos como Enemy, 2014 basada en una novela de Saramago y otros tres basados en una novela Dostoyevski que son Partner, 1968, The double, 2014 y Deux Remi, deux, 2015. Si bien la novedad en la opera prima de Andrea Jaurrieta es evidente y para nada menor, es decir, que la protagonista y directora sean una mujer, lo que no defrauda es que el curso y las decisiones en la película son completamente distintos. No es un remplazo de género, es un cambio en problemática de la identidad. En todas las películas que invocan a este fenómeno el protagonista indaga y pelea contra ese intruso que irrumpe en su vida y los despoja de todo, principalmente de su amada, reflejando en gran parte una lucha viril donde se disputa una posición social que pierden ante la aparición de otro hombre que los reemplace. En cambio, la irrupción de una doble en la vida de Ana es casi una salvación y como ya se puede ver en el tráiler, y aunque para algún desactualizado pueda resultar casi surrealista, inmediatamente deja todo atrás y comienza una nueva vida donde no es nadie, pero principalmente donde pueda despojarse de todos los mandatos que se le cargaron cuando no pudo elegir.
Los minutos iniciales de la película representan este cambio de paradigma de una manera clásica que pareciera finalizar con un simpático chiste entre los diálogos cuando Ana, ya siendo Nina llega a la pensión. Los planos son prácticamente fijos y junto con el sonido nos sugiere el inicio de una película realista en la que la doble de Ana aparece sin mucho dramatismo. Lo genial es que quien verdaderamente irrumpe en la película y da cuenta de un giro narrativo no es la doble si no la música de Aurelio Edler Copes, que por su particularidad se distingue del resto de la banda sonora permitiendo un entretejido mucho más preciso. El trabajo de Jaurrieta en el sonido de la película se aproxima más al uso del Shepard tone en Zama en contrapunto al mismo sonido en las películas de Nolan: no anticipa las acciones del guion ni busca fortalecer lo que con las imágenes y efectos no consigue decir, por el contrario, funciona por sí mismo dando pautas y ritmos que las imágenes no tienen la intención de mostrar. Esa doble de Ana, junto con el conflicto que genera su aparición e incluso su pasado, se invocan solamente con el sutil manejo de la música. A medida que este sonido va apareciendo la relación con la imagen es cada vez más alejada y profundiza aún más ese conflicto interno del personaje.
Ana, está interpretada de manera brillante por Ingrid García Jonsson y en un segundo plano quien también destaca es Alvaro Ogalla como Marcelo. Es interesante remarcar que es el protagonista de El apostata, 2015 una película que se relaciona más con Ana de día que las nombradas al inicio del texto, plasmando una generación que va deshaciéndose del peso religioso que tanto los incomodó luego de una crisis económica que sin duda movió algunas estructuras tan arraigadas en España. Hay una escena magnifica donde una discusión enfrenta a la dueña de la pensión con Ana y en el plano quedan separadas por una cruz que se refleja en un espejo.
En 2017 los films The Florida Project y Alanis llevaron a la pantalla grande la vida de dos madres solteras de clase baja que ejercían por voluntad propia y de manera independiente el trabajo sexual. Al año siguiente la película de Jaurrieta toma no como conflicto central, pero si como una elección de peso en el personaje, la iniciación en la prostitución. Esto no es traído de manera ingenua por la directora y toma con el mismo respeto que esas dos películas la problemática de la profesión sin cargarla con un juicio de valor. La dueña de la pensión confirmará que Ana es una prostituta solo con encontrar plata en efectivo guardada, es decir si tuviese un empleo legal estaría bancarizada. Si bien esto se entiende porque el trabajo en negro evidentemente no es un problema para los españoles, en la película está justificado inteligentemente por la escena donde la protagonista se presenta al trabajo y acuerdan que para permanecer en la clandestinidad va a trabajar en negro. Por otra parte, Ana sufre una escena de violencia antes de tomar su primer trabajo, sin embargo, sus decisiones no son para nada en consecuencia de eso. El hecho de que la violencia física casi no aparezca no es algo que necesariamente niegue una realidad sino más bien que, como dice Martel refiriéndose a Zama “…prefiero que no proliferen los crímenes de mujeres en el cine, la literatura, lo que sea, porque no estoy segura de que estemos pudiendo reflexionar sobre eso, y más bien sospecho que banaliza el cuerpo de las mujeres, e incluso incita a cierta violencia”.
Uno de los pasajes finales de la película donde el personaje del maestro, interpretado por Fernando Albizu (que dicho sea de paso esta fenomenal), inicia la presentación del show del Radio City podría ser, y posiblemente lo sea, el más completo de la película donde se reluce la excelencia de Miguel Trudu quien estuvo a cargo del montaje. La película prácticamente transcurre en tres o cuatro espacios y los personajes son alrededor de quince. No hay un solo de estos que no merezca una película aparte, el respeto y cariño por los mismos que tiene su creadora es maravilloso, sumado a esto la gran identidad que apropian esos pequeños espacios permite decir que en la película hay una cantidad interminable de variantes que se podrían haber tomado culminando a la perfección en un final abiertamente sororo.
Que una película evoque al verla tantos títulos y nombres no es casualidad, pero que además reluzca en todas sus áreas dando tanta tela para cortar afirma que hay un gran trabajo y equipo magnifico por detrás craneado y dirigido por una gran artista⚫
Titulo: Ana de día
Año: 2019
País: España
Director: Andrea Jaurrieta