“¿Vivir del arte?”
Por Lucila Da Col.
El arte como función simbólica y social se somete, como casi todo, al imperio del capital. Eso supone tomar decisiones sobre el campo laboral, las posibilidades de desarrollo dentro del mismo u otros caminos paralelos que brinden mayor sustento económico. Estas y otras reflexiones se dan en un contexto de trabajo donde la atención sobre valiosas obras de arte se vinculan con el trabajo manual y exhaustivo de un grupo de jóvenes restauradoras en una residencia artística que proporciona más experiencia que divisas. Scenes in an atelier de Madelaine Merino documenta la vida laboral de Valerie, Lili e Isabella en un año definitorio para tomar la restauración como punto de partida o como bifurcación hacia otros rumbos.
Quien restaura antigüedades y obras de arte corroídas por el paso del tiempo asume una labor detectivesca que involucra conocimientos técnicos, históricos y artísticos. La cámara de Merino recorre el taller de trabajo en detalle, una sucesión de planos hará foco tanto en las herramientas tecnológicas como en el valor artesanal y meticuloso que conforman el proceso de reposición que ese deterioro temporal imprimió en los objetos.
Sin grandes variaciones a lo largo del film, el mismo transcurre entre charlas de almuerzo, restauración de diversas piezas y la feria de arte de Baden-Baden, Alemania. Y en ese devenir se exponen las inquietudes y personalidades de sus protagonistas. Algunas más parlantes e inquietas, otras más pesimistas o románticas, comparten sus conocimientos sobre el trabajo así como aquellas trivialidades sobre series y películas. Sin embargo, el denominador común surge en base a aquello que desean o esperan para su futuro de adultas. Porque la restauración como saber adquirido es puesto en duda como un futuro laboral pleno de tributos económicos dando paso a la incertidumbre y a las posibilidades de desarrollarse dentro de otro campo de desempeño laboral. En un espacio donde priman las mujeres, otro intercambio de ideas surge en torno a la maternidad. Cómo hacer frente, sobre todo en el plano económico, de una nueva vida o negarse a dicho rol por los avatares que puedan imaginar, miedos o certezas que cada ser gestante se plantea a veces dentro de un contexto de meditación y compañerismo.
Generar una mejora física en un bien cultural también habilita la reflexión sobre el rol del restaurador o restauradora como mero técnico/a o como artífice de una obra en continuo cambio. La restauradora Carolusa González Tirado expuso en su debate El restaurador como artista-intérprete (2010): “Cuando voy a un museo y veo una obra, la cédula no incluye datos que indiquen si la obra está restaurada o no, quién la restauró, cuándo se restauró. ¿Es por modestia del restaurador? ¿Es por que no se quiere asumir la responsabilidad del estado actual de la obra?”. De esto mismo, da cuenta una de las jóvenes al pensarse como anónimxs, manos invisibles que borran con hisopos y barniz el paso del tiempo y logran una mejora física en la obra expuesta, posibles reescrituras sobre un lienzo ya titulado que se modifica con cada intervención.
Y así transcurre el tiempo en Scenes in an atelier, un año dedicado a la práctica de una técnica, a dilucidar qué espacios de contención arroja la profesión elegida y que otros campos de trabajo puedan resultar más provechosos. Como concluye una de las jóvenes, “la vida es una prueba constante”, una bitácora que se escribe día a día y cuyo final aún es ignoto.
Titulo: Scenes in an Atelier
Año: 2020
País: Alemania
Director: Madelaine Merino