“Aquí te espera mi venganza”
Por Lucila Da Col.
Los algoritmos que controlan nuestras relaciones y decisiones de manera constante y deliberada se desvanecen en el caos cotidiano. Sus predicciones matemáticas no hallan patrones específicos en el reinado disputado por la causalidad y la casualidad. Y en ese cosmos dicotómico, una bomba estalla en el metro, un soldado a los tiros limpios y un grupo de hackers son parte de Riders of justice de Anders Thomas Jensen. Todo un compendio de antihéroes y mafiosos que en base a un error se enfrentan desatando un desmadre sin retorno. La premisa de Jensen tiene de sencillo lo mismo que de contundente en una serie de sucesos que trastocan la vida de los protagonistas entre la acción, el drama y la comedia y nos arrojan a un relato tan peculiar como genial, una mixtura de lo nórdico con lo yanki que se fusionan de forma muy elaborada y un Mikkelsen que devora todo con su rostro y aparente frialdad.
Mads Mikkelsen encarna a Markus, un soldado que enviuda en circunstancias trágicas y queda a cargo de una adolescente en una convivencia problemática. La vida militar lo ha aislado de su familia y ahora se encuentra con una hija que le resulta extraña. Mikkelsen se pasa de duro, embotado en su granero, fumando como chimenea y con su experticia intacta en el manejo de armas. Esa rigidez típica del “héroe americano”, el danés lo traduce en duelo, ese dolor profundo que todo lo invade y cuyo sosiego le llega de la mano de Otto, un científico testigo de los hechos que dieron muerte a su esposa y cuya culpa lo lleva a investigar el estallido en el metro. Junto a dos amigos hackers invaden diversos sistemas para hallar los motivos del siniestro y con las pruebas contundentes se hacen presentes en la vida de Markus y su hija, Mathilde. Y allí arranca una seguidilla de preparativos para la venganza pero en un tono de lo más disparatado y por fuera de los cánones clásicos del film de acción.
Se vuelve antojadizo pensar el personaje de Mikkelsen en comparación con el de Charles Bronson de El vengador anónimo (Death wish, 1974). Ambas películas de venganza con protagonistas que atraviesan pérdidas irreparables y hacen del ojo por ojo su posibilidad de continuar. Uno con la ayuda de un grupo de “nerds” que le allanan el camino, el otro con el cargador de su arma listo para arremeter. Pero ambos guiados por la fuerza de sus deseos. Y la diferencia entre ellos puede que no solo radique en lo interpretativo sino también en una fuerte marca de disección del trauma elaborado no solo por el duelo sino por los avatares de la vida militar y la concepción de la amenaza como constante de un hombre en vigilia ininterrumpida y una vinculación distante con su núcleo familiar.
Pero volviendo a lo suculento de los hechos narrados, en Riders of justice nos encontramos con todo ese compendio espectacular que nos propone la justicia por mano propia. Los hallazgos y puesta en acción de la venganza, la preparación para la contienda y un desenlace a pura acción. Y en ese país nórdico de las bicicletas, el bienestar social y la estabilidad económica, Jensen desliza las problemáticas reales que son globales y interpelan desde cualquier latitud. Desde el body positive, los traumas de la guerra, la violencia como forma relacional, la trata de personas y los vínculos familiares. Todas cuestiones para nada livianas que se amalgaman dentro de una historia cuya fachada cinética masculla conflictos explícitos con un humor y una desfachatez de lo más rutilantes.
Titulo: Riders of Justice
Año: 2020
País: Dinamarca
Director: Anders Thomas Jensen