“Common people

Por Sebastián Francisco Maydana

Pelu es proyectorista en una sala municipal de Córdoba. Campos también. El problema es que la situación económica es muy mala y no da para tener dos proyectoristas en un cine que sólo pasa clásicos en blanco y negro. Pero les ofrecen una solución salomónica y a Pelu lo dejan quedarse en el cine bajo otro rol: sereno de noche. Poco después, cuando lo echan del departamento que alquila por falta de pago pierde la única razón para salir de ese mismo cine. Simplemente se lleva un colchón y unas pocas cositas y se instala en un rincón desocupado del edificio.

La serenidad del blanco y negro acompaña perfectamente la apatía de Pelu. Simplemente acepta lo que viene sin cuestionarlo, su vida no le pertenece, sino que está gobernada por el dios caprichoso de la crisis económica argentina. Se come sus ahorros, vende su motito por un par de fajos gruesos de billetes que no alcanzan para nada y para los cuales no tiene pensado un destino definido. Apenas atina a pasarse las noches mirando películas y bajándose porrones de Stella Artois que fía de la heladerita de la cantina, acompañado de un grupo de crotos que terminan parando en el cine por falta de otro techo y Vale, su amiga y único personaje femenino que habla, y que vende contenido en OnlyFans. Los dramas demasiado contemporáneos de los personajes se recortan contra el audio y las imágenes de películas de la época clásica de Hollywood que, se supone, selecciona Pelu. La pantalla separa y crea una realidad paralela, una en la que sí pasan cosas.

Pero todo este panorama de crisis, desocupación y autoexplotación termina diluyéndose precisamente por la apatía de los personajes. El trabajo de sereno es poco desafiante, y transcurre entre puchitos en la puerta del cine, siestas, películas y visitas sociales. Lejos está de una situación en la que el personaje hizo todo lo posible, pero falló. No es ni un fracasado ni un trabajador precarizado, simplemente un miembro de la clase media empobrecida y sin iniciativa que sigue retirando noche a noche cervezas y sanguches de la heladerita porque sabe que cuando quiera puede detener todo con un llamado, como la griega de Common People, la canción de Pulp. En ningún momento se da a entender que carece de otra opción más que aceptar el destino. En otras palabras, los conflictos son muy flojos y hacen que sea difícil comulgar con los objetivos del protagonista (inexistentes, por otro lado).

Lo que salva la película es la fotografía, que es muy buena en todo momento. La locación en donde ocurre prácticamente la totalidad de la acción es explorada en profundidad, y con mucha creatividad e imaginación. El entorno de la sala de cine es ideal para construir un mundo de dos valores, lo luminoso e irreal de la pantalla, la realidad oscura y desesperanzada. Algunos de los encuadres y ángulos son tomados prestados (fiados, casi) del impresionismo alemán, y hay que destacar también la impecable iluminación.

Aunque sus problemas sean flojos de papeles, hay algo de Pelu y sus amigos que los hace queribles, que tiene que ver en buena parte con la excelente interpretación y otro poco con que buena parte de los espectadores de cine pertenecemos a esa clase que es un poco como la gente común pero no del todo.

Titulo: La noche está marchándose ya

Año: 2025

País: Argentina

Director: Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini