El viento que arrasa se escribió bastante rápido al comienzo, me junté con Hernan y Eugenia Rattclife, y fue mucho de ping pong sobre el posible camino, no hubo más de dos versiones de guión. Después reescrituras que hago siempre, que tienen que ver con la puesta en escena. Muchas veces es escuchar a los actores e ir adaptándose a la realidad de lo que va sucediendo, y también me pasa de terminar escribiendo escenas después de ensayar con los actores.
Siento que una cosa es lo que se escribe y otra cuando aparecen los cuerpos, hay cosas que proponen y funcionan y otras que no, se nota que puede ser más interesante lo que está pasando en el ensayo que lo que estaba escrito. A partir de eso es volver a tocar la escena.
Yo creo mucho en la instancia de guión. Creo que tiene que estar en un nivel óptimo cuando llega a la instancia de poder filmarse. Y en la instancia de rodaje creo que es poder soltar el guión y darle libertad en relación a la puesta en escena y lo que va sucediendo, con ese conocimiento previo obviamente. Los sonámbulos por ejemplo tenía tres escenas más después del que fue el final, fue pensar ¿para qué va a pasar esto?