“El tiempo disuelto en imágenes”
Por Mauro Lukasievicz
En su nuevo cortometraje, A Thousand Waves Away, Helena Wittmann nos sumerge en un universo sensorial donde la naturaleza y la percepción se entrelazan en un juego de misterio y evocación. Filmada en 16mm, la película despliega un hipnótico entramado de imágenes y sonidos que transportan al espectador a un jardín vibrante y enigmático, un espacio que oscila entre lo real y lo imaginado.
Los personajes, dispersos entre arbustos, fuentes y parterres de flores, deambulan en una búsqueda silenciosa. Sus cuerpos se mueven con cautela, sus manos intentan recordar el tacto de los elementos, mientras sus ojos escudriñan el entorno en busca de señales. A través de esta exploración, Wittmann captura una sensación de inquietud latente, como si el equilibrio de este paraíso estuviera a punto de romperse.
El trabajo visual es extraordinario. La textura del celuloide amplifica la materialidad del espacio, haciendo que la luz y la sombra se filtren con una cualidad casi táctil. Cada encuadre parece una pintura viva, con una meticulosa composición que resalta la interacción entre los cuerpos y el paisaje. A esto se suma la cautivadora banda sonora, cuyas melodías y sonidos ambientales contribuyen a la atmósfera envolvente de la película.
Más que ofrecer respuestas concretas, A Thousand Waves Away se despliega como una experiencia sensorial que invita a la inmersión total. Wittmann prescinde de una narrativa lineal para sumergirnos en un estado de percepción amplificada, donde cada detalle cobra un significado fugaz y enigmático. La película se siente como un sueño en el que la lógica se diluye, permitiendo que las emociones y los sentidos guíen el recorrido. En este espacio incierto, la belleza del entorno se entrelaza con una sensación de anhelo, como si algo estuviera siempre a punto de revelarse, pero permaneciera fuera de nuestro alcance.

Titulo: A Thousand Waves Away
Año: 2025
País: Alemania
Director: Helena Wittmann