A New Kind of Wilderness (2024), de Silje Evensmo Jacobsen

Aunque no se menciona en pantalla, el punto de partida para el proyecto fue cuando la cineasta Silje Evensmo Jacobsen encontró el sitio web de la familia Payne, administrado por la madre Maria: una crónica visual y verbal de la vida en una granja, que Maria y su esposo inglés Nik compraron para vivir lo más cerca posible de la naturaleza, sin depender de las rutinas de la gran ciudad. Educaban en casa a sus cuatro hijos (la mayor, Ronja, es hija de Maria de una relación anterior) y estaban perfectamente felices en medio de un bosque noruego, un sentimiento que Jacobsen deseaba capturar en cámara.

Sin embargo, al posponerse la filmación, no volvió a conectar con la familia hasta que fue demasiado tarde: Maria fue diagnosticada con cáncer (el título en inglés de la película proviene del mensaje en línea que utilizó para anunciarlo) y falleció en la primera mitad de 2019. Con el consentimiento de Nik y los niños, reformuló su idea original para centrarse en su adaptación a una nueva vida y sus múltiples complicaciones: Ronja, que siempre se sintió un poco distante del resto de la familia por no ser hija de Nik, regresó a vivir con su padre biológico, y Nik mismo consideró regresar a Inglaterra, especialmente porque la ausencia de Maria dificultaba continuar la educación en casa de los hijos menores, Ulv, Falk y Freja, en noruego.

La película comienza con una sensación idílica exagerada, indulgiendo en todos los clichés hippies del estilo de vida elegido por la familia (un minuto después, se alienta a uno de los niños a abrazar literalmente un árbol). Luego, la euforia disminuye gradualmente hasta que muy pronto Maria está fuera de escena, a excepción de imágenes de archivo ocasionales y pasajes de sus escritos recitados por Siw Laurent, y un tono más sombrío se instala. Los exuberantes paisajes de la vida en la granja dan paso a primeros planos más frecuentes de los principales protagonistas, especialmente los niños que se encuentran “atrapados” en una nueva existencia más restrictiva que no sabían que estaba a la vuelta de la esquina.

Hay una crudeza suave en los procedimientos, ya que la confianza que la directora construyó con la familia da sus frutos al tener acceso a sus momentos más vulnerables, con una melancolía subyacente incluso cuando la estructura general establece las bases para una serie bastante reconfortante de arcos de personajes. Sí, esto es no ficción, pero con la disposición de un drama clásico, incluidas las ocasiones de intrusismo ocasional, especialmente los voiceovers, que pretenden tirar de las fibras del corazón de una manera aún más explícita. Una molestia menor, pero no completamente inofensiva, en lo que, por lo demás, es una mirada muy honesta a una familia rota que se recompone.