“Vivir en la Miseria”
Por Ian Quintana.
En la calle, pegado en un poste de luz, un cartel nos informa que se ha perdido Mundo.
¿Dónde está Mundo?, pregunta el cartel a cualquier persona que pasa por allí. Debajo del interrogante vemos una fotografía de Mundo, un simpático labrador que se ha perdido la noche de año nuevo, bajo los fuegos artificiales y las explosiones que cubren el cielo nocturno. ¿Acaso se ha perdido entre las calles de las grandes ciudades o en los inhóspitos paisajes del sur? ¿Estará entre los deshechos, en la basura, en las ruinas que la civilización ha dejado o ha logrado escaparse para alejarse de todo eso y encontrar así su propia libertad? ¿Qué le ha pasado a Mundo?
El reciente largometraje de Joaquín Maito, Retrato de Propietarios (2018) se constituye como una fábula que combina elementos documentales con pequeños fragmentos ficcionales a través de una construcción espacial y sonora que hace pensar en una película de ciencia ficción. Porque si bien cada imagen del film posee un fuerte carácter observacional, los encuadres, el montaje y especialmente el tratamiento sonoro generan la sensación de estar frente a una película narrativa en la cual los perros y los gatos son protagonistas y los humanos pequeñas y borrosas siluetas perdidas en el paisaje.
Los animales que vemos en la película de Maito aparecen en distintas condiciones. Algunos están encerrados en jaulas, otros domesticados en hogares mirando televisión; vemos perros de trabajo en las montañas del sur del país, gatos peleando por comida en una isla en Japón, algunos animales marinos siendo exhibidos al público como mercancía y otros nadando libres, como perdidos en los paisajes urbanos y en las construcciones de concreto de las grandes ciudades. En todo caso, todos los animales que aparecen en pantalla parecieran estar privados de su libertad, encerrados en un mundo dividido y delimitado por la propiedad privada. Esta mirada a las condiciones de los animales funciona como hilo conductor del relato y permite relacionar distintos lugares y situaciones en el mundo que por momentos parecen inconexas pero las cuales, a lo largo del metraje, cobran un sentido político y social.
De esta forma, las conexiones aparecen y todo comienza a ligarse gracias a una serie de frecuencias que se transmiten por el aire a todas las antenas del mundo. Frecuencias que sólo escuchan los animales, a modo de comunicación secreta, quizás organizando así su propia liberación, una revolución que permita modificar la condición de su existencia. Pero por detrás de los animales divisamos también ciertas figuras, pequeñas sombras que se mueven en el paisaje o grandes masas que deambulan por las urbes. No son perros ni gatos, son personas que parecieran vivir en las mismas condiciones de esclavitud y dependencia que los animales. Vemos a hombres y mujeres trabajando, caminando por las calles, consumiendo o cuidando su propiedad. Los vemos realizar sus actividades de una forma automática, mecánica, sin ninguna pulsión de vida. De esta especie también veremos los carteles que distribuyen en las calles en los cuales informan la pérdida de sus mascotas, de la propiedad que se les ha escapado de las manos, la que ha conseguido liberarse de las ataduras que se imponen en su vida.
Retrato de Propietarios se transforma así en un manifiesto contra las condiciones de esclavitud que genera la propiedad privada alrededor del mundo, tanto en los animales como en los humanos. Los animales son pobres víctimas de ello y la película de Maito abre una posible liberación de su estado, pero no lo hace respecto de la especie humana, la cual pareciera estar encerrada y condenada en su propia creación. La frase del revolucionario español Buenaventura Durruti, la cual abre y cierra el film de Maito, resume la situación sin salida en la que vive la especie humana alrededor del mundo: “Siempre hemos vivido en la miseria y nos acomodaremos a ella”⚫
Titulo: Retrato de propietarios
Año: 2018
País: Argentina
Director: Joaquín Maito