Agate mousse (2021), de Selim Mourad

“Íntimo y confuso”

Por Ivan Garcia.

La multiplicidad de registros es bastante común en el cine contemporáneo. Lo mismo puede decirse de la hibridación discursiva, en obras que pasan por el terreno del documental, el de la ficción tradicional, y que buscan un abordaje más intimista. En el caso de “Agate Mousse” esta búsqueda de lo íntimo se da también con un relato autobiográfico.

La historia se plantea desde el presente del director, y cómo la posibilidad del cáncer lo confronta con su mortalidad y afecta sus proyectos artísticos. Sin embargo, pronto la perspectiva cambia a la de un fotógrafo, contratado por Mousad para documentar el progreso de la enfermedad, y elaborando así un proyecto artístico propio. Ambas obras o ideas parecen mezclarse de ahí en adelante, adoptando por momentos la perspectiva de este fotógrafo, y también centrándose en la vida de Tamara, su novia, quien a su vez se encuentra también filmando entrevistas y participando en proyectos de Mousad y de su pareja.

Esta mezcla y cruce de visiones se vuelve bastante confusa, y acaba deviniendo pretenciosa hacia el final cuando Mousad intenta darle un sentido de cierre  en torno al renacer, a la circularidad y la continuidad de la vida, ideas que explora desde lo formal adoptando un encuadre circular durante la mayoría de la película (algo que toma de las fotografías que le hicieron) pero que se siente algo forzado por todos los distintos puntos y enfoques que toma en poco más de una hora de duración.

Así como se alterna entre discursos, formatos, protagonistas y lenguajes también se abusa un poco de la voz en off, que acompaña las imágenes e intenta complementarlas dándole un trasfondo más trascendental, junto con breves frases que aparecen en pantalla y desarticulan una posible trama en pos de ese sentido de profundidad y de reflexión personal.

Puede decirse que esta es una película que se adapta a lo que hoy en día podemos considerar “festivalero”, que bebe de distintas fuentes pero finalmente no acaba hablando de algo concreto, y difícilmente encuentre acogida fuera de lo que es justamente el circuito de festivales. Es complicado generar ese sentido de identificación cuando la cantidad de situaciones, protagonistas y planteos estéticos es tan confusa y cambiante.