Stepne (2023), de Maryna Vroda

“Mientras agonizo”

Por Sabrina Palazzani

 

En su ópera prima la directora ucraniana Maryna Vroda encarna las cuestiones fantasmales del tiempo y el espacio a partir de una interrogación por el pasado soviético de su país en guerra.

Stepne es una historia que tiene lugar en Sumy, una ciudad ubicada aproximadamente a 350 kilómetros de Kiev, la capital de Ucrania.  En este sitio, retratado con una convicción documental y naturalista, el protagonista cuida a su madre enferma hasta que finalmente muere y llega su hermano, con el que dividen la herencia de la casa y las pertenencias generales de la familia.

Esta sinopsis en Stepne no constituye ni por asomo la totalidad de su argumento. La directora enfoca las fuerzas de la representación en el territorio, en la demora, en la particularidad de una tierra que anuncia su desaparición. En una escena vemos al protagonista hablar con un vecino que sale de pronto de la casa de otra vecina fallecida recientemente, y asegura estar de visita por si acaso volvieran los hijos a buscar algunas cosas. En ese intercambio se trasluce una dinámica de abandono, practicidad y lejanía que vaticina el futuro inminente de estos dos hermanos.

“Entonces sólo recordaba que mi padre decía que el sentido de la vida era prepararse para estar muerto mucho tiempo”, escribe William Faulkner para el monólogo de Addie Bundren en su novela Mientras agonizo (1930) cuya trama se organiza en torno al arrastre de su cadáver por una tierra ficticia, húmeda y empinada de los Estados Unidos.

Ese mismo arrastre, ese llevar muertos a cuestas, en Stepne tiene una razonada importancia. Dentro de la lógica del gesto trabajoso, la construcción de un “cuesta arriba” encuentra su expresión plástica en la construcción de ese espacio, en la topografía espesa y desconectada que tiene la imposición suficiente como para imprimir en la cámara cada una de sus irregularidades. La directora ancla su mirada a ese suelo, tanto como Faulkner narra la deriva post crisis de los años 20 en una subida y bajada imposible, donde todos los movimientos encuentran un mayúsculo pero signado por la inaccesibilidad.   

La puesta de Stepne anuncia que la zona y las personas que la habitan son el tópico de la película. Vroda se concentra en situaciones cotidianas que en la mayoría de las películas llevan apenas algunos segundos para concretarse. Conseguir pan, medicarse, alimentarse, etcétera. Para contar el espacio se necesita tiempo, un recurso elástico y amigo de lo complejo. Durante una escena que consta de dos planos fijos, los habitantes de la ciudad acuden a un almacén móvil donde consiguen alimentos. En esos momentos, que la película cuenta con sensible vigilancia, se escuchan y se ven el golpeteo de los productos entre sí en el interior del auto de la mujer que acerca los artículos. La escena se arma de manera exquisita y ascendente, entrelazándose con diálogos nimios que, sin embargo, modelan rutinas y son motivos de cansancio, motores del pensamiento.

La directora ucraniana penetra en la especificidad de estas existencias en un ambiente desolado, con un elenco de actores no profesionales donde la premisa es no ensayar acciones ni diálogos para acceder a cierta pureza dentro de lo que la ficción le permite. El montaje aquietado, los planos de extensa duración y el espacio natural en el que transcurran las acciones le da una pátina de sensibilidad y compromiso documental, que subraya esa impresión de de realidad que Vroda plantea para interrogar esta convivencia con los efectos de una guerra, que tuerce el curso automatizado del tiempo, la herencia familiar, los rituales.

Titulo: Stepne

Año: 2023

País: Ucrania

Director: Maryna Vroda