Cavalo Dinheiro (2014), de Pedro Costa
Cavalo Dinheiro se inicia con una serie de fotografías de Jacob Riis, un inmigrante danés que llegó a Nueva York en 1870, sin un centavo en el bolsillo y con un pequeño perro que lo seguía a todas partes. El joven de 21 años que llegaba para cumplir el sueño americano, se encontraría en realidad con la cruda experiencia de los inmigrantes, que en multitudes arribaban al país del norte con el fin de encontrar una vida mejor. La industrialización, el capitalismo establecido, y la turbulencia social producto de la Guerra Civil, generarían años de pobreza y penuria en los grandes contingentes que llegaban de Europa. Riis conoció en carne propia las insalubres condiciones de vida de los inmigrantes, los asentamientos étnicos, los asilos y los refugios, y con una cámara y espíritu de periodista registró esos lugares y a sus gentes. Niños durmiendo en el suelo, mujeres cargando a sus hijos, hombres duros y débiles, grandes ambientes compartidos, callejones y puentes. Esa fue la luz que se expuso en los fotogramas de Riis. Luz que un siglo después utilizaría Pedro Costa para dar inicio a su película. Y no es extraño que lo haga de esta manera. Porque Riis tiene los los mismos propósitos e intenciones que Costa: buscar un retrato fiel, honesto y directo de la situación que viven los marginados en su país.