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Yermo (2020), de Everardo González

“Desierto no es igual a vacío”

Por Rocío Rivera. 

yermo, ma

  1. adj. inhabitado. Apl. a lugar, u. t. c. s. m.
  2. adj. No cultivado. Apl. a terreno, u. t. c. s. m.

RAE, 2020

El desierto ha sido siempre un lugar lleno de leyendas, mitos, ideas de glorificación o de demonización, que permitía a lxs otrxs, lxs que vivían fuera de la geografía de este relieve, depositar en esa otredad -que no les interesa comprender-, todo aquello que dentro de la idea de sociedad urbanizada, no entraba. Sumemos a esto, toda la mitología egipcia, de civilizaciones milenarias, que ayudaron a construir el imaginario colectivo de este escenario geográfico que se encuentra distribuido por todo el mundo. Pocos intentos por conocer las particularidades de vida, las formas de subsistencias y las culturas que se encuentran dentro los desiertos se han conocido alrededor del mundo, pero se podría decir que Yermo, el nuevo film de Everardo González, intenta subsanar la mirada etnocéntrica y antropológica hacia las comunidades del desierto, al realizar un registro más crudo y vivo de lo que en realidad sucede en estos relieves tan particulares, que no están “vacíos”, sino llenos de vida y cultura. 

Yermo deviene en un ejercicio fílmico estimulante: con una cámara a modo de testigo y reportero explícito, la película nos permite entrar en la vida cotidiana de lxs habitantes de siete desiertos alrededor del mundo, cada uno con sus particularidades y características específicas. Recorriendo México, Mongolia, India, Estados Unidos, Perú, Islandia, Namibia, Marruecos y Chile, con las distintas características de los lugares, algunos más cálidos, otros mixturados con un frío extremo de alta montaña, cada uno de estos sitios presentan comunidades con características, rituales y cotidianidades completamente distintas. Desde casas en los desiertos, pasando por chozas de alta complejidad, hasta refugios más precarios, cada una de estas mini sociedades vive el desierto desde adentro, es parte de su vida y de la cosmovisión del mundo que han creado y en la cual se han desarrollado. 

Este documental, nos propone un viaje hacia adentro de los lugares catalogados como los más alejados u hostiles del mundo, entendiendo a sus habitantes y permitiendo un viaje visual cargado de postales de paisajes inmensos, algunos realmente despojados de todo elemento, otros acompañados por personajes, animales o edificaciones que permiten desplegar la vida tal como la desarrollan estas comunidades. Además de estas hermosas imágenes que conforman lo principal del film, González también habilita que se conozca, desde el relato en primera persona, las distintas situaciones de lxs habitantes del desierto: mujeres que han quedado solas mientras los hombres se dedican a actividades lejos de sus casas, niñxs que crecen en estas territorialidades donde el “buscar agua” se vuelve una de las acciones principales de su día a día, personas que nunca han sido escolarizadas porque no existen escuelas en algunas de estas sociedades, la vida en conjunto con animales como los camellos, el trabajo con artesanías, las charlas en las caminatas por el desierto, las charlas con lxs vecinos, entre otras actividades. Es destacable también, la importancia de la cultura que González le imprime a sus postales visuales: la música, los atuendos y los ritos son parte viva e importantísima de estas comunidades. Yermo permite romper estigmas, estereotipos e ideas fosilizadas de lo que es la vida “real” en el desierto, que no es ni buena ni mala, ni glorificable, ni demonizable, es simplemente, distinta. 

Ya lo dijo Thomas Kuhn hace ya mucho tiempo atrás: los paradigmas culturales son inconmensurables, es decir, no se pueden comparar, ni medir, ni juzgar. Se puede observar conocer, aprender, investigar, indagar y sacar propias conclusiones sobre algo, y eso es un poco lo que Yermo nos invita: a conocer la vida en el desierto, derribando mitos, leyendas y estereotipos sobre el mismo.

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