Yamabuki (2022), de Juichiro Yamasaki
“Qué nos queda”
Por Sabrina Palazzani.
Cierta esperanza triste aparece en la película granulada de tonos fríos del director Juichiro Yamasaki en la que construye la trama coral y silenciosa de Yamabuki (2022), una historia crítica y sentimental de cruces intermitentes en Maniwaen, un pueblo remoto ubicado en las montañas del oeste de Japón.
La película se centra en dos personajes, un trabajador y una adolescente, que representan, cada uno, las dos caras del llamado progreso económico e industrial que implica a su vez desarraigo y padecimiento. Chang-su es empleado en una minera y está a punto de conseguir un ascenso (pasar a tiempo completo) hasta que un accidente lo aleja de esta posibilidad y sus proyectos se frenan de manera abrupta. Este quiebre aleja al trabajador optimista y generoso que vive para su familia y trae un personaje crítico de su presente atrapado en la dilación. A Chang-su esto ya le pasó. Años atrás, debió abandonar su carrera de jockey profesional en Corea para hacerle frente a una deuda heredada de su padre. En esta peripecia se cifra el tono agridulce de la película: el de una vitalidad agotadora. Por su parte la joven e introvertida Yamabuki, en duelo aun por la reciente muerte de su madre, una corresponsal de guerra, vive con su padre policía y comienza a protestar, con carteles y sin hablar, en contra del maltrato a los inmigrantes coreanos.
Yamabuki es una flor amarilla que no necesita de la luz del sol para florecer, y de importante presencia en la cultura japonesa. Según un mito japonés, monedas doradas con su nombre cayeron en un valle por lo que su significado también está asociado a la fortaleza, pero también a la fortuna, a la riqueza. Los golpes al principio se presentan segmentados, individuales, encerrados en una geografía limitada, pero no tardarán mucho tiempo en abrirse y expresar su naturaleza colectiva de modo más evidente mientras la película indaga en la intimidad de estos acallados habitantes. Uno de los nudos más interesantes de Yamabuki es su habilidad para profundizar sobre el pasado de los personajes, para historizar y contextualizar sus dolencias, que empiezan mucho antes que ellos mismos.
La pátina penumbrosa, las rocas de un gris azulado que vemos romperse y caer con todo su peso en el mundo de Chang-su; la valiosa claridad de protesta, el interés por su pasado, las preguntas sobre el dolor y la guerra de Yamabuki. Su encuentro es necesario y el cineasta japonés lo teje con valentía y delicadeza. Las vidas de los protagonistas transcurren paralelas y hacia el final se tocan en un desvío mínimo, una intersección casual, y mantienen un diálogo punzante que tensiona los alcances del desarrollo en la zona y sus consecuentes tormentos personales. Para cambiar el mundo tenés que hacerte rica, pero si ese es el objetivo, el mundo debería terminar, dice Chang-su, abatido, mientras entrega una foto de uno de los escenarios más lamentables de nuestro tiempo. Sin embargo, la ternura en esta película es algo difícil de quebrar. El micromundo que se origina en los márgenes no se desordena en una serie de episodios aislados sino que forma parte de complicados más grandes y complicados de identificar. Yamabuki señala ese conflicto con una poética sigilosa y preocupada por lo que queda y, en definitiva, qué hacer con eso.
Titulo: Yamabuki
Año: 2022
País: Japón
Director: Juichiro Yamasaki