The Cake Dynasty (2022), de Christian Lollike

“Cocinando con la receta del abuelo”

Por Javier Grinstein

Cerca del final de los 60 ‘s Godard supo pertenecer a un grupo de cineastas marxistas llamado Dziga Vertov. Este grupo llegó a filmar cuatro largometrajes hasta ser disuelto por el éxodo de varios de sus integrantes.

Uno de ellos es Glauber Rocha, uno de los pioneros del Novo Cinema Brasileiro. Al dejar el grupo, trajo a la mesa un dilema sobre la producción de cine marxista desde el centro colonial del mundo y financiado por grandes capitales. Argumentaba que cierta posición ética-estética que sostenía el grupo en un comienzo podía significar una nueva mirada, un contraste; pero que rápidamente se había vuelto estéril en términos revolucionarios. A esta mirada, la entendía dentro del marco de lo que se puede llamar “nihilismo crítico”.

Muchos años en el futuro y lejos de una marcada intención revolucionaria nos encontramos con The Cake Factory, la ópera prima del multipremiado escritor, director teatral y director artístico danes, Christian Lollike.

The Cake Factory es una comedia atípica, es muchas películas en sí misma. Cuenta con singulares virtudes aunque también podemos decir que puede resultar una película que arranca tarde y termina temprano. Su universo concentra las capas de sentido de una forma muy especial y sintética. Una fábrica danesa de galletitas árabes. Cuatro componentes que están meticulosamente explorados con la desmesura del arte plástico y con la desinhibición y el humor del arte escénico.

Vamos a indagar brevemente cada componente:

La fábrica…

Es una película que explota (valga la verbigracia) la crueldad y arbitrariedad del capital, se ríe de las tendencias empresariales e innovadoras. La metáfora inicial de su trama es “la bancarrota”.

…danesa…

Es una película que advierte la posición cerrada del danes frente al inmigrante, que refleja lo danes sin solemnidad, ni chauvinismo.

…de galletitas…

Un ingrediente (otra verbigracia, qué plato) indispensable de la película es la presencia e imagen de lo gordo. Es obscena (en el buen sentido), incómoda y problemática en tanto cuerpos no hegemónicos que se despliegan siendo tema pero también no siéndolo.

…árabes.

Y lo árabe al final de esta decomposición porque también funciona así en la película, en cómo va volviéndose una película también musulmana. Respetuosa y refrescante en esa aparición genuina.

¿El resultado?

Una mezcla de colores y aromas intrigante e incómoda. Lo colorido de la galletita, pero a la vez la imágen de lo patético, contrastado con la oscuridad opresiva de la fábrica, del capitalismo y del colonialismo. Este enchastre y exceso (en una escena esto queda muy claro), es parte de la propuesta de Lollike.

En una entrevista explica que él no comulga con eso de que no se puede hacer una película sobre lo árabe o lo gordo aunque él no sea ni árabe, ni gordo. En la misma entrevista cuenta que aprovecha un camino que abrió su compatriota Robert Ostlund, para que las películas puedan hacer reír y llorar en la misma medida.

Curiosamente, Ostlund es un director que entre sus grandes méritos destaca por su mirada nihilista (y crítica podemos agregarle).

Lollike cuenta durante la apertura de su película en el BAFICI que entre los obstáculos que encontró filmando la película fue, que en el ida y vuelta con la comunidad árabe enriqueció su mirada sobre su mundo y eso le dio pie para incorporar imágenes y situaciones sobre la marcha. Pero también lo empujaron a determinar un criterio personal, porque al fin de cuentas, tampoco la comunidad árabe (lógicamente) respondía de una forma homogénea a cada consulta.

Cuenta que se fue encontrando una película en el camino distinta a la que había anticipado y eso se nota. Porque él había planeado una película danesa que tenía lo árabe como una nota de color más, pero se nota como fue tomando protagonismo. Y se entiende porque atrae, impacta e interesa eso que cuenta, en ese contexto, de esa forma. La película se empieza a desplegar con mucha apertura en su segunda mitad, cuando pone las cartas sobre la mesa y toma relevancia lo árabe. Cuando este color toma algo de presencia, la película lo resuelve abruptamente y concluye. En un desenlace potente y cargado de simbolismo.

Me pregunto si el mismo Lollike que se propuso esta osada y valiosa tarea de meter en la licuadora todos estos ingredientes a su manera con buena sensibilidad y meticulosa exploración estará satisfecho con la imagen final que terminó encontrando. De la misma forma que Glauber Rocha le planteó hace muchos años a Godard. ¿Es tan loco pensar la película como su propia fábrica de galletitas?

Titulo: The Cake Dynasty

Año: 2022

País: Noruega

Director: Christian Lollike

 

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